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Adelante, Montefusco

Enric Montefusco en Hangar | SERGIO TEJERINA

Redacción Cordópolis

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El pasado viernes aterrizó en la Sala Hangar Enric Montefusco, el que fuera líder de Standstill, presentando su primer disco en solitario, Meridiana, producido por él mismo a través de su propio sello Buena Suerte.

En escena cuarteto de formación sin bajista compuesto de la batería de Ramón Rabinad, del violín de Aleix Puig y los teclados, trompeta y acordeón de Pere Jou, acompañamiento de excepción para el proyecto que lo hace más orgánico, alejado de la técnica y los artificios modernos.

Poner a tu disco de debut en solitario el nombre de la calle donde te criaste hace ver que empezamos el camino a los orígenes. Volver al origen, a contar historias de barrio siguiendo la brecha abierta en el último disco de la banda, Dentro de la luz.

Arrancó la noche con un Adiós, tan solo con el micrófono en mano, en el silencio de la oscuridad que dio paso a Meridiana y su invitación a ver las casitas de colores que relata la letra. El resto del concierto vimos una a una esas casitas de esa avenida en la que creció en forma de canciones de su disco. Todo para todos con su jolgorio de palmas que parece un jaleo de bulerías en ocasiones, Buenas Noches, Flauta man que está llamada a ser un himno generacional, Vida plena, Uno de nosotros (una de mis preferidas) con su ritmo funerario que suena a una lectura de obituario continua con el sonido de un tañir de campanas de fondo.

Hubo sitio para alguna del extinto proyecto, con un ¿Por qué me llamas a estas horas? o Adelante, Bonaparte y hasta para una versión de Albert Pla, Todo es mentira, que, según nos aclaró, después de escucharla entiendes el porqué de todo.

Para terminar el concierto con un Obra maestra y un Todo para todos en medio de la sala rodeados del público sin micrófonos, una escena que recordaba a algún final de cumpleaños de algún mafioso calabrés con todos sus invitados haciendo palmas y coreando estribillos como un mantra que ha de cumplirse.

Ayer volví a ver a Enric y es que cuando los grupos que te han marcado se separan y alguno de sus integrantes hace algo en solitario, siento esa extraña sensación de cuando vuelves a verte de nuevo con esa novia que tuviste y tanto amaste. Standstill era esa novia y ayer Enric, volví a verte.

Estimado Montefusco, había escuchado tu disco y es como cuando ves las fotos de ese amor pasado y la sigues viendo adorable. Ayer nos volvimos a ver para tomar ese café de ex novios que se miran con los ojos del amor latente y todo salió bien. Final feliz.

Larga vida a Enric, adelante como un general francés, adelante Montefusco.

PD: como alguien vociferó en la sala “Romper un silencio así, sí tiene perdón”.

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