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Bujalance: cuna de la Torre de Pisa andaluza

Carmen Reina

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Hasta sólo hace unos años, nadie se había parado a medir científicamente lo que a ojos de todos los bujalanceños desde hace siglos se mostraba día a día en la Plaza de Santa Ana del municipio. Allí, presidiéndola, se encuentra la iglesia de la Asunción, cuyo campanario parece querer imitar a la Torre de Pisa con una llamativa inclinación sobre el suelo.

Sin tener que viajar hasta el país italiano, curiosos y visitantes se pueden fotografiar sosteniendo con sus propias manos esta torre inclinada de 52,5 metros, construida entre los siglos XVII y XVIII con ladrillo y piedra molinaza roja, como campanario de la entonces ya existente iglesia de la Asunción, conocida como la Catedral de la Campiña cordobesa por sus dimensiones.

Fue en agosto de 2012 cuando se realizaron las mediciones científicas que corroboraron lo que todo el mundo veía: la Torre de la Asunción tenía una inclinación de 1,15 metros sobre su línea vertical, conformando un ángulo de 3,5 grados, muy cercano a los 4 grados de la Torre de Pisa. Lo que nunca se ha podido saber a ciencia cierta ni ha aparecido en documentación histórica sobre la torre son las causas de dicha inclinación.

Las teorías que hoy se barajan son dos: bien pudo deberse a un movimiento de tierras del suelo de arcilla expansiva propio de Bujalance o bien se debió a un error en la construcción. Ésta última teoría cobra fuerza cuando, al observar con detenimiento la torre, se comprueba cómo sus dos cuerpos iniciales permanecen rectos –de haberse producido un corrimiento de tierras afectaría a toda la construcción por igual- mientras que la inclinación comienza a partir del tercer cuerpo de la torre, afectando a las dos zonas más altas, donde están las campanas.

Unas campanas que ya nadie sube a tocar sino que suenan solas de manera programada, porque a la Torre de la Asunción hace tiempo que no se puede subir. Por eso, curiosos y turistas acuden al cercano castillo de la alcazaba de época árabe, que se levanta junto a lo que entonces era una mezquita y donde se construyó después la propia iglesia de la Asunción. Desde esta alcazaba, a la altura del tejado de la nave principal del templo, la percepción de la desviación de la torre sobre la vertical es perfectamente visible.

Visible también desde los olivares que se extienden alrededor de Bujalance, erguida de esta manera tan particular como silueta que identifica al municipio. Un símbolo que en esta localidad cobra sentido más allá de su propia estética, por la relación que existe entre las iglesias de la localidad, un impresionante conjunto de arquitectura religiosa erigido entre los siglos XVI y XVIII. Entre todas ellas se dan unas claves astronómicas y de proporciones que han permanecido secretas durante cinco siglos y que fueron descubiertas en 2012, en lo que se ha venido a denominar la arquitectura del sol.

Y es que los arquitectos de estos edificios religiosos quisieron dejar un particular jeroglífico en sus construcciones: todas ellas orientan el eje de la nave principal de sus iglesias al lugar exacto del horizonte por donde sale o se pone el sol el día en que se celebra la onomástica del santo en honor del que se levantó el templo, según el calendario juliano vigente entonces.

Así, la iglesia de la Asunción se orienta a la salida exacta del sol el día de su onomástica según el antiguo calendario (25 de agosto actual); la cercana parroquia de San Francisco se proyecta hacia la puesta del sol el día de su santo (14 de octubre actual), cuando el último rayo de luz entra por el rosetón del pórtico y va a morir en la imagen de éste que preside el altar; como también se orienta hacia la puesta de sol la iglesia de la orden de las Carmelitas Descalzas, unas claves descubiertas tras años de investigaciones por José María Abril, bujalanceño y catedrático de Física Aplicada en la Universidad de Sevilla.

Esa particular orientación por advocación de las iglesias de Bujalance, se suma a otra singularidad en la construcción de estos edificios: los campanarios de estas tres iglesias están perfectamente alineados y, para ello, se han utilizado en sus proporciones y emplazamientos el denominado número de Dios –el número áureo o la Divina Proporción- y la raíz cuadrada de dos, cifras que hace siglos habitaron en la mente de las élites intelectuales y donde la astronomía fue una ciencia que se aplicó a la arquitectura religiosa.

Una ciencia aplicada ésta –la de las iglesias de Bujalance- que no se ha encontrado en ningún otro edificio religioso de Andalucía y que sólo se da en algunas iglesias del Camino de Santiago, en construcciones similares en Gran Bretaña o en el norte de África. Un atractivo singular, sutil y fascinante, al fin y al cabo, que el municipio de la Campiña cordobesa quiere explotar para revitalizar el turismo local, como peculiar núcleo del misticismo religioso e intelectual hecho arquitectura.

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