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Mirar con los ojos del adolescente cordobés el horror que viven las mujeres de Afganistán

Exposición 'Mujeres Afganas' en el Centro Rafael Botí

Alejandra Luque

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De 1996 a 2001, los talibanes impusieron el régimen del terror en Afganistán, principalmente a las mujeres. Cuando fueron derrocados, ellas lograron avances que supusieron todo un choque para el pensamiento de Occidente, donde aquellos están asentados. Se trató, al fin y al cabo, de recuperar derechos inherentes a la persona en un país donde las mujeres son consideradas objetos y seres manipulables. Los atentados del 11-S en Estados Unidos dieron, años más tarde, un vuelco a este país de Oriente, que durante 20 años contó con el respaldo internacional. España estuvo allí 19 años y nueves meses, participaron unos 27.000 militares de los que 102 fallecieron. En 2021, los talibanes consiguieron llegar de nuevo al poder tras una intensa ofensiva militar que apenas duró diez días.

En la mente de todos los observadores internacionales estaba cómo esta operación relámpago había hecho caer un Estado que, aunque fallido, daba cierto respaldo a la ciudadanía. Indudablemente, uno de los focos principales se posó sobre el futuro de las mujeres afganas. Algunas de esas tantas y tantas niñas, jóvenes y ancianas son hoy protagonistas de la exposición Mujeres. Afganistán que permite trasladar a Córdoba una mínima parte del terror, restricciones e incumplimientos de los derechos humanos que esta parte de la población sufre en su país. Durante este jueves y este viernes, alumnos de institutos de Córdoba y de la provincia recorrerán las dos plantas sobre las que se extiende la exposición para acercarse a esta dura realidad y les invite a reflexionar y avanzar hacia posiciones críticas.

La muestra se inserta en la programación de la primera edición del Seminario Permanente de Periodismo en Zonas de Conflicto Julio Anguita Parrado de la Universidad de Córdoba (UCO). Es obra del fotógrafo cordobés Gervasio Sánchez y de la periodista Mònica Bernabé, quien vivió y trabajó en Afganistán como reportera durante casi ocho años, entre el 2006 y 2014. Formada por 150 imágenes, Sánchez y Bernabé trabajaron en esta exposición durante cinco años debido a la dificultad que les supuso convencer a las mujeres para que se dejaran fotografiar sin burqa. Durante la visita guiada, en la que Sánchez y Bernabé ofrecen a los estudiantes todo tipo de explicaciones sobre el contexto de las fotografías, el primero ha recordado cómo, en una ocasión, el marido de una de las mujeres quiso que su esposa se colocara esta vestimenta. Finalmente, lograron que ella, Shamila, apareciera únicamente con velo.

Es imposible establecer un grado de dureza para cada una de las 150 fotografías. Es difícil porque son incalificables la historia que hay tras sus protagonistas y sus ojos, algunos, el fiel reflejo de la tristeza. Y, es que, la violencia contra las mujeres en Afganistán empieza en el seno de la familia y es endémica, independientemente de que los talibanes estén o no en el poder. Muestra de ello es que la exposición aborda cinco realidades de las mujeres. La primera, sobre matrimonios forzosos, relata cómo muchas niñas son obligadas a casarse con tan solo 12 años o cuando tienen la primera menstruación. Shamila es una de tantas mujeres que pasan por esta atrocidad. Tiene una pierna amputada y, por ello, la dote que su novio tuvo que pagar por ella fue menor que si hubiera tenido las dos extremidades. Fue obligada a casarse con 11 años con un hombre que tenía 41.

El padre de Zar Gul, otra joven, la casó a la fuerza con un hombre 30 años mayor que ella y que ya tenía una primera esposa. A cambio, ese hombre dio sus dos hijas al padre de Zar Gul para que contrajeran matrimonio con sus dos hijos. Zar Gul huyó del hogar conyugal y se refugió en una casa de acogida porque quería divorciarse. Si ello ocurría, sus dos hermanos se quedarían sin sus respectivas esposas. Además, si ellas deciden separarse, pierden la custodia de sus hijos.

La segunda parte de la exposición se centra en cómo las relaciones sexuales fuera del matrimonio en Afganistán son consideradas un delito penado con hasta 15 años de cárcel. Eso hace que mujeres que han sido violadas y que, por tanto, han tenido relaciones sexuales fuera del matrimonio, acaben en la cárcel. El divorcio es legal en Afganistán, pero si una mujer se divorcia pierde la custodia de los hijos. El suicidio también se aborda en la exposición. Curiosamente, Afganistán es el único país del mundo donde se suicidan más mujeres que hombres. Algunas lo hacen quemándose vivas, como Halita, que con 19 años se prendió fuego porque no quería casarse. Otras ingieren matarratas o un cóctel de fármacos.

Este proyecto fue un encargo a Sánchez del Ayuntamiento de Barcelona, quien reconoce a Cordópolis que fue un trabajo “durísimo porque se trata de mujeres y de niñas para las que el futuro no existe y su presente está totalmente destrozado”. La mayor parte de las mujeres que accedieron a participar eran porque “habían huido de sus matrimonios forzados o porque vivían con organizaciones que las ayudaban a divorciarse. En algunos casos más dramáticos, se encontraban en hospitales porque habían intentado suicidarse”. Es precisamente la valentía de esas mujeres lo que más sorprendió a Sánchez, “ya que ellas sabían que dar su testimonio era muy peligroso”. Por ello, tanto el fotógrafo como Bernabé trabajaron por que esas imágenes en particular no se conocieran en Afganistán.

Durante la primera visita de estudiantes de Secundaria, que han procedido del IES Profesor Tierno Galván, Sánchez les ha transmitido que no solo deben participar en esta actividad, “sino que deben regresar después, leer todo lo que aparece en los textos, mirar las imágenes con calma y que intenten saber quiénes son estas mujeres y estas jóvenes. Muchas de ellas tienen su edad e, incluso, menos”. Para Sánchez, este acercamiento a la realidad de la mujer afgana no puede quedarse en una exposición, sino que debe invitar a que los jóvenes reflexionen “sobre lo que está pasando más allá de nuestras fronteras físicas”. “Si de la exposición no sale nada que refuerce su actitud crítica, nos quedamos en la superficialidad de todo”, sentencia el fotográfo.

A esa misma concluye llega el director de la Cátedra Unesco de Resolución de Conflictos de la Universidad de Córdoba, Manuel Torres, quien enfatiza la importancia de que los autores de la exposición sean quienes expliquen a los estudiantes qué hay detrás de cada imagen. Esas explicaciones hacen “vívidas las fotografías y que realmente penetren en el imaginario” de estos estudiantes. Sobre el futuro del Seminario, Torres ha confirmado que la voluntad de la UCO es “darle continuidad” con sucesivas ediciones, modificando las actividades para levantar siempre el interés y la atención del público. Así, ha adelantado que el año que viene “habrá una proyección de documentales de periodista en zonas de guerra, convirtiendo Córdoba y su universidad, durante una semana, en un foto de la difusión de la actividad audiovisual”. No hay mejor manera que esta para mantener vivo el espíritu de Julio Anguita Parrado, de quien este domingo se cumplirán 21 años de su asesinato en Irak.

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