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De Valdelomar a Nosferatu: 25 años de Filmoteca

Susana Córdoba presentando el acto de anoche. | TONI BLANCO

Marta Jiménez

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La Filmoteca de Andalucía cumple un cuarto de siglo en Córdoba y lo celebra con el documental restaurado 'Julio Romero de Torres' y con la música en directo de Prin La La' acompañando la proyección de 'Nosferatu'

El 19 de diciembre de 1989 una película restaurada de José Valdelomar y un saludo de campanas de Llorenc Barber inauguraron la Filmoteca de Andalucía, con sede en Córdoba. Invitados ochenteros bajo unas enormes fotografías de ángeles masculinos se dieron cita en los patios del antiguo Hospital de San Sebastián, del siglo XVI, recién convertido entonces en centro cultural. La película del vanguardista director andaluz, quien puso nombre a la sala principal de la Filmoteca, fue Agua-espejo granadino, un filme restaurado y  aclamado en Berlín de un director desconocido en la época en su tierra. Un ciclo dedicado al cine de los 80 y otro al cine andaluz siguieron en los primeros días la actividad de un espacio que sigue vivo 25 años después.

El 19 de diciembre de 2014 la actriz Susana Córdoba, convertida en una especie de Rosa púrpura del Cairo saltando de un lado al otro de la pantalla, condujo la gala de celebración del primer cuarto de siglo de la Filmoteca. Y es que había más de 10.000 momentos maravillosos  -o proyecciones- que celebrar: mirar a los ojos en pantalla grande a Katherine Hepburn mientras la escuchas respirar en versión original; poder tragarte en un ciclo lo mejor de Kurosawa, Kubrick, Bergman, Buñuel, la Nouvelle Vague o el Neorrealismo italiano; retroceder a Eisenstein, Chaplin o Lang o poder acceder a películas que nunca llegarían a las salas comerciales en el corazón de la Judería; acudir al estreno de Reservoir Dogs en Córdoba o de Persépolis, con colas que llegaban a la Mezquita; escuchar hablar de cine en sus salas a Ray Loriga, Juan Luis Galiardo Javier Rebollo, Benito Zambrano o Pablo Berger. Y lo mejor de todo, la creación de hábitos culturales que han calado entre los cordobeses que ahora llenan la Filmoteca, un logro que ya nadie podrá arrebatarnos (La Filmoteca ha tenido este año en Córdoba más de 27.000 espectadores, un 9,5% más que el año anterior, y sumando las demás sedes por otras provincias han sido 36.691 espectadores en total. A ellos hay que sumar más de 10.000 usuarios en el resto de actividades).

Anoche Julio Romero de Torres se mezcló con Nosferatu. Un documental de 1940 de Julián Torremocha, restaurado y reestrenado por la Filmoteca, que  retrata la injusta imagen de pandereta que el franquismo otorgó al pintor de la mujer morena, a la vez que conforma un documento  inigualable de la Córdoba de final de los años 20 y de 1940, inauguró el acto central de la efeméride. Le siguió la proyección de Nosferatu el vampiro (Friedrich Wilheim Murnau, 1922), acompañado por la música en directo de Prin La La', un grupo que demostró la especial conexión que tiene con el vampiro romántico, poniéndola de manifiesto a través de ruidos, basados en la naturaleza, que reinaron durante la hora y media de proyección y en los que sonó el viento de la noche, el agua o los pájaros, todo ello convertidos en ritmo y música.

Para ello, Fernando Vacas realizó un guión de la música que sirvió para saber qué ritmo y qué melodía acompañan a cada escena. “Una sensación de improvisación, muy controlada porque ensayamos muchísimo”, aseguró el músico. Casi todo lo que sonó fue inédito, con mucha base electrónica, aunque con algún fragmento de canción de Prin La La' como 'La flor espantapájaros' o 'El desencanto' en homenaje a Leopoldo María Panero, acompañados por violín, órgano, piano, percusión, sintetizadores, sampler y coros.

No es difícil imaginar a los cordobeses de 1989 creyendo que era una inocentada aquello de que iban a abrir toda una Filmoteca en Córdoba. Parecería de ciencia ficción aquella noticia de que se erigiría, y al lado de la mezquita, nuestro particular Cine Doré. La Filmoteca de Andalucía tocó en una especie de “pedrea” de instituciones culturales que se repartieron por la Andalucía de finales de los 80 y a Córdoba le tocó el gordo. Un regalo para la ciudad. Porque aquí no solo se exhiben películas imposibles de ver en pantalla grande, si no que también se investiga, se recopila, se conserva y se difunde el patrimonio cinematográfico andaluz.

Dar el salto al digital en todos los aspectos, promover el patrimonio fílmico para que sea considerado a la altura del resto de patrimonios y más estrenos de cine independiente, documental y ciclos son los retos a corto plazo de la institución cultural. La Delegada de Cultura, Manuela Gómez, afirmó anoche que “debemos ser apoyo a la sociedad civil, ser cómplices de asociaciones y entidades, que día a día trabajan con nosotros, considerando que la cultura no es un adorno sino una herramienta de transformación social.”

Cuando el espectador entra por el amplio zaguán de la Filmoteca, se siente como en un túnel que le lleva al otro lado del espejo, al de la ficción. La Filmoteca tiene sede en una casa solariega distribuida alrededor de una sucesión de patios típicamente cordobeses. Es una sorpresa este espacio arquitectónico en donde lo mejor ocurre con la luz apagada. Como se ha dicho, parte de esta casa era un antiguo hospital. Entre estas paredes se sufría, se pasaba miedo y se luchaba por la vida en el pasado. Todo eso y mucho más también ocurre ahora, pero a través de las películas.

Los humanos necesitamos representaciones de la realidad y en Córdoba parte de ellas tienen sentido porque ocurren en la Filmoteca.

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