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Dice la Real Academia Española que el talento es la capacidad para desempeño o ejercicio de una ocupación. Dicen algunos otros que el mencionado talento o se tiene o no se tiene, mientras que otros defienden que es algo que se va cultivando desde pequeño y que, con el paso de los años, aflora en forma de brillantez. Sea como fuere, lo cierto es que la protagonista de este Ateneas combina los dos pilares fundamentales para lograr el éxito en cualquier deporte: talento y trabajo. La fórmula perfecta para asegurar un futuro próspero para una deportista que apenas llega aún a la mayoría de edad, pero que ya deslumbra en el panorama nacional de balonmano, acumulando ya varias medallas de oro en su casillero con la selección española juvenil.

Elena Torres (Puente Genil, 2006) ha tenido siempre claro que su camino iría por el sendero del balonmano. Su familia, desde siempre, ha sido una apasionada del deporte, y se lo ha inculcado a la joven deportista desde bien pequeña. “Mi familia siempre ha jugado al balonmano: mis padres, mis hermanas, mis primos... Y, al final, esa pasión surgió porque desde pequeña me he criado en un pabellón, con un balón en las manos, viendo a mis padres jugar”, relata en la entrevista ofrecida a CORDÓPOLIS. Su ascenso ha sido meteórico puesto que, tras su paso por el Ángel Ximénez y el Córdoba de Balonmano, puso rumbo hacia Málaga donde encontró su mejor versión y logró la convocatoria con la selección española.

A pesar de que Elena Torres llegó a probar suerte en otras disciplinas como el atletismo, lo cierto es que ningún otro deporte llegó a llenarle tanto como el balonmano. Su familia fue clave en esta historia de amor con un deporte sacrificado pero puro en su esencia. Sin embargo, no siempre lo tuvo claro, ya que recuerda que, pese a que le gustaba la disciplina, “en realidad nunca me iba a apuntar, pero una amiga me convenció y fue probarlo y que me encantase”. Esto se tradujo en unos primeros años que le evocan “mucha felicidad, mucha alegría y mucha pasión”, a la vez que apunta que “no entrenábamos niñas solamente, sino que competíamos contra niños y, así, era un juego de niños, de diversión y de pasártelo bien”.

Poco a poco, el balonmano fue ganando más importancia en su vida, fue ocupando pasiones en su día a día, y fue ganando en importancia en la rutina diaria. Para ella, a día de hoy, supone “un papel muy importante”, ya que considera que es “uno de los pilares” que la definen como persona. “Creo que si no hubiese jugado a balonmano, sería una persona totalmente distinta a cómo soy”, subraya. Además de ello, en unos términos más generales, el deporte es para Elena Torres “una manera de escape” a todos sus problemas y agobios. Si la parte mala de la vida fuera como una especie de mar negro, para ella, “el balonmano es como la sensación de surfearlo”, explica.

Y es que, cada vez más, la sociedad y los propios deportistas se conciencian sobre la importancia que tiene la mente y la psicología en el deporte. “Creo que la salud mental en el deporte es muy importante”, explica Torres pese a su corta edad, apuntando que “el cerebro es lo que más juega en nuestra contra y, aunque pensemos que puede ser muy complicado o no veamos el final, el cerebro manda en todo”, y, por tanto, “si estás pensando en que te vas a lesionar, te vas a acabar lesionando, mientras que si vas pensando que vas a tener un buen partido, vas a ir con más posibilidades y más positivismo. Creo que, al final, el cerebro lo es todo a la hora de jugar”.

El Ángel Ximénez de Puente Genil y el Córdoba de Balonmano, claves en su formación

Así, volviendo a sus inicios, la carrera de Elena Torres da comienzo en las categorías inferiores del Ángel Ximénez de Puente Genil. Unos años que recuerda “con mucha felicidad”, a la vez que, a día de hoy, desea que “ojalá siguiera sintiendo esa cosa”, ya que esa época le transmite “mucha felicidad, mucho cariño, de ver cómo una niña tan pequeñita jugaba con niños y, a día de hoy, estoy donde estoy”. Poco después daría el salto a un equipo de la capital, el Córdoba de Balonmano, que para ella también es parte clave en su formación ya que “en gran parte, también me lo dio todo”.

Pero si hay una persona que le marcase en especial durante estos primeros años de formación fue Antonio Reyes, entrenador del Córdoba de Balonmano y una de las grandes más longevas figuras del deporte en la ciudad. “Me abrió las puertas a este mundo tan bonito y me enseño lo duro y lo bueno del deporte”, explica una emocionada Elena Torres que recalca que Antonio Reyes “siempre fue un referente para mí”.

Sin embargo, pocos años después de sus inicios en el mundo del balonmano, la joven pontanesa tendría que decir adiós a su ciudad para poner rumbo hacia Málaga, donde actualmente reside y compite. Esta decisión vino provocada porque, con su residencia establecida en Puente Genil, “tenía que venir a Córdoba todos los días por el bachiller”. Un familiar poseía una casa en Málaga, a lo que se sumó que en el Costa del Sol vio “un equipo con un futuro muy próspero y lleno de ilusión”, por lo que no lo dudo. “Mis padres me dieron la posibilidad de irme y el club me abrió las puertas, y todo fue super bien”, explica.

De Córdoba a Málaga, y debut en la Liga Guerreras Iberdrola

Su llegada al Costa del Sol Málaga trajo de la mano sus primeros éxitos deportivos. A nivel de club, su corta edad hizo que formase parte en un principio de la plantilla juvenil del combinado malagueño, tras firmar desde el juvenil del Córdoba de Balonmano el pasado verano del 2022. Sin embargo, en mayo del 2023 llegaría una de sus grandes oportunidades de oro. El primer equipo del Málaga Costa del Sol decidía contar con ella para completar la convocatoria del encuentro correspondiente a los cuartos de la fase final de la Liga Guerreras Iberdrola, máxima categoría nacional femenina de balonmano. Debutaría en los últimos minutos del encuentro ante Aula Valladolid, que acabaría con victoria malagueña y gol de la pontanesa.

“En ese momento me sentí viviendo un sueño”, rememora Elena, reconociendo que en su cabeza, su voz interior le recordaba una frase: “estoy aquí, de verdad están confiando en mí”. Lo cierto es que sería solo la punta del iceberg de una carrera que se antoja próspera y recubierta de mucho oro. “Sentía mucha confianza en mí y lo recuerdo con mucha alegría”, explica, aunque también confiesa que notó el cambio de categoría, sobre todo, “a la hora de las jugadas, del juego en sí”, además de “los cambios de ritmo en una finta, en un pase o en un tiro”, ya que es “totalmente distinto a las categorías base. Es un gran salto y, quieras o no, juegas contra personas que te pueden sacar quince o veinte años, y la experiencia de esas jugadoras frente a la tuya siempre va a ser muchísimo mayor”.

Una habitual con la selección española desde el año 2021

En 2021, con tan solo quince años, llegaría la primera gran sorpresa para la carrera de Elena Torres. Sus padres lo planificaron para que todo fuera aún más emotivo si cabe, ya que, tras volver del colegio, no le dejaron entrar en casa. “No entendía por qué”, relata entusiasmada. Hasta que, por fin, le dejaron entrar y en la cocina pudo apreciar una gran pancarta en la que se podía leer 'Enhorabuena, Guerrera, te vas a la concentración de Íscar'. Elena Torres había recibido su primera convocatoria del combinado nacional para formar parte de España Promesas. “Me acuerdo mucho de las lágrimas saltando de alegría porque al final era un sueño logrado”, relata entusiasmada.

Tras ello llegaría un doble enfrentamiento contra Eslovaquia en el que tanto ella como sus compañeras estaban “todas muertas de nervios, super cagadillas de miedo por el tema de la pega y de ser el primer partido internacional”. Sin embargo, una vez que el árbitro pitó el pitido inicial, esos nervios se esfumaron y Elena encontró su mejor versión. Aún defendía los colores del Deza Córdoba de Balonmano, pero en aquella ocasión, la pontanesa cambiaría el color granate del CBM por el color rojo de la selección española femenina de balonmano juvenil, haciendo gala de su calidad y sumando dos victorias en sus primeras dos citas con España.

“Estar en la selección, para mí, es un sueño, un logro, y la verdad es que es una de las mayores alegrías puedo tener y que he tenido en mi vida”, explica con un brillo especial en los ojos. Tras esa primera convocatoria, fue acumulando más y más citaciones con el combinado nacional en un ascenso que ha sido “bonito de vivir”, ya que se ha producido “conforme se ha ido formando el grupo, viendo como cada una nos hemos ido compaginando unas con otras, conociéndonos y creando tan buena piña y ambiente. Todas decimos 'estamos aquí, queremos seguir aquí, y queremos seguir creciendo como jugadoras, y más aún dentro de la selección'”.

Éxitos sin precedentes a nivel continental

En 2022 le llegó su primera gran cita internacional con la selección española: el Open de Gutenberg. El campeonato europeo le esperaba en Suecia, en un torneo que recuerda “como uno de los mejores” de su vida, ya que todo el equipo estaba “lleno de ilusión, de ganas y de esfuerzo”. El trabajo en los entrenamientos se notaba “en cada partido, en cómo defendíamos, cómo atacábamos, cómo cada balón era nuestro. Lo recuerdo lleno de pasión y de mucho esfuerzo”. Así, tras superar a Rumanía en la final, Elena Torres se proclamaría como campeona de Europa de balonmano promesas.

Siendo su primer trofeo con España, lo cierto es que le guarda un especial cariño, pero no fue ni mucho menos el único. Su historia aún está por contar, pero quedan más capítulos en el tintero. No hay que irse muy lejos para apreciarlo ya que, hace apenas unos meses, Torres volvió a tocar metal, también dorado, en el Campeonato Mediterráneo. Y, además, con una distinción a nivel individual que pone en relieve el gran trabajo y el gran talento que atesora la joven pontanesa. Tras vencer a Kosovo, Italia, Croacia, Montenegro, Grecia, Rumanía y Turquía, se impusieron de nuevo en la final a Montenegro para alzarse como campeonas del torneo. Pero las alegrías no acabarían ahí ya que Elena Torres sería nombrada como la mejor extremo derecho del campeonato.

“Si te digo la verdad, yo estaba en la fila esperando a que diesen el All-Star deseando que lo sacasen ya porque era tarde”, explica entre risas la pontana. De repente, por megafonía, el nombre de Elena Torres irrumpe en el silencio. Fue la primera jugadora en salir a recibir el distintivo individual. “Me quedé hecha un cuadro, se puede ver en el vídeo perfectamente. No sabía qué hacer, no sabía dónde meterme, no sabía ni qué decir”, explica. Pero el talento, al fin, se vio reconocido con un distintivo individual que la avalaba como una de las mejores de su generación.

Un ascenso meteórico hasta el oro europeo

Así, poco a poco, las convocatorias con las Guerreras Juveniles se fueron haciendo cada vez más y más comunes, con un papel destacado de la pontanesa en ellas. Los amistosos servían de preparación de cara al gran reto de este año 2023: el European Handball Federation Championship. Tras un verano “de entrenamiento, de concentraciones, de dos semanas de concentración y una de descanso”, llegó la convocatoria para el europeo, y el nombre de Elena Torres estaba en la lista. Tocaba viajar hasta Baku, Azerbaiyán, para luchar por ser la mejor de Europa.

Cristina Cabeza, seleccionadora nacional del combinado juvenil, confió en Elena Torres desde el principio. Grecia (11-33), Luxemburgo (33-13), Israel (37-15) e Islas Feroe (18-38) fueron las primeras víctimas de una auténtica apisonadora de juego y anotadora de color rojo y de nombre Guerreras Juveniles. El pase a semifinales estaba garantizado, donde esperaba Lituania. No fue rival para España, y se impuso por un contundente 19-41 para así presentar su firme propuesta por el oro en la final. Eslovenia sería el rival sobre el papel, pero no sobre la pista, donde la selección española arrasó, con cuatro tantos de Elena Torres incluidos, para así proclamarse como campeona de Europa de balonmano.

“Tanto de la final, como del campeonato en sí, estoy supercontenta, a nivel personal y a nivel de equipo. Este verano ha sido muy marcado en mi vida”, confiesa Elena Torres al relatarle todos los éxitos cosechados durante los últimos meses. Como no podía ser de otra forma, la palabra “ilusión” aflora por su boca y sus ojos al hablar del campeonato. “Lo viví con mucha ilusión. Veía el marcador y, pese a que íbamos ganando de diez, veía que el equipo no bajaba los brazos, no bajaba el nivel, porque quieras o no es una falta de respeto. Mantuvimos el nivel, nos tiramos por cada balón, luchamos cada gol y cada defensa”, hasta alzarse como campeonas.

Como no podía ser de otra forma, las primeras personas que se le vinieron a la mente en el momento en el que el árbitro pitó el final del encuentro fueron sus padres. “Ojalá hubieran podido estar allí, porque han estado en todos los campeonatos, pero este era en Azerbaiyán, era muy lejos, y era complicado de ir”, explica, pero los tuvo presentes en sus pensamientos, así como el deseo de “haberles podido dar un abrazo” al proclamarse como campeona.

El éxito también se extiende al balonmano playa

Por si todo lo relatado hasta el momento fuese poco, Elena Torres también ha cosechado triunfos en otras disciplinas como el balonmano playa, que, según ella, tan solo comparte con el balonmano tradicional el nombre. “Yo creo que comparten balonmano, pero no tienen nada que ver. El balonmano en sí es muy reglamentario, y el balonmano playa es pura creatividad”, explica, atribuyéndole a esa disciplina “más diversión y más alegría”, mientras que la balonmano pista lo asocia con un deporte “más serio”.

Y así, entre diversión y alegrías, Elena Torres se proclamó campeona de España de balonmano playa con el Club Balonmano Playa Ciudad de Málaga. “Tampoco me había apuntado a balonmano playa pero mis padres me llevaron a un torneo, y un equipo de Barbate me ofreció ir con ellos a los entrenamientos, pero al final me decante por el Málaga”, explica la pontanesa. No fue fácil su adaptación, ya que recuerda sus primeros entrenamientos donde “intentaba girar y era un desastre, pero al final ese deporte me enamoró por su creatividad”.

No quedaría ahí su andadura en la disciplina ya que, tras tocar oro en su primera participación, Elena Torres lo intentó al año siguiente, durante el verano de 2022, y se proclamó doble subcampeona de España. La pontanesa, que disputó el torneo de nuevo con el Club Balonmano Playa Ciudad de Málaga, pero en categoría cadete femenino y juvenil femenino, alcanzó ambas finales pero acabó sucumbiendo ante Montequinto y contra el equipo A del Ciudad de Málaga, manteniendo el trofeo en casa pero sin poder alzarse como campeona del mismo por segundo año consecutivo.

El objetivo: mantener la pasión por el balonmano mientras estudia medicina

Con todo este palmarés logrado en apenas tres años al más alto nivel, Elena Torres no piensa levantar el pie del acelerador, y ya centra sus miras en el futuro. Ahora mismo, sin embargo, prefiere descansar después de un verano “bastante duro”, pero que ha llevado bien en comparación con el resto del año ya que, al no tener estudios, no tenía ese agobio. Sin embargo, durante la temporada regular, ha sido complicado porque ella se iba a las concentraciones, pero sus compañeros “seguían haciendo exámenes, y yo los tenía que recuperar más tarde, terminaba más tarde que el resto, y ha sido mucho agobio”.

Sin embargo, de cara al futuro, esto no supondrá un problema para ella. Su meta, a nivel deportivo, es “seguir jugando a balonmano” para, dentro de unos años, “jugar en División de Honor”. Pero ella, consciente de su edad, mantiene los pies en el suelo y es consciente de que “primero sería mejor jugar unos años en División de Honor Plata y Oro para formarme y ya después dar el salto si fuese posible”. En cuanto a la selección, sueña con la llamada de la absoluta, pero sabe que aún quedan “cuatro años” y lo ve “bastante complicado”, aunque en caso de recibir la llamada sería “la persona más feliz del mundo” e iría “con muchísima ilusión y muchísimas ganas”.

Por último, a nivel personal, el objetivo es igualmente ambicioso, porque este año se preparará las pruebas de acceso a la Universidad, donde le gustaría estudiar otra de sus grandes pasiones: la medicina. “Es otro de mis grandes sueños a seguir: entrar ahí y seguir siendo igual de feliz”, desea. De igual manera, también le pide al futuro que su familia “siga estando igual de sana, y tener siempre la salud”. A la vez, se ve dentro de cinco años “o en Sevilla en Málaga, estudiando más me gusta, y siguiendo con el balonmano que también es una de mis pasiones. Me encantaría seguir compaginando medicina y balonmano, aunque está bastante complicado, y me encantaría ver esa versión de mí con ambas cosas”.

Así, el futuro de Elena Torres aspira a ser de oro, de brillantes, de quilates y de talento puro. De disciplina, de trabajo, de esfuerzo y de dedicación. De sueños, de metas, de objetivos y de éxitos. De familia, de amigos, de compañeros y de contrincantes. Un futuro prometedor cuanto menos, pero que ya es un presente admirable y un pasado sorprendente pese a su corta edad. Aún no ha cumplido ni la mayoría de edad, pero Elena Torres ya es una de las deportistas más destacadas del ámbito local en lo que a balonmano se refiere, y España, Europa y el mundo ya espera su siguiente paso. Por lo pronto, el objetivo del siguiente año está fijado en China, si nada cambia. El Campeonato Mundial espera, y, de seguir así, Córdoba podría contar con una nueva campeona del mundo.

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