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Cámaras en el aula, ¿Sí o no?

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Isabel Galindo

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Hace unas semanas, mientras iba conduciendo, estaba escuchando la radio y hablaba Rocío Ramos Paul (la Supernanny de la tele), sobre el hecho de implantar cámaras de vídeo en las zonas comunes de las escuelas infantiles. Me hubiese encantado saber qué pensaba ella, pero durante los cinco minutos que duró la intervención,  tuvo que lidiar con las bromas los presentadores y el resto de los tertuliano mientras intentaba explicar la diferencia entre “guardería” y “escuela infantil”, y finalmente no dijo nada al respecto.

Volviendo al hecho de instalar webcams, este tema es especialmente controvertido y se puede ver desde dos puntos de vista muy diferentes:

Por un lado, quienes se muestran a favor, indican que  los padres se encuentran en un aprieto al tener que dejar a sus hijos, que son muy pequeños (algunos tienen incluso meses), al cuidado de otras personas que no conocen. Por ello, es un gran alivio el poder seguir la evolución de la adaptación de tu hijo y ver cómo se desenvuelven las personas que están con él.

Se trata de un mecanismo legal que les permite sentirse más cerca de los pequeños, y sobre todo en los primeros días del curso escolar (que es donde coinciden los profesionales que más uso se hace del servicio), ayuda a que esta separación no sea tan dura.

También comentan que siempre se respeta la privacidad de los menores, es decir, se accede a las imágenes mediante un usuario y contraseña privados, y las escenas se limitan a los espacios comunes, evitando zonas como baños o vestuarios.

Por otro lado, las personas que son contrarias a la instalación de estos elementos en las aulas, lo ven como una forma de intromisión en el trabajo de los profesionales que cuidan a los niños, ya que no se les está permitiendo actuar con libertad y confianza. Parten de la idea de que aquella persona que se dedica a esta profesión está dotada, tanto de conocimientos como actitud, para realizar bien su trabajo, sin necesidad de supervisión de los padres.

También explican que se pierde el otorgar autonomía al niño, es decir, el hecho de tener algo que te permita observar a tu hijo constantemente puede incitar a la sobreprotección.

Por último, todo lo que se encuentra en la red es fácilmente hackeable, por lo que aquellos que se muestran contrarios, confirman que esas imágenes pueden llegar a cualquier persona y esto supone un riesgo para los más pequeños.

¿Y vosotros qué opináis? ¿Nos estamos convirtiendo en la sociedad de Orwell de “1984” o es un verdadero avance poder saber lo que está pasando mientras tu hijo se encuentra fuera de casa?

¡Nos leemos la próxima semana!

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