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Rosa Aguilar: “Nunca he tenido ambiciones políticas”

FOTO: MADERO CUBERO

Redacción Cordópolis

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VÍDEO: VICTOR MOLINO

Rosa Aguilar ya no es alcaldesa, ni consejera de Obras Públicas ni ministra de Medio Ambiente, Rural y Marino. Y eso se nota. Antes, habría sido imposible una entrevista así. Antes, el teléfono de Rosa Aguilar no paraba de sonar. Durante las entrevistas, la Rosa alcaldesa, consejera o ministra no paraba de recibir papelitos de sus asesores o susurros al oído porque había pasado algo que tenía que saber. Entonces, gestionaba. Y ella no paraba de mirar el reloj. Eso era antes, con la otra Rosa.

Afuera llueve intensamente, el río Guadalquivir está apunto de desbordarse en Córdoba y Rosa Aguilar no tiene prisa. Aunque sus respuestas tienen el mismo tono y extensión de siempre, ahora responde sin ese agobio del tener que acabar cuanto antes porque alguien le está esperando. Eso sí, tiñe todo su discurso de un acento marcadamente social, área de la que se encarga dentro del grupo parlamentario socialista en el Congreso de los Diputados. Atiende a CORDOPOLIS durante casi dos horas y media. En ese tiempo, el teléfono ha vibrado un par de veces y ella ni lo ha mirado.

PREGUNTA. Usted lo ha sido casi todo en política: alcaldesa, consejera de la Junta y ministra del Gobierno. Hoy es diputada por Córdoba. Sabiendo cómo es la política, ¿sigue teniendo ambiciones o esta del Congreso es ya su última etapa?

RESPUESTA. Primero tengo que decirles una cosa: yo nunca he tenido ambiciones políticas, a pesar de que muchas personas pueden pensar lo contrario. Pero es verdad que ha habido una serie de circunstancias en mi vida que han hecho que al final tenga determinadas responsabilidades en el ámbito de la política. Ser alcaldesa de tu ciudad es lo mejor que te puede pasar. Lo más. Y luego tengo la oportunidad de servir a Andalucía en una Consejería y defenderla después en un Ministerio como es el Ministerio de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca. En ese contexto, ahora soy diputada. Para mí lo importante es siempre, desde mi compromiso social -porque llego a la política con un compromiso social- seguir sirviendo a los ciudadanos y a las ciudadanas. En ese sentido, no tengo ninguna meta en política personalmente. Creo que como se construyen los proyectos es colectivamente. Y a partir de ahí, yo hoy estoy en un proyecto político para impulsar respuestas que son necesarias en este momento político que estamos viviendo, un momento en el que la mayoría de la ciudadanía que lo está pasando muy mal.

P. Pero es cierto que a lo largo de gran parte de su carrera política ha impulsado esos proyectos de los que habla desde la primera línea, siempre delante de las cámaras, con una resonancia mediática muy fuerte. Ahora que es una diputada de provincias en el Congreso, ¿cómo se ve todo, cómo se trabaja desde esa segunda o tercera fila?

R. Pues se trabaja intensamente. Digamos que la intensidad en el trabajo y la calidad del trabajo no disminuyen. Lo que pasa es que, desde tu responsabilidad institucional, tienes que saber bien cuál es tu espacio y cuál es tu lugar. Y en ese contexto, ahora mismo, el estar ocupándome de lo que son las políticas sociales desde un grupo parlamentario que está en la oposición, para mí es fundamental, en los términos en los que el contacto con todas y cada una de las organizaciones sociales es clave. Y en este momento, mucho más. Hay tanta gente que lo está pasando tan mal, que lo que te planteas cada día que te levantas es, desde tu condición de diputada de provincias, cómo puedes tender la mano y cómo puedes ayudar. Cómo puedes ser útil para la ciudadanía, que es el sentido de la política. Si no, no tiene ningún sentido. Estar en política por estar, para tener un cargo institucional, no vale absolutamente para nada. El sentido de la política es servir a la ciudadanía y serles útil. Y cuanto más proximidad y más cercanía a las personas se tenga, más útil puedes ser. Por eso, tiene tanta intensidad, en todos los sentidos, la política municipal. Porque es la proximidad, es la cercanía a cada minuto de tu vida, cada día de tu vida; es poder conocer lo más íntimo de una persona y tender la mano para ver cómo le ayudas desde tu responsabilidad. Y eso, la cercanía y la proximidad, es una de las cosas pendientes del Parlamento.

P. ¿No echa de menos la etapa municipal?

R. Sí. La etapa municipal se echa siempre, siempre, siempre de menos. Claro que se echa de menos el trabajo en la propia ciudad a pie de calle. Yo lo echo mucho de menos. Es verdad que eso te obligaba a mucha más intensidad, a trabajar las 24 horas del día. Pero es que a mí no me importaba. Pero echas de menos sobre todo a la gente, el hecho de no poder verla casi cada día, como yo la veía, o cada semana. Ahora, cuando veo a la gente me dicen: “¡Ah! ¡Qué llevo mucho tiempo sin verte!”. Y a mí me da un pellizco el corazón. Pero bueno, cada vez que puedo, tanto en la ciudad como en los pueblos, estoy con los colectivos, estoy al lado de la gente. Es una manera de seguir con esa proximidad que cada día es fundamental.

P. ¿No le provoca ese mismo pellizco el ver ahora mismo a otro alcalde en la ciudad haciendo las cosas de forma diferente a como usted las haría?

R. El pellizco en el corazón no me da, me da dolor de estómago cuando veo algunas cosas de las que se están haciendo. Porque es realmente preocupante. Creo que Córdoba es una ciudad referente en el mundo entero y que merece que haya proyectos que se lleven a cabo, que se ejecuten y se hagan realidad para la ciudad. Hay decisiones que ni entiendo ni comprendo aunque he sido, como antigua alcaldesa, tremendamente respetuosa y no he querido hablar de ello. Hasta ahora, he guardado silencio. Pero de verdad, creo que hay cosas que están pasando en esta tierra nuestra que son tremendamente dolorosas. Cuando veo las cifras del paro, cuando veo la realidad de los servicios sociales, cómo están las ayudas a las personas que no tienen ni para comer, sí que me da mucho dolor de estómago, me duele el alma y el corazón.

Estar en política para tener un cargo institucional no sirve absolutamente para nada

Y claro, cada uno tenemos una mirada a la vida y a las cosas y hacemos las cosas de manera diferente y distinta. Yo creo que ahora, en las ciudades, los alcaldes y las alcaldesas tienen que ser tremendamente revolucionarios para buscar fórmulas nuevas que sirvan para paliar las necesidades que mucha gente está pasando y sufriendo. No solo descansar en lo que son las organizaciones o las ONG, Cáritas o bancos de alimentos que están haciendo una labor que hay que reconocérsela y agradecérsela para el resto de nuestra vida. Pero creo que también, desde el ámbito de lo público, hay que dar respuestas totalmente nuevas.

P. A pesar de su trayectoria municipal es usted una veterana en el Congreso... ¿Cuántos años estuvo en su primera etapa de los 90?

R. Estuve dos legislaturas. Siete años en total, porque una duró cuatro años y la siguiente tres. Fui diputada hasta el año 2000.

P. Siempre ha sido diputada en la oposición, excepto su periodo de ministra. ¿Qué diferencia hay entre aquel periodo que vivió durante siete años y el actual? Con todas las paradojas que tiene, además, el haber sido oposición del partido al que representa ahora.

R. Pues hay una diferencia fundamental para mí y que me parece clave. En 2003, desde mi punto de vista, el Congreso estaba a la altura del país. Estaba más cerca de la ciudadanía. Y el Congreso de los Diputados, sobre todo, era un espacio donde se podía dialogar, donde se podía acordar y consensuar. Poniendo en primer lugar a quienes tienen que estar: los ciudadanos y las ciudadanas. Y ahora, lo que notas es que el diálogo en el Congreso de los Diputados se hace, cada día, imposible. Porque el Partido Popular entiende que con su mayoría absoluta es suficiente y bastante. Considera que, como todo lo gana con la mayoría absoluta, no hace falta escuchar propuestas, dialogar, acordar y consensuar. Yo creo que en la situación de crisis que estamos viviendo, precisamente lo que hace falta en la política es mucho diálogo. Tenemos que meternos cada día en la piel de las ciudadanas y los ciudadanos, que lo están pasando mal, tienen desempleo o en las familias en las que, desde hace años, no trabaja ningún miembro. Poniéndonos en esa piel, tenemos que saber a ciencia cierta que el diálogo es imprescindible y que hay que llegar a acuerdos importantísimos. Pero importantísimos en clave de ciudadanía. El tema de los desahucios, por ejemplo, es un tema real. Y es que no se puede estar planteando rescatar a los bancos y que los bancos sigan desahuciando a las personas. Es que eso es inadmisible. Y como es inadmisible, hay que llegar a un gran acuerdo y decir: “Hasta aquí hemos llegado, ya no se desahucia a nadie de su casa. Ya está bien”.

Cada vez que veo lo que hace el Ayuntamiento de Córdoba me da dolor de estómago

Entonces, creo que hay determinaciones y decisiones contundentes que deben de tomarse en el ámbito del Congreso de los Diputados, pero que tienen que estar precedidos por el diálogo. Aunque, desgraciadamente nos encontramos con un Gobierno que prefiere la soledad absoluta desde su mayoría absoluta.

P. ¿Le recuerda en algo a aquellas legislaturas de los años 90 que usted vivió y que...?

R. No, No...

P. ¿... que fueron especialmente duras [última legislatura del PSOE y primera del PP]?

R. No me recuerdan en nada. No me recuerda en nada a esos años porque, precisamente, en esos años se podía hablar y mucho. Y además se podía, incluso, establecer diálogos, como yo digo, con la privacidad suficiente para que pudieran llegar a puerto y a buen término. Pero para eso hay que saber dialogar el tiempo necesario en esa privacidad. Para luego, cuando se avance, darlo a conocer en los medios de comunicación para que lo conozcan las ciudadanas y los ciudadanos. Ahora, antes de empezar a hablar ya se está diciendo sobre lo que se va a hablar y cómo se va a hablar. ¡Pero bueno, si no hemos empezado a hablar cómo se va a decir nada! Yo creo que la política, en este momento, no se está escribiendo con mayúsculas a nivel del Estado. Y eso lo están viendo las ciudadanas y los ciudadanos. Es por eso que ha habido un distanciamiento.

“Ahora los alcaldes tienen que ser tremendamente revolucionarios”

Entonces, yo creo que, lo primero son las personas. Y en ese sentido, la política tiene que estar al servicio de las personas. Y, seguramente, que la gente no está notando esto porque no nos están viendo dialogar sobre lo que ellos viven todos los días. Y es que hay que recordar que hay gente que pasa hambre, que no tiene casa, que no tiene trabajo, que no sabe qué va a ser de su vida mañana ni de la de sus hijos, que están perdiendo becas y oportunidades, que no ven ninguna salida. Yo creo que lo que la gente, lo que quiere, es vernos hablar a los que estamos en política de eso. Para buscar soluciones, no para pelearnos entre nosotros. Aunque sea evidente que son proyectos distintos y contrapuestos. Pero no es menos cierto que la realidad hay acometerla desde el campo de la política. Yo creo en la política y creo en las instituciones democráticas. Sin política, sin partidos y sin instituciones, no hay democracia. La democracia y la libertad son sagradas para el ser humano.

P. ¿Sigue siendo usted una diputada independiente o se ha afiliado ya al PSOE?

R. Sigo siendo independiente, pero también se lo digo con toda claridad: formo parte de un proyecto político. Y en ese contexto, en el trabajo, estoy plenamente comprometida.

P. Entonces, no se ha afiliado, todavía.

R. No, no tengo el carnet.

P. Cuando se encuentra por la calle con sus antiguos camaradas de Izquierda Unida, ¿qué se dicen, de qué hablan?

R. Precisamente con ellos hablo mucho porque tengo muchísimos amigos. Los amigos de verdad, lo eran y lo siguen siendo. Y nos seguimos queriendo igual y el respeto es mutuo. Yo respeto que ellos estén donde están. Y nada tengo que decir y nada tengo que objetarles ni desde el punto de vista político. Ni mucho menos desde el punto de vista humano. Y ellos me respetan a mí. Sólo faltaría, ¿no? Cada uno, en cada momento de la vida, está en el lugar en el que se siente más identificado, pero yo en ese sentido no reniego de mi pasado. Y en ese contexto, soy tremendamente respetuosa con todas las personas de la organización Izquierda Unida. Me hayan criticado a mí o no me hayan criticado; me hayan respetado o no me hayan respetado. Yo creo que el respeto es un valor fundamental para el ser humano y, desde luego, yo no me voy a bajar de ahí. Viaja conmigo siempre y en ese contexto, ese respeto también va dirigido para todas las personas de Izquierda Unida.

P. ¿Y hablan de política?

R. Sí, a veces hablamos de política, claro...

P. ¿Y se ponen de acuerdo?

R. Sí, hay muchos espacios en los que estamos totalmente de acuerdo, faltaría más. Pero no de ahora, sino de siempre. El hecho de que en la propia Andalucía haya un gobierno con el Partido Socialista e Izquierda Unida significa que hay espacios de acuerdo importantísimos, programas comunes desde el acuerdo, que llevar a cabo, que llevar a efecto.

P. Cuando en Andalucía se alcanzó ese acuerdo de gobierno, ¿se sintió usted reafirmada por el paso que había dado años antes? Todos recordamos aquella noche y aquella rueda de prensa que usted dio para decir que dejaba la Alcaldía de Córdoba y pasaba a la Junta de Andalucía. Pero hubo gente que no lo entendió. ¿Cree que ver ahora a Diego Valderas de vicepresidente confirma que en parte se han seguido sus pasos?

R. Aquí hay dos cuestiones que a mí me gustaría decirles, desde lo que siente mi corazón. Por un lado, cuando tomé esa decisión tenía la responsabilidad de alcaldesa. Pero al día siguiente tenía que tomar posesión de la enorme responsabilidad que es ser consejera. Y ahí hubo muy poco espacio de tiempo, muy pocos minutos para explicarle a la ciudadanía las cosas, los sentimientos por mi ciudad, que seguían y siguen intactos. Pero me tenía que marchar. Y segundo, tenía que decirle a la organización, con toda claridad: “Bueno, no son nuevas mis discrepancias y mis posicionamientos. Y se culminan con un paso decisivo en mi vida política”. Bueno, eso te duele en el alma porque no tienes tiempo para explicar y para escuchar los razonamientos de otras personas, sean críticos o de apoyo a lo que tú has decidido.

En los 90, el Congreso estaba más cerca de la ciudadanía

En ese sentido, ahí está. Pero, sobre todo, a mí me dolió profundamente no poder tener tiempo para hablarle a Córdoba, a la ciudadanía cordobesa, a los cordobeses y a las cordobesas, como yo digo siempre [Rosa Aguilar sonríe, al repetir una de sus coletillas más recordadas]. Por otro lado, para mí fue una alegría muy grande, políticamente hablando y personalmente hablando, cuando hubo un acuerdo en Andalucía porque no sólo eso ponía de manifiesto que estábamos mucha gente, desde hace mucho tiempo, en una posición que no era equivocada; sino, simplemente, porque en ese momento, el hecho de que la izquierda gobernara Andalucía era fundamental frente a la amenaza del Partido Popular.

P. ¿No se le movía nada por dentro cuando veía que la misma gente que había criticado de manera furibunda aquel paso que usted dio, dos años después dijera que había llegado el momento de pasar por el mismo aro?

R. Yo ya he dicho que tampoco soy rencorosa. No lo he sido nunca y por tanto me mueve el respeto y no el rencor. Pero los hechos han constatado que quienes hacía ya muchos años destacábamos que la izquierda tuviese un espacio de entendimiento, pues no estábamos tan equivocados ni éramos tan malos. Sino que simplemente estábamos expresando aquello que pensábamos. Y si lo que yo expresaba en aquellos entonces, hace ya muchos años, se ha hecho realidad ahora, pues mira qué bien. Me parece que es una oportunidad para demostrar que es posible. Y que sobre todo, en Andalucía era muy necesario para seguir caminando.

P. ¿Sigue manteniendo el contacto con Julio Anguita?

R. Hace muchísimo tiempo que no tenemos ningún contacto.

P. ¿Por qué?

R. Porque... Él puso punto y final y ya está. Yo no tengo nada que decir ni quiero hablar nada de Julio Anguita.

P. ¿Conoce al menos el proyecto nuevo que ha impulsado?

R. Como persona que estoy en la política, tengo la obligación de conocer todos aquellos movimientos que dentro de la política se producen, independientemente de qué personas sean quienes los impulsan. En ese sentido, le digo la verdad: cómo no lo voy a conocer, si entre otras cosas lo entiendo como parte de mi obligación. Pero ni he opinado, ni voy a opinar ni quiero hablar absolutamente nada. Se puso punto y final y ya está. Como digo, todo mi respeto como seres humanos pero ya está.

P. Hace muchos años, cuando usted se fue del Ayuntamiento, su Pleno era muy distinto. Entre otras cosas, no tenía a Rafael Gómez en un escaño de concejal. ¿Se imagina a usted sentada junto a Rafael Gómez en un sillón del Ayuntamiento?

R. Pues mire, le voy a decir una cosa, también con la misma sinceridad con la que siempre me expreso. Cualquier partido, cualquier persona que se presenta a unas elecciones y sea elegida por los ciudadanos tiene que tener el máximo respeto en todo el ámbito parlamentario. Otra cosa son las coincidencias o no coincidencias en el ámbito de la política o de las soluciones que se propongan. Pero esa es la realidad. La realidad es que, quienes hoy están sentados en el Ayuntamiento, lo eligieron los cordobeses y las cordobesas. Y en ese contexto, encontramos la composición que tiene el Ayuntamiento.

El Gobierno prefiere la soledad absoluta con su mayoría absoluta

Mucho más me preocupa a mí que en el salón de plenos no se puedan dar todas las reivindicaciones que la ciudadanía quiera, porque la libertad de las personas se haya coartado en lo que tiene que ser la casa de Córdoba, de los cordobeses y de las cordobesas: su Ayuntamiento. Yo he estado en plenos que han estado llenos de distintos colectivos, reivindicando con pancartas, irrumpiendo en los propios debates del pleno. Y hemos intentado, desde el respeto a quienes reivindican, a quienes exigen y luchan por sus derechos, que el pleno discurriera con la normalidad necesaria para poderse celebrar. Pero por otra parte, también con el respeto debido hacia quienes allí estaban. Allí ha entrado todo el mundo y, en fin, algunas veces no era ajeno el Partido Popular a la gente que allí entraba con las pancartas. En ese sentido, sí que me duele en el alma que, de pronto, la casa de la ciudadanía cordobesa no sea un espacio donde la gente pueda expresar aquello que piense y donde se esté sancionando o expedientando a personas. De verdad, creo que eso sí es algo verdaderamente preocupante. Luego será la ciudadanía cordobesa la que cuando pasen los cuatro años, juzgue a cada cual por el trabajo que se ha realizado. Esa es la democracia.

P. Hubo un estudio del IESA [Instituto de Estudios Sociales Avanzados] que hizo un análisis de los resultados en las últimas elecciones municipales en Córdoba. Una de las conclusiones a las que llegó fue que el partido de Rafael Gómez se nutrió de votos que en buena parte procedían de tradicionales votantes de la izquierda. Nos surgen dos preguntas. ¿Qué pensó usted aquella noche, cuando vio los resultados en Córdoba? Y por otro lado, ¿qué análisis hizo de los resultados de Unión Cordobesa?

R. En primer lugar tengo que decirles que la noche electoral, para mí fue una noche tremendamente triste porque la izquierda no iba a gobernar esta ciudad. Y yo sabía que eso era sinónimo de retroceso y de pérdida de muchas cosas que en Córdoba se habían puesto en marcha y que habían hecho que Córdoba fuese una ciudad distinta y diferente. También les debo decir que me detuve ahí. Entendía que se habían hecho muchas cosas, muchas cosas bien hechas y creía que no se correspondía a los resultados que habían tenido ni el Partido Socialista ni Izquierda Unida. Ese trabajo realizado por Córdoba, esa entrega a la ciudadanía cordobesa, no se veía reflejada en los resultados. Y a mí me dolió en el alma. Es lo que tengo que decir. Bueno... Es la verdad. Que de 29 concejales haya...

P. Ocho.

R. Ocho, de dos fuerzas políticas que, bueno, que lo han dado todo. Cuando tú lo das todo, puedes acertar o puedes equivocarte porque..., claro que sí, yo reivindico... Las personas que estamos en la política somos seres humanos, igual que cualquier otra persona. Tenemos nuestras dificultades, nuestros problemas humanos, familiares, de todo tipo. Y queriendo acertar, a veces te equivocas. Sobre todo, porque hay mucha unidad que se pone en a las cosas. Y yo estaba convencida, porque la conocía, de la entrega que se había puesto en la ciudad. Pero creo que la respuesta de la ciudadanía fue un varapalo muy fuerte y muy duro y creo que...

P. Pero, ¿por qué, justamente desde la izquierda, tanta gente votó a una organización tan peculiar como Unión Cordobesa?

R. Creo que confluyeron muchísimos factores. La situación en la que se celebraron las elecciones municipales, ya se veía y se palpaba, que era de castigo contra el Partido Socialista. En ese momento, todo el movimiento del 15M en Madrid, en el preludio de las elecciones municipales, favoreció, curiosamente a la derecha. Es curioso pero es así. Había por tanto un voto del castigo contra el PSOE, pero también uno de castigo muy, muy, muy fuerte a Izquierda Unida. En ese contexto, seguramente que las causas son miles. En algunas, seguramente nos pondremos de acuerdo. En otras, a lo mejor, simplemente entran dentro de los sentimientos, las sensaciones de cada cual, a la hora de votar. Y... no sé si... eh.... no influyó en un, un momento determinado, yo no lo sé... el hecho de que no hubiera un referente. Esta ciudad ha sido siempre de tener referentes claros y diáfanos. Y a lo mejor, en ese momento, no hubo un referente tan claro y tan diáfano. Hubo gente extraordinaria, estupenda, de primera línea. No del 10, sino del 20. Pero, a lo mejor, no eran tan conocidos por la ciudadanía y no... no se reflejaban... no los veían cómo un referente nítido. Y de todo eso se benefició el Partido Popular.

P. Ese estudio del IESA apuntaba también, curiosamente, que la gente que votaba a Izquierda Unida con Rosa Aguilar como candidata, acabó votando a Rafael Gómez. ¿Entiende usted que los mismos votantes pasasen de votarle a usted a votar a Rafael Gómez?

R. Yo no creo que eso sea tan matemático. Yo creo que hay que mirar las cosas más globalmente. Hay personas en las ciudades que votan en las municipales a personas. Pero no digo en Córdoba, digo en general. Hay personas que, en las municipales, orientan sus votos a personas concretas, a candidatos concretos. Y, en ese contexto, debemos de entender todos -no estoy hablando solo de Córdoba, sino en general- que hay votos que se mueven. Luego hay votos que van a filas políticas a las que suelen pertenecer, un voto decidido que puede traducirse también en las autonómicas y en las generales. Y en ese sentido, yo creo que la mirada en unas elecciones municipales tiene que ser mucho más diversa en los elementos para que puedas analizar, de verdad a qué obedecen los resultados. Las elecciones municipales son ese momento en que mucha gente, de distintos barrios, distintas edades y distintos géneros... es como... “Yo votaba a la persona que”. Como ocurriría si se votara en listas desbloqueadas. Si la gente pudiese votar a las personas que quiere pues... esto ocurre un poco en las municipales. La gente relaja su voto en el sentido que dice: “Bueno, yo creo que aquí voy a votar a tal para defender mejor algo. Y luego ya veré”.

Sin partidos y sin instituciones no hay democracia

Así que, yo creo que es el espacio donde se produce el voto más personalizado, si se prefiere. A parte del voto a las siglas políticas, que siempre están. Cuidado: que siempre están. Yo creo que, Izquierda Unida, por ejemplo, en Córdoba, ha obedecido a eso, a votos a la formación política y también a votos a personas que encabezaban una candidatura. Y hay trasvase de votos tanto de los otros partidos a Izquierda Unida y de personas que en un momento determinado votan lo que creen más conveniente para ellos y para su ciudad.

P. Pero, ¿cómo puede ser que los cordobeses votaran y convirtieran en líder de la oposición a una persona que tienen una multa impuesta por el Ayuntamiento de 24,6 millones de euros? ¿Qué le parece que el líder de la oposición tenga sobre sus hombros una multa así? Y bueno, ¿cree que la cobrará el municipio?

R. Veo que están... parece que solo les interesa el tema de Rafael Gómez. Hay una cosa que tiene que estar absolutamente clara y lo he dicho al principio: es que le han votado los cordobeses. Es así, es un hecho objetivo. A las personas que están en el Ayuntamiento les han votado los cordobeses en las elecciones. Entonces, ¿las razones? Yo no las sé. No las sé.

P. ¿Cree que el municipio cobrará la multa?

R. A mí no me compete hablar de eso. Le compete hoy al gobierno municipal hablar de ello. En ese contexto, no me voy a pronunciar, de la misma forma que no me he pronunciado de muchas otras cosas. Por el respeto constitucional que, precisamente como exalcaldesa, yo debo al Ayuntamiento. En ese sentido, el gobierno tendrá que gestionar esa situación y punto y final. No hay más.

P. Hablando de su...

R. Pero insisto, es que la gente que está en el Ayuntamiento, no ha llegado allí de pronto. Ha llegado a través de unas elecciones democráticas.

P. Hablando de su paso por el ministerio, cuando tomó su cargo dijo que lo iba a pintar de verde. ¿Lo consiguió?

R. En la época en la que estuve en el ministerio, hubo compromisos importantísimos por parte del ministerio en varias cumbres internacionales del cambio climático. Por ejemplo la que se celebró en Cancún o el Programa de Naciones Unidas de Medio Ambiente, el PNUMA, que yo llegué acabé presidiendo por votación unánime de todos los países que lo conforman. Dimos pasos que no tiene ya retroceso. ¿Me hubiera gustado hacer mucho más? Claro que sí, me hubiera gustado tener más tiempo. Entre otras cosas, por ejemplo, para haber contribuido ahora definitivamente a derribar El Algarrobico con la Junta de Andalucía. Pero lo cierto y verdad es que yo creo que dimos pasos importantes y que hubo bastante diálogo con las organizaciones ecologistas, pudimos llegar a espacios de acuerdo. En otras cosas no avanzamos tanto como las propias organizaciones nos demandaban porque en realidad no tuvimos tiempo suficiente. Pero ahí tuvimos la ley de Residuos, que rápidamente el Partido Popular se ha puesto a modificar. También estuvo la Ley de Costas que rápidamente el Partido Popular la ha cambiado. Ahí estuvieron compromisos de desarrollo sostenible, de verdad que, bueno, yo creo que era el camino adecuado, el camino acertado.

Me da un pellizco el corazón cada vez que la gente me dice que lleva tiempo sin verme

Y también se vieron actuaciones en el ámbito de la pesca, de la agricultura, con un reconocimiento a todo lo que nuestros agricultores hacen. Ahí hubo posiciones nuestras muy claras, serias y firmes. De hecho, puede parecer curioso pero es cierto: España, en el marco de Europa era muy escuchada en aquello que planteábamos en términos medioambientales, de desarrollo sostenible. Y España era muy escuchada en las cumbres, en cuanto a lo que nosotros pensábamos y a lo que nosotros aportábamos. En esa cumbre de Cancún nos reuníamos todos los días con los representantes de las organizaciones ecologistas y los sindicatos, en una apuesta firme por ese desarrollo sostenible y por el empleo. Creo que marcó un antes y un después. Lamentablemente, requeríamos de más tiempo para haber acabado con un sello nítido y claro en términos de Gobierno de la política que estábamos desarrollando.

P. Estaba usted en un Consejo de Ministros que vivió una de las grandes zozobras del país: el estallido de la crisis. ¿Tan impotentes se sentían para atajarla?

R. La crisis que estamos viviendo es profunda, compleja y con muchas aristas. Muchísimas. Desde el consejo de ministros tomamos varios acuerdos. Uno de ellos era mantener las políticas sociales y el estado del bienestar: la sanidad, la educación, los servicios sociales, la dependencia... Elementos de cohesión social y de igualdad entre las personas. Eso fue lo primero en que insistimos. Y luego, en un diálogo constante con los sindicatos para buscar respuestas para políticas activas de empleo, buscar respuestas que, de verdad, hicieran frente a la situación que estamos viviendo. Porque, efectivamente, empezaba a haber un montón de millones de parados. Y nuestra preocupación era permanente y constante. Pero de lo que también te dabas cuenta es que, a pesar de esas transferencias de competencias y soberanía que los Estados habían hecho a la Unión Europea, esa unión no ha llegado a consumarse como tal, porque solo tenemos una moneda única. Y ha habido grandes decisiones en el ámbito de la economía, de la fiscalidad, de las políticas sociales; en el ámbito de la propia unión política de Europa que ni tan siquiera se han abordado. Porque uno de los grandes problemas de Europa, desde mi punto de vista, es que va tremendamente lenta. En esa transferencia de soberanía, te dabas cuenta de que todo no lo podías desde el Gobierno de España. Y que había determinaciones en Europa que te afectaban cada día. Además, había un espacio -ese espacio que se llaman los mercados- en que, en extraños juegos especuladores, la prima de riesgo subía, bajaba, influía en nuestra deuda, en los intereses que por ella teníamos que pagar. Entonces, no se trata tanto de impotencia, como de una rebeldía permanente porque sí que constatas que todo no lo puedes.

P. Cuando en mayo de 2010 Zapatero claudica y cambia radicalmente toda la política económica, ¿pensó usted dónde se metía?.

R. Bueno, en aquel momento yo no estaba todavía en el Gobierno. Pero en cualquier caso, da igual. Hubo decisiones que se adoptaron en aquel momento y que el presidente las comunicó en el Congreso de los Diputados. Y no solo a mí. Muchos miembros del Grupo parlamentario socialista han reconocido que aquello les dolió tanto, que las caras de tristeza ese día en el Congreso de los Diputados hablaban por sí solas. Una diferencia sustancial con las comunicaciones del PP, que se jalean y se aplauden como diciendo: “Esta es nuestra política, esta es la que queremos”. En ese sentido, la diferencia es abismal. Y cuando tomas decisiones que duelen, no tienes nada más que reconocer que la realidad y la coyuntura de ese momento te obligan. Pero que, desde luego, tú sigues planteando que, en cuanto puedas, las vas a cambiar. El problema que ahora tenemos es que el PP está tomando decisiones, agazapado en la crisis; metido detrás, para llevar a cabo una operación ideológica de largo alcance. Y por eso, está afectando a la educación, la sanidad, los servicios sociales, la dependencia. Es decir, lo que iguala a las personas. Lo que nos cohesiona y permite tener oportunidades iguales para todos, independientemente de la realidad económica que se tenga. Eso es lo que se están cargando, con el pretexto de la crisis. Pero aquí hay prioridades: puedes, por ejemplo, poner menos dinero en Defensa y mucho más en becas. Pero, sin embargo, se ha optado por poner más dinero en defensa y recortar las becas. Esto es una operación ideológica, esto no es la resultante de la crisis. Distinto a que tú tengas que tomar unas decisiones, que lo digan claramente, son coyunturales: la situación me impone esta realidad, pero yo no la quiero y la pienso cambiar; y desde el minuto cero estoy luchando por cambiarla. Son cosas bien diferentes y bien distintas. Y es que ahora estamos viviendo una operación ideológica de un calado extraordinario que nos remonta a 30 años atrás. El Partido Popular está en una dirección, a toda velocidad, cargándose lo público. Lo público, que es un pilar fundamental para el conjunto de la ciudadanía, para que seamos iguales. Sin embargo aquí el mensaje es claro: apuesto por lo privado y por hacer negocio privado de aquello que debiera ser sagrado, que es la salud, el bienestar y la tranquilidad de las personas, la posibilidad de estudiar y construir tu propio futuro a partir de las oportunidades que te dan. Es escandaloso, lo que están haciendo es escandaloso. Por eso, a mí lo que me gustaría es que en este momento, la ciudadanía, la sociedad fuera un poquito generosa para ver que no todos somos iguales. Ni hacemos ni proponemos las mismas cosas, ni hacemos la política de la misma forma. Eso no quiere decir que no nos pidan a todos responsabilidad, claro que sí. Estamos en política para eso. Pero que se den cuenta de qué es lo que estamos proponiendo y qué es lo que estamos haciendo cada uno. Y eso no quita para reconocer, como lo ha dicho el Partido Socialista o el Grupo Parlamentario socialista que hemos cometido errores, que nos hemos equivocado. Pero hemos pedido perdón y lo hemos pagado en las urnas. Y desde la experiencia que hemos tenido, llena de dolor, de sacrificios y con los errores que hemos cometido, hemos aprendido. Por eso, cuando dicen: “¿Y por qué ustedes no resolvieron lo de los desahucios?”. Hay dos cosas. Una, que la dimensión que ha cobrado el tema de los desahucios, ni por un asomo hace dos años estaba igual. Pero hay otro aspecto: ¿fue un error no acometerlo? Sí. ¿Lo hemos pagado? Sí ¿Hemos aprendido? Sí. Por eso, ahora hemos hecho la propuesta diciendo que cada desahucio hay que resolverlo. Hay una raya divisoria: la reforma laboral que ha hecho el Partido Popular, nunca la hubiera hecho, ni la hizo, el Partido Socialista. ¿Por qué? Porque no pensamos igual. Ni tenemos el mismo modelo de sociedad, ni queremos lo mismo para las personas. Entre defender la igualdad de oportunidades, que defiende el Partido Socialista y defender una desigualdad manifiesta, como hace la derecha, creo que hay un abismo. En ese sentido, tampoco me gustaría que los ciudadanos vean que se ha pagado ya y que además vamos a seguir trabajando por ellos. Esa es la realidad que tenemos. Lo que está pasando es muy grave.

P. ¿Por qué el Partido Socialista y el Partido Popular votaron de forma conjunta la reforma de la Constitución para fijar un techo de déficit?

R. Eso era el pacto de estabilidad. Era una exigencia europea en términos del cumplimiento del pacto de estabilidad y se introdujo en la Constitución como una avanzadilla para parar otras exigencias de aquel momento. Luego se ha puesto de manifiesto que todos los países lo han incluido constitucionalmente para hacer de ese pacto de estabilidad un acuerdo europeo. Está muy bien que controlemos el déficit todo lo que queramos, pero en políticas de crecimiento, aquí, lo único que hay es más recorte. Una cosa es la austeridad, pero luego, tenemos que tener una mirada... eh... Desde el dolor interno de todo lo que hoy está pasando, no podemos querer analizarlo todo porque seguramente, colectivamente nos equivocamos. Tenemos que poner una mirada... Por ejemplo, cuando se dice: “Es que aquí se ha gastado mucho dinero”. Pero es que también hemos cambiado mucho. Se han hecho muchas cosas buenas. ¿Se podían haber hecho otras de otra manera? Sí, sin lugar a dudas. ¿Tenemos que tener una actitud crítica? Sí, pero crítica para construir. No caigamos en la trampa de querer derribar y pasar página para volver 30 años atrás. Es que estamos perdiendo derechos y libertades y eso no cuesta dinero. Cuando se reforman leyes... eso no es dinero, eso es ideología. Y eso es lo que se está haciendo ahora, aprovechar la crisis para hacer ideología. Y por eso tenemos que rearmarnos en el espacio de la izquierda de algo que se ha perdido y que creo que forma parte de la crisis que estamos viviendo. Hablo de los valores. La crisis que estamos padeciendo viene precedida de una crisis de valores. El sistema te engulle, te traga, sin querer te metes dentro de él. Y al final, te tritura. Fortalecernos en valores es esencial para salir de la situación actual. Y tenemos que tener claro por dónde queremos salir, porque no da igual hacerlo por la derecha que por la izquierda. Es sustancialmente diferente.

P. Hablemos de las salidas de la crisis. Comentaba usted la necesidad de aplicar políticas de fomento, de inversión de cómo...

R. De crecimiento.

P. De crecimiento, eso. Parece que el Partido Popular apunta entre sus salidas a una ya conocida: la de la construcción, el ladrillo y el uso del suelo. Cuáles serían las alternativas, qué crecimiento cree usted...

R. Yo creo que es mucho más grave lo que está pensando el Partido Popular. Es mucho más grave porque, más allá de que la política del ladrillo la inventase Aznar -así nos ha ido- y de que nunca la abandonará porque forma parte de sus genes ideológicos, yo creo que ahora mismo se está planteando algo tan importante y tan grave como que sean las personas las que empiecen a ser un negocio. Me explico. La parte social. Cuando la ley de dependencia se desmantela, tenemos que decir inmediatamente adónde van a ir los dependientes y qué les espera. Son personas mayores, casi todas, en un porcentaje muy alto.

No reniego de mi pasado

¿Qué se pretende? Cuando se ataca a los cuidadores familiares como se les ha atacado, ¿esas personas dependientes tienen que acabar en residencias privadas? Cuando en la sanidad se está haciendo la sangría que se está haciendo, cerrando hospitales y luego sacándolos a licitación y quedándose con ellos empresas privadas, qué quiere decir, ¿que nuestra salud se le va a entregar a lo privado? Cuando está ocurriendo todo esto, lo que parece es que lo social, lo sanitario, lo educativo va a empezar a ser un auténtico negocio privado. Y eso significa que muchas personas van a quedar abandonadas a su suerte. Y eso significa que aquí se va a resucitar a la beneficencia de hace 40 años. Y que quienes puedan, pues van a pagar y quienes no pues... Mire una pequeña cosa, porque… es que a mí esto, me rebela cada día, pero me hace fuerte en mis planteamientos y en mis convicciones. Mire, yo me planteo una situación. Por un lado, que una persona que tiene un cheque de 500 euros para que vaya a una residencia, como lo ha planteado, no tenga más que eso porque vive solo en un piso de alquiler y no tiene más. Pero por otro lado, tenemos a otra persona a la que le dan el mismo billete de 500 euros, pero esa persona tiene una casa en el pueblo, otra vivienda en la capital y otra en la playa. Y el tercero es el empresario que regenta la residencia. A la hora de elegir, ¿con quién de los dos se queda? O sea, estamos llegando incluso a que ese negocio privado vaya a poder elegir a las personas. Porque claro, si el coste real de la plaza es 1.000 euros y tú solo tienes 500, cada mes dejas a deber 500 euros. Y luego te afectará a tú patrimonio. Y si no tienes patrimonio, no puedes poner nada. Y los negocios privados no están para poner a una persona cada mes 500 euros. En fin, que vamos a llegar a una situación... Porque esto es una operación de gran calado, de negocio. El sustitutivo del ladrillo son las personas.

P. Si con el ladrillo no se puede y con las personas como sustituto parece a todas luces imposible e inmoral, ¿con qué modelo productivo se sale de la crisis?

R. Tenemos un primer mandamiento, sin el que cual no es posible construir otras cosas: es el crecimiento. Mientras no se incentiven políticas de crecimiento, se hace imposible salir. Si solo estás recortando te quedas sin nada. Es como un traje, empiezas a cortar y al final no tienes nada, vas sin nada a la calle. Entonces, si no hay, de verdad, esas políticas de crecimiento y no empieza a fluir el crédito, no salimos. Si esos dos elementos no se conjugan, no salimos. Cada vez estaremos más hundidos y pasándolo peor.

P. ¿Y en qué se debe invertir en esa política de crecimiento?

R. Nosotros tenemos potencial. España tiene potencial en términos agroalimentarios, en términos de sostenibilidad porque ha habido espacios que se han generado y que se han consolidado. Hablo en términos de exportaciones y en términos de I+D+i, porque la investigación es un elemento consustancial a las políticas. Luego a parte está todo lo relacionado con el desarrollo sostenible global e integralmente, ahí está como generador de empleo.

Me dolió no poder hablarle a Córdoba cuando me marché

Y la parte del estado del bienestar, que también ha generado empleo y en la que se están despidiendo a miles de personas como consecuencia de desmantelar la ley de dependencia, por ejemplo. Pero también se están despidiendo a miles de personas de los servicios sociales básicos en los distintos pueblos y ciudades. Es decir, que hay espacio en los social, en la parte agroalimentaria, en la parte de sostenibilidad y en la parte de I+D+i. Además de tener elementos propios nuestros, como el tema turístico y de servicios, en los que somos potentes y podemos ser más fuertes. Pero debemos diversificar, en términos económicos, las respuestas. Tenemos un pequeño y mediano comercio que está sufriendo porque no hay consumo y que es sostenedor de empleo de calidad hasta ahora. Esa conjunción de políticas activas de empleo, crecimiento de los productores con el crédito que necesitan los pequeños y medianos empresarios...Eso es otra cosa, no podemos olvidar que hay empresas viables que están cerrando como consecuencia de que no le dan crédito. Empresarios que nunca han fallado a la hora de responder a sus obligaciones financieras, y sin embrago, les han cerrado la puerta los bancos. Eso es lo que no puede ser. No puede ser que con el rescate a la banca los bancos saneen su realidad y que los ciudadanos sigan siendo desahuciados. Y encima, sin tener crédito para las actividades empresariales que generen empleo. Eso es clave, esencial y fundamental. Y yo soy de las que piensan que ha llegado el momento de plantar cara en Europa. ¿Hay que sumar con otros países? sí. Pero a la señora Merkel hay que pegarle un puñetazo en la mesa. Europa no es ella. Europa no es ella. Ya está bien, porque las imposiciones permanentes nos llevan a la más absoluta de las ruinas. Yo creo que ahí puede jugar un papel muy importante la socialdemocracia. Por eso va a jugar un papel muy importante las elecciones alemanas. Creo que todo lo que fortalezca a Francia será positivo.

P. No sé si se le puede llamar valedor... Coloquialmente sería su padrino. En cualquier caso, su padrino dentro del PSOE fue Zapatero, ¿No?

R. Yo le diría que, en esos términos, fue Pepe Griñán.

P. Pero un día, zapatero llamó a Griñán y le dijo: “Me quitaste la idea”.

R. [Ríe]

P. ¿Se sigue hablando con Zapatero? Porque parece como si hubiese desaparecido, como si se lo hubiese tragado la tierra...

R. No, el presidente está en el Consejo de Estado, en su lugar correspondiente y trabajando. Creo que a pesar del sentimiento que tiene por el país, por el sufrimiento, creo que ha hecho un bien a este país. Creo que es un paso más que ha dado por su país y dentro de su organización. “Ahora no me toca a mí. Yo me voy a estar donde debo estar y no ocupo ningún espacio en ningún lugar”. En este sentido, chapó. Y mientras, qué bien que tengamos el presidente andaluz que es Pepe Griñán, luchando cada día y poniendo diferencias en los que es un modelo diferente y distinto. A pesar de la deslealtad para con Andalucía del Partido Popular, que es tremenda. O sea, yo cada vez que oigo en el Congreso de los Diputados al ministro de Hacienda, al señor Montoro, les puedo asegurar que me cuesta mucho trabajo callarme. A veces no puedo. E incluso digo alguna cosa en alto. Porque, como andaluza, es para reprobarlo a cada minuto y en cada cosa que dice. Él será de Jaén pero se le olvidó muy pronto. Y, desde luego, ni ha ejercido nunca ni ejerce ahora tampoco de andaluz. En ese contexto, su manera de pensar en Andalucía siempre es para ver cómo nos perjudica más. Nos perjudica, nos discrimina y nos trata de manera injusta por sistema. Y ya está bien.

Anguita puso punto y final a nuestra relación y ya está

Por eso, tenemos la suerte de tener un presidente como Pepe Griñán, que marca la diferencia. Y no se pueden imaginar, en el ámbito del Congreso, lo bien que se ven las diferencias. Mientras la señora Cospedal está cerrando empresas, machacando a las personas dependientes; mientras está destrozando Castilla La Mancha en términos de cohesión social y de igualdad de oportunidades, ver cómo el presidente de la Junta de Andalucía combate cada día, haciendo esfuerzos ímprobos, con lo que Andalucía tiene, a pesar de los recortes del PP, con aquello que nos dejan para hacer políticas distintas y diferentes, es muy positivo. Entiendo que todavía nos parecerá poco, pero los esfuerzos son ímprobos y ponen de manifiesto que son dos modelos. Y si no, nos damos un paseo por Castilla La Mancha y oímos a las personas que están sufriendo allí las políticas de recortes del PP. Porque parece que lo han tomado como el buque insignia. Primero lo probamos en Castilla La Mancha y en Madrid. Y luego, ya hay vía libre para el resto.

P. ¿Qué papel cree que debe jugar Pepe Griñán en el seno del PSOE en este momento?

R. El papel que tiene que jugar es el que está jugando. Él lo ha puesto de manifiesto, lo ha dicho públicamente y bueno, creo que ha sido muy explícito. Pepe Griñán es una persona tremendamente leal con su partido. Su partido forma parte de él y él de su partido y su lealtad es plena y total. Siempre arrimará el hombro para que las cosas vayan a más y a mejor y se visibilice claramente en el PSOE esa alternativa de la que antes hablaba.

P. Pepe Griñán tiene ahora a una nueva consejera de Fomento y Vivienda, anteriormente de Obras Públicas, que es Elena Cortés, a la que usted conoce bien porque fue concejal con usted. Tuvieron algunos enfrentamientos dentro de IU o al menos eso trascendió...

R. Más que enfrentamientos, diferencias.

P. Diferencias políticas

R. Cosa por otra parte normal

P. Claro... ¿Se han llamado? Para pedirle o darle algún consejo...

R. No, qué va, qué va, yo no soy persona de aconsejar a nadie ni me siento yo que tenga que aconsejar a nadie. En este sentido, sí puedo decirle que coincidimos en los premios Cordobeses del Año porque estuvimos en la misma mesa y la relación es de respeto y de cordialidad, como no podía ser de otra manera. Sin ningún problema. Yo respeto tremendamente el trabajo de los miembros de IU. Solo quiero que todo le salga muy bien al gobierno porque Andalucía es hoy un referente y una esperanza

P. Han cambiado muchas cosas desde que se fue usted. Por ejemplo, tenemos un obispo nuevo. ¿Qué le parece?

R. Desde el punto de vista personal, cuando hemos coincidido nos hemos saludado educadamente y hemos conversado un poquito. Pero como persona creyente, le digo que las cosas que ha dicho… En fin, levanta ampollas a cualquiera. Yo soy una de los miles de cordobeses que no se sienten reconocidos en él.

P. Parece que Cajasur va a ahora mejor que cuando estaba gestionada por Miguel Castillejo.

R. Bueno, yo lo que deseo es que la BBK -vamos a llamar a las cosas por su nombre- le dé crédito a los empresarios cordobeses. Eso es fundamental, no voy a enjuiciar a la BBK, pero si le voy a demandar eso. Porque hay muchos empresarios cordobeses que necesitan crédito para seguir trabajando. Personas que han sido clientes de ese banco durante toda la vida, que siempre han cumplido y que no parece que tenga mucha razón de ser que les cierren las puertas. A mí me gustaría que se las abriesen de par en par. Hay algunos empresarios que nunca le habían fallado y que lo han perdido todo. Le pediría sensibilidad y crédito para empresas y empresarios que, pudiendo funcionar, lo están pasando muy mal. El movimiento se demuestra andando y yo me fío de la mejor voluntad de Cajasur. Pero me van a permitir que le diga que, lo que hoy necesitamos ya no es solo voluntad, sino también hechos. Y los hechos dicen que hay empresas que no pueden tirar para adelante y no pueden mantener sus puestos de trabajo porque necesitan créditos.

P. Hay casi 100.000 parados en Córdoba. ¿Qué le diría a la gente joven o no tan joven para que se quedase en Córdoba o no emigrase?

R. Es muy difícil pedirle a gente joven, formada y que quieren construir su vida y su trayectoria vital con esperanza que no se vayan. Porque cada vez somos más ciudadanos del mundo. Creo en el potencial que tiene Córdoba y en el potencial de su ciudadanía en la capital y en la provincia para levantarla. Nunca nadie nos ha podido arrodillar y no tenemos que dejar que la crisis lo haga. Tenemos que estar dando permanentemente la batalla. Desde la rebeldía pero, a la par también, con la ilusión de que juntos podemos salir de esta situación. Pero también, a cualquier joven cordobés que tenga la oportunidad de trabajar en cualquier lugar del mundo le diría que dé el paso y que lo haga. Eso no quiere decir que dentro de dos días, dos meses o dos años no esté de nuevo en su tierra, emprendiendo, abriendo una empresa y generando empleo. Conjugaría las dos cosas. Aguanta cuanto puedas en Córdoba, pero si tienes una oportunidad fuera, cógela, desarróllala y luego vuelve a tu ciudad o a tu pueblo a crear empleo y a ser un emprendedor.

P. Está hablándose mucho de las indemnizaciones y las pensiones de los directores y presidentes de los grandes bancos. Miguel Castillejo tiene una pensión vitalicia de varios millones.

R. De entrada le digo que estoy absolutamente en contra de las grandísimas indemnizaciones que se han llevado los directivos de los bancos y cajas. Tendrían que ser considerados trabajadores y tener las indemnizaciones que les correspondieran, como cualquier trabajador. Esas indemnizaciones, esas pensiones vitalicias y ‘prebendas’, que les diferencia de los demás… Y cuando las resultantes económicas de su trabajo han sido las que son, les hacen ser, en estos momentos, de otro planeta. Lo mejor que podían haber hecho era devolver las grandes indemnizaciones y dar un paso para revertir aquello que han recibido y que no es justo que se perciba. Cuando hay tanta gente que lo está pasando mal y con solo un pedacito de esas indemnizaciones podrían vivir y comer personas que hoy no tienen ni para comer, a alguien se le debería de remover el alma. Vamos, digo yo...

P. Y si eres cura, tal vez más, ¿no?

R. Efectivamente, yo creo que la Iglesia en este momento... que no desvíe las cosas a Cáritas. Me quito el sombrero con todo el trabajo que hace Cáritas y con toda la gente que trabaja en sus campañas. Pero la Iglesia puede más. La Iglesia se tendría que implicar con los pobres mucho más. A mí no me vale que digan solo Cáritas. Todos tienen mi apoyo, mi cariño y mi respeto. ¿Pero la Iglesia dónde está? ¿Dónde está Rouco diciendo que la Conferencia Episcopal ha decidido poner tanto dinero para paliar el hambre? ¿Y dónde están los impuestos? Nunca lo he ocultado, yo soy creyente. Pero me representa la Iglesia comprometida, me representan los curas que están todos los días a pie de tajo con la gente que no tiene nada tendiéndole una mano y ayudándolos. Esa es la Iglesia que me representa, me representan las comunidades cristianas de base. Me gustaría que la Conferencia Episcopal hiciera menos política y tuviera más humanidad.

P. ¿Si el PSOE le pide presentarse a la alcaldía de Córdoba?

R. Eso es una locura total. Hay compañeros y compañeras en el partido socialista estupendísimos y magníficos. Y en ese contexto yo, desde luego, lo que voy es a trabajar con quien sea el candidato o la candidata en su momento a la alcaldía. Pero anda que no está lejos todavía…

P. Pero la política da tantas vueltas…

R. En el momento de las municipales yo trabajaré al lado de la persona que mi partido decida que es el candidato o la candidata. Porque creo que esta ciudad merece una respuesta diferente. Es que Córdoba es distinta...

P. ¿Y si el PSOE decide que tiene que ser usted esa persona?

R. Parece que ha sacado ustedes una bola de esas de cristal para sacar cosas (Risas). No, eso no hay ni que planteárselo. Lo que hay que saber de antemano es que yo voy a estar ahí, trabajando como estoy ahora, con muchos colectivos y personas que merecen que sigamos trabajando por ellos. Donde estoy, llevo a Córdoba conmigo y defiendo nuestra ciudad y defiendo nuestras necesidades. A mí me conmueven mucho muchas cosas que pasan en esta tierra nuestra y no me dejan indiferente ninguna. Se lo puedo asegurar.

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