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Desalojos

Carlos Puentes

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Se creerían, a lo mejor, que el invierno se marchó. Pues bien, nada de eso, como estarán comprobando estos días hemos dicho un hasta luego al mardito azoriano que nos tenía en manga corta, y hemos vuelto a sacar los paraguas del rincón donde insensatamente los habíamos abandonado. Yo lo agradezco, ustedes no, imagino. Pues eso, esta semana seré benévolo con ustedes y me ceñiré a contarles la que nos va a caer.

La semana pasada, por mi absoluto desprecio a mis quehaceres y obligaciones para con los jefes de Cordópolis, se me olvidó contarles que en la presente semana volveríamos a sacar el abrigo, las botas de agua, y a cagarnos en todos los santos cagables por su responsabilidad directa con estas cosas del cielo y las nubes. Se me olvidó decirles que nos adentrábamos en una de las épocas más interesantes del calendario meteorológico andaluz, caracterizado, entre otras cosas, por comenzar a verse reflejado en las capas medias de la troposfera la incidencia directa de nuestro amo y señor, Sol Invictus el Magnífico. Se lo explico, llegando ya según que días de mediados de febrero, justo cuando va acabando el carnaval y nos metemos en cuaresma, el Sol, esa cosa amarilla que a veces se ve en el cielo, va cogiendo cierta altura en el horizonte celeste como consecuencia del movimiento de traslación de la Tierra en su viaje alrededor de este.

La consecuencia inmediata de este hecho, para los que no tengáis estudios o acostumbréis a reventaros el cerebro con la cosa esa de la televisión, deriva en la mayor capacidad energética de los rayos del Sol. No es que sea el cambio climático, no, es que aquí, por riles, sea el año que sea, según llegando qué días el Lorenzo ya va apretando por cuestiones de física básica, la que dictamina que al disminuir la relación entre la radiación solar y la unidad de superficie, esta sea necesariamente más energética, o dicho de otro modo, cuanto más vertical esté el Sol más calor nos hace, fácil ¿verdad?

Pues bien, dicho esto, lo que a nosotros nos interesa es conocer la relación existente entre este progresivo proceso y el devenir meteorológico que nos tocará las próximas semanas. La consecuencia lógica, como ya les he explicado en otras ocasiones, es la de producirse frecuentes desalojos de aire muy frío desde latitudes mucho más al norte. Esta suerte de desgajes de la potente masa de aire ártico, y su interacción con la mayor potencia calorífica del Sol en nuestras latitudes, va dando lugar a lo que vulgarmente se conoce como primavera. Para que me vayan entendiendo, la interacción del frío con el calor nos conduce hasta el muy castizo refrán de “en abril, lluvias mil”.

Pero antes lo inmediato, lo que vamos a tener y lo que podríamos tener esta próxima semana. Dos hechos significativos bien diferenciados y que serán consecuencia el uno del otro. El primero, lo empezaremos a sufrir mañana, el paso de una baja atlántica que nos dejará abundantes precipitaciones hasta el sábado, con especial incidencia en la jornada del viernes. Un regalito para el campo andaluz, los embalses y la paciencia de sus gestores. El segundo, resultado del paso de esa baja al interior continental y su interacción con una muy potente masa de aire polar que estos días anda por centroeuropa, servirá de eje atractor de esta y nos la enviará hasta la cocina.

Dicho en román paladino, la noche del sábado, y durante al menos un par de días más, nos hará visita uno de esos desalojos de los que antes le hablé, es decir, que se preparen las bufanditas que volveremos a pasar frío. Circulación retrógrada que dejará la cota de nieve relativamente baja en todo el tercio norte peninsular, y a nosotros un bonito recordatorio de que el invierno, aún sigue presente.

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