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Las incógnitas de una campaña del aceite de oliva rodeada de amenazas

Aceitunas en un olivo | MADERO CUBERO

Alfonso Alba

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El agricultor siempre está preocupado. Mira al cielo, a ver si llueve o no, también a la tierra, a ver cómo afectan las plagas a los cultivos. E incluso al mercado, a ver si finalmente su producto se venderá bien o no. Pero el olivarero tiene en esta campaña más motivos que nunca para estarlo, ya que en torno al olivar se está gestando una especie de tormenta perfecta.

Este mes de octubre ha comenzado oficialmente la campaña del aceite 2017-2018. El verdeo arranca con el problema de los aranceles con Estados Unidos, añadiéndole preocupación a un sector que en Córdoba genera prácticamente un tercio de su PIB. Pero ese, quizás, sea la menor de sus preocupaciones.

La primera es la ausencia de lluvias. El otoño ha arrancado extremadamente seco. A la fecha actual, no ha llovido nada desde el mes de agosto. El regadío sí que ha sido abundante, pero más de la mitad del olivar cordobés es de secano. Aún así, este domingo concluyó la campaña de riegos extraordinarios autorizados por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.

Por culpa de la sequía, ya se espera una merma en la cosecha de en torno al 30% con respecto a la campaña del año pasado. Y aún está por ver qué ocurrirá en los próximos meses. Las aceitunas aún tienen que crecer y un estrés hídrico puede provocar que muchas, incluso, se queden solo en el hueso. Preocupación.

Los precios. El año pasado, una increíble demanda exterior provocó que el precio del aceite de oliva se disparara. Se mantuvo en torno a los cuatro euros el litro de virgen extra. Ahora mismo, ronda los 3,70 euros. Es un precio muy alto que ha contribuido a que la campaña del año pasado haya sido muy rentable. El aceite, incluso, se ha seguido vendiendo de manera importante, pero estos precios han provocado otro efecto dominó: la caída del consumo interior.

Este mes, el Ministerio de Agricultura ha publicado un informe de consumo alimentario en España en el que anota un incremento del aceite de girasol en la cesta de la compra de casi un 30%. Aún así, el consumo nacional del aceite de oliva sigue duplicando al de girasol, pero denota una tendencia: ante los altos precios, muchos consumidores han optado por otras grasas más baratas.

Pero si hay algo que de verdad preocupa al sector es la famosa bacteria, la xyllella fastidiosa, que podría llegar a los olivares de Andalucía. Su presencia obligaría a arrancar decenas de hectáreas para evitar su propagación, algo que hundiría a sus productores y para lo que las administraciones están tomando todas las medidas necesarias.

La sequía, la amenaza de una plaga bíblica, los altos precios y la caída del consumo interno ponen en alerta al sector económico más importante de la provincia de Córdoba. Y la campaña no ha hecho nada más que comenzar.

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