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Avanti: “Aquí hay espectadores, pero no hay público. Hay que cultivarlo”

Los tres componentes de Avanti FOTO: MADERO CUBERO

Manuel J. Albert

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El proyecto Avanti arranca su octava temporada. La única iniciativa que mantiene un teatro privado en Córdoba con programación permanente cumple ocho años contra viento y marea. Avanti está integrado actualmente por Julián Molina, Francisco Santofimia -el mago Flain que te Flain- y Daniel Ceballos. Los dos primeros reciben a CORDÓPOLIS en el teatro del colegio de los Salesianos, en la calle María Auxiliadora, su sede desde que arrancó la aventura.

Avanti es un proyecto empresarial, pero también social. Muy social. Tras sus puertas han nacido escuelas de artes escénicas dedicadas al teatro, la magia, la música y la danza. Mantienen una programación con un fuerte peso infantil y juvenil, convencidos de que serán el público que en el futuro llenará no solo su sala, sino la de todos los teatros.

Como buenos artistas, en Avanti hacen malabares. Y magia. A pesar de que las cuentas viren en ocasiones al rojo, logran mantener vivo un circuito formativo que sustenta el programa de espectáculos. Una aventura que luchan para que sea una historia con final feliz pero que, aveces, se tiñe con momentos de drama. Y con esa primera pregunta arrancamos. Responde Julián Molina, aunque Francisco (Paco) también va a intervenir a lo largo de la entrevista.

PREGUNTA. Esta aventura teatral parece tener también mucho de drama. ¿Crees estar dentro de una tragedia griega?

RESPUESTA. La parte de tragedia puede ser la económica pero hay un motor que para nosotros es fundamental y que les falta a muchos proyectos que sí pueden tener financiación: la ilusión. Ese es nuestro buque insignia. Y en nuestro caso, esa ilusión permanece, si cabe y después de ocho años, más fuerte que cuando empezamos. Es parte de nuestros genes, de nuestra vida. Si mañana me tocase la lotería, pasado mañana seguiría haciendo lo mismo. No sabemos hacer otra cosa. Nos gusta nuestro trabajo y creemos que es importante. No somos los salvadores del mundo mundial, pero sí creemos que ayudamos a que todo sea un poco mejor. Aportamos nuestro grano de arena. Ya estamos pensando en la novena temporada, cuando todavía no hemos empezado la octava.

P. ¿De donde salen ustedes?

R. Venimos del mundo de la escena. Somos personas del mundo del teatro de aquí de Córdoba. Teníamos nuestros espectáculos, nos dedicábamos a montar nuestras producciones, a venderlas, recorríamos Andalucía, salíamos a otras regiones de España. Allí donde nos contrataban, íbamos.

Si mañana me tocase la lotería, pasado mañana seguiría haciendo lo mismo

P. Los tres componentes de Avanti formabais parte de la misma compañía.

R. Dani y yo sí, pero Paco no. Lo que hicimos en aquel momento fue crear un proyecto de gestión. había entonces más personas implicadas pero bueno, tal vez no estamos demasiado acostumbrados a trabajar en equipo, a tener confianza y de aquel proyecto que implicaba a mucha gente se fueron cayendo determinadas personas en el momento en el que había que aportar trabajo y aporte económico. Como ocurre en cualquier iniciativa empresarial, hablando de la parte puramente empresarial del proyecto. No todo el mundo lo veía o no todo el mundo estaba dispuesto a invertir dinero y, sobre todo, tiempo, mucho tiempo en el proyecto. Así que estos amigos y conocidos de aquí de Córdoba se fueron apeando progresivamente y nos quedamos nosotros tres, que teníamos plena confianza y aquí seguimos.

P. Llama la atención que Avanti tenga una sede, un teatro físico de iniciativa privada que se autogestiona. ¿Nació con esa idea de buscar un techo permanente?

R. Sí, Avanti nace como la creación de un proyecto de gestión de un espacio escénico.

P. Pero sin determinar, todavía.

R. Sin determinar. Teníamos el modelo, el proyecto negros sobre blanco. Pero había que ponerlo en práctica. Sabíamos de espacios que en aquel momento no se utilizaban -y que siguen sin utilizarse- y que dependían de las administraciones públicas. Creíamos que una parte fundamental y obligatoria de las administraciones era dar uso a esos espacios y por eso nos dirigimos a los responsables para solicitarles la apertura de esos espacios. Y les presentamos un proyecto serio y viable que respondía a una necesidad social de los ciudadanos-

P. ¿A qué espacios cerrados se referían?

R. Pues en aquel momento hablábamos del antiguo cine Osio en la plaza de Cañero, el Teatro Cómico, junto a la plaza Séneca, la antigua sala Medea de los Colegios Mayores. Fuimos a solicitar aquellos espacios pero nos encontramos con algo a lo que, desgraciadamente, estamos muy acostumbrados los ciudadanos: reuniones que solo servían para convocar más reuniones que, además, se iban alargando en sus plazos siguientes. Sin alcanzar ninguna determinación.

P. Nunca les dijeron que no a nada, pero...

R. No había un no, pero tampoco había un sí. Era una especie de desidia. Y aquello nos obligó a los que estábamos al frente del proyecto a sentarnos y ver qué hacer. Creíamos que los espacios a los que podíamos acceder eran los públicos pero, de pronto, alguien nos hizo ver que también existían espacios privados en la ciudad. A ese amigo le preguntamos cuál y nos respondió que el teatro del colegio de los Salesianos. Y aquí nos vinimos un día a hablar un día con el director que nos hizo esperar solo cinco minutos. Fuimos a presentarle aquel proyecto tan bonito que habíamos editado con un diseñador gráfico, lo vio, nos reconoció que era precioso y que estaba perfecto pero nos dijo: “Ahora, chavales, contadme de verdad de qué va esto”. Y le respondimos que lo que queríamos era tener un espacio con programación estable y continua en Córdoba, que sirva de espacio de producción para que personas que no tengan recursos puedan usarlo, queremos establecer una escuela de teatro y hacer talleres que no existían entonces en la ciudad. Le gustó el planteamiento, le pidió al conserje la llave del teatro, entramos aquí con él, permanecimos 20 minutos, nos enseñó las dependencias, vimos que había necesidades de carácter técnico.

Fuimos a las administraciones a solicitar el uso de los espacios teatrales vacíos. Solo encontramos reuniones que servían para convocar más reuniones que, además, se iban alargando en sus plazos siguientes. Sin alcanzar ninguna determinación

P. ¿Estaba en uso?

R. Solo como salón de actos del propio colegio. El caso es que, tras esos 20 minutos nos preguntó si nos gustaba y le dijimos que nos encantaba. Era realmente un teatro, con una parte escénica muy versátil con posibilidad de cambio de escenarios y demás. “Pues es vuestro”, nos dijo. Nunca se me olvidará, no nos lo podíamos creer. Era algo inesperado, sabíamos que era un tren que pasaba y que había que coger en ese momento. A partir de ese momento tuvimos que desarrollar toda aquella teoría que habíamos escrito y ponerla en práctica. Pero ya teníamos el espacio, que era muy importante.

P. Y tenían un modelo en el que ya lo público quedaba de lado y se embarcaban en algo puramente privada. Tras ocho años, y viendo en que situación está el sector público, ¿están contente del rumbo que tomaron?

R. La verdad es que sí. Nosotros no nos diferenciamos de otros espacios escénicos donde la administración lleve la gerencia. Nosotros hacemos un servicio público, el mismo, si no más, que otro espacio gestionado por lo público. Ofrecemos formación y espectáculos, de la misma forma que lo hace la Administración, aunque claro está, los costes son muchísimo menores en nuestro caso. Y todo por la implicación social y compromiso que aportamos por nuestra parte. Y la sociedad en Córdoba nos lo aplaude y es una satisfacción y un orgullo.

Creíamos que los espacios a los que podíamos acceder eran los públicos pero, de pronto, alguien nos hizo ver que también existían espacios privados en la ciudad

P. ¿Por qué no hay ninguna otra iniciativa privada similar ligada a la escena en esta ciudad? ¿Cuál es vuestro truco?

R. (Paco) El truco es el trabajo y la ilusión, que parece una palabra mu manida. No, realmente es ilusión, la llevamos dentro y nos gusta, si no, es imposible sacar esto adelante.

P. Pero esta es una ciudad con una Escuela Superior de Arte Dramático del que todos los años salen promociones formadas, ¿por que no existe un tejido mayor de teatros?

R. (Paco) Esa es la pregunta que nos seguimos haciendo nosotros también. Por qué no salen más iniciativas como Avanti. Lo bueno sería que saliesen como champiñones y que se generase un circuito o se desarrollase una zona en la ciudad. No sería competencia, sería todo lo contrario, sería promocionar, promover el teatro y educar a la gente en las artes escénicas.

Nosotros hacemos un servicio público, el mismo, si no más, que otro espacio gestionado por lo público. Ofrecemos formación y espectáculos, de la misma forma que lo hace la Administración, aunque claro está, los costes son muchísimo menores

P. ¿Creen que existe una cultura ciudadana de ir al teatro, de disfrutar con él?

R. (Paco) Eso es lo que intentamos crear. Pero es complicado, sobre todo por el tema económico... Y en eso entra también la gratuidad. ¿Por qué hay tantos eventos gratuitos? Los artistas que trabajan en la cultura, en el teatro, en la danza, en la música, ¿no comen? ¿De qué viven? ¿Por qué esos espectáculos tienen que ser gratuitos? Nosotros tenemos unas entradas que tratamos de recortar todo lo posible para que sean unos precios económicos pero que fomenten también la educación de la gente en este sentido.

P. Hasta el año pasado, tuvieron temporadas en las que tuvieron hasta 50.000 personas. Pero afirman que las cifras se han estancado. ¿Lo achacan a la crisis o a lo que hablaban de esa falta de tradición de ir al teatro?

R. Se fomenta mucho que las personas vayan a ver espectáculos de carácter mediático. Pero nosotros diferenciamos entre lo que es el público y lo que son los espectadores. Los espectadores son personas que van a algo concreto en un momento concreto. El público, en cambo, es asiduo, ama el arte. Eso se ve muy bien en el mundo del cine. Existe la gente que dice “voy al cine” y luego piensa qué película va a haber. En el teatro, la música o la danza no se da eso. Se dice: “voy a ver al artista de turno porque sale en la serie de moda de ese año”. Y eso no significa que el espectáculo de ese artista de carácter mediático sea mejor o peor que otros que no tengan esos nombres conocidos.

Los artistas que trabajan en la cultura, en el teatro, en la danza, en la música, ¿no comen? ¿De qué viven? ¿Por qué esos espectáculos tienen que ser gratuitos?

P. Cuando el año pasado los espectadores pagaron entradas no precisamente económicas para ver La bella y la bestia, por ejemplo, y se llenó el teatro, ¿qué se les mueve por dentro?

R. Eran espectadores, no público. El público es el que sabe diferenciar la calidad del artista que se sube al escenario sin necesidad de que haya detrás una campaña de publicidad que le respalde. Son espectáculos puramente mediáticos.

P. ¿Es duro ver que un espectáculo así se llene todos los días y que con buenos espectáculos que vienen a Avanti cueste llenar la sala?

R. (Paco) Tenemos un poco de miedo a ver cosas que no son mediáticas o títulos que no son conocidos. hay que educar a la gente a que vea cosas y luego las critique. Volvemos al cine: la gente va a ver una película y si no le gusta, volverá al cine a ver otra. Pero hay gente que viene al teatro y si no le gusta ya dice que lo que no le gusta es el teatro en sí. No sé por qué la cabeza funciona así, pero es una realidad.

P. La programación de Avanti tiene un componente muy fuerte de teatro infantil y juvenil. ¿Formaba parte del proyecto original o se dieron cuenta de que además es un público no sólo agradecido sino que además tiene menos prejuicios como el que comenta Paco?

R. En nuestros comienzos pretendíamos tener una programación variada que abarcase también al público adulto. Pero pronto nos dimos cuenta de que no teníamos la respuesta de los adultos y fue cuando descubrimos que había espectadores que eran capaces de pagar entradas caras para artistas de un caché alto pero que no venían a Avanti. Aquí hay espectadores, pero no hay público. Hay que cultivarlo y esa parte de formación se convirtió en algo imprescindible. Y lo sigue siendo. hay que hacer público. ¿Y como lo hacemos? En las edades más tempranas. No hay otra fórmula. Nos llena de orgullo, tras ocho años, ver a público que nos venía a ver en las actuaciones infantiles con sus padres, que ahora vienen solos o con su grupo de amigos. Vemos que nuestros objetivos se van cumpliendo.

P. Muchas compañías están a punto de desaparecer por el impago de las administraciones, que no abonan o tardan mucho en pagar los espectáculos que se representan en el circuito público.

R. Nosotros también tenemos problemas. Nuestra programación es deficitaria. La suma de lo que paga cada espectador no es suficiente para pagar la obra que están viendo. Necesitamos otra fuente de recursos de otros programas como son nuestras escuelas o nuestras producciones que viajan para que parte del beneficio revierta en la programación. Por eso hablamos de ese aporte de responsabilidad social que tenemos.

Hay gente que viene al teatro y si no le gusta ya dice que lo que no le gusta es el teatro en sí. No sé por qué la cabeza funciona así, pero es una realidad

P. La parte formativa les ocupa cada vez más tiempo.

R. No tiene carácter profesional. Pero de principio. Puede que empiece como una afición pero ha habido algún alumno que ya se está dedicando de manera profesional en alguna compañía. Creemos en lo práctico. Tamara Rojo decía que falta mucho pragmatismo en la formación artística de este país. Coincidimos plenamente con ella. Hay docentes que nunca se han subido a un escenario. Muchos no saben lo que es hacer una campaña, no saben lo que es viajar ni conocen la dinámica de una producción, lo que cuesta hasta que se pone en marcha. Y eso se nota mucho en la docencia. No queremos caer en ese error. Somos pragmáticos y si hay alguna iniciativa que quiera dar el salto tiene nuestro apoyo. Tenemos, incluso, un programa dirigido a esas personas que quieren dar ese salto.

P. ¿En qué consiste?

R. para empezar es fundamental un lugar de ensayo. Y aquí entendemos siempre que el sí es la respuesta. Luego empezamos a ver las posibilidades. Si alguien necesita un espacio, buscaremos la manera para dárselo. Hemos tenido compañías residentes.

P. Como conclusión, parece que empieza a haber un mayor mercado de gente que quiera hacer cosas en teatro.

R. Sí, cuando empezamos no había un ejemplo de escuela de teatro privada en una ciudad tan grande como Córdoba. Y teníamos nuestras dudas de que en los cursos dirigidos a público adulto hubiese respuesta. Pero se ha disparado la demanda. Hay mucha gente que consideran que para satisfacer su ocio, no todo tiene que ser fútbol y que la cultura forma parte de sus vidas y que quiere seguir creciendo. Y nos dimos cuenta que lo mismo pasaba con la música o la danza.

Creemos en lo práctico. Tamara Rojo decía que falta mucho pragmatismo en la formación artística de este país. Coincidimos plenamente con ella

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