Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Lee ya las noticias de este sábado

¿A qué vienen los turistas a Córdoba?

.

Alfonso Alba

0

¿A qué vienen los turistas a Córdoba? En mayo está más o menos claro. E incluso algún fin de semana. Buscan la fiesta de la primavera cordobesa y alguna despedida de soltero aislada. Pero, ¿y el resto del año? Está claro. Vienen a ver la Mezquita y, de paso, Medina Azahara, el Alcázar o la Sinagoga.

Si Córdoba quiere vivir del turismo tiene que tener claro algo: no es la Costa del Sol. El turista busca en Córdoba fundamentalmente patrimonio, una ciudad hermosa, coqueta, cargada de historia y con una primavera y un otoño cargados de eventos. Pero Córdoba parece querer emular a Málaga y atraer a otro tipo de turistas. O de lo contrario yo no entiendo esa idea de vulgarizar lo que es único. Más o menos como dicen que dijo Carlos V cuando vio la obra de la Catedral dentro de la Mezquita: “habéis destruido lo que es único para construir lo que existe en todas partes”. Chispa más o menos.

El casco histórico de Córdoba languidece. Está claro. Córdoba es patrimonio y su casco es Patrimonio de la Humanidad. Junto a la Mezquita, no exclusivamente. Ya hemos contado otras veces la mentira mil veces repetida de que Córdoba es cuatro veces Patrimonio de la Humanidad. No, ese marchamo lo tiene la Mezquita desde 1984, se amplió al casco histórico (es imposible entender la Mezquita sin su entorno y viceversa) en los noventa y luego han llegado los patios y Medina Azahara. Son tres, no cuatro.

Pero, eso sí, no paramos de hacernos fotos. Mientras, insisto, el casco histórico languidece.

Córdoba busca desde hace años su petróleo, abandonando sectores estratégicos como la agricultura y la industria. Y cuando se enfoca hacia el turismo lo hace en plan aluvión.

¿De verdad queremos un millón de turistas o buscamos el turismo de calidad, aquel que viene buscando patrimonio, historia, secretos y experiencias más allá de la fiesta? ¿O vamos a seguir primando los bares, las terrazas, las fachadas llenas de tenderetes, los edificios que de repente se transforman, se llenan de colorines, empresas que cuentan misterios que poco tienen que ver con la ciudad, carros de caballos de dudoso gusto y el monocultivo de la Mezquita?

Una ciudad como Córdoba se merece otra cosa. Para empezar, que las administraciones se tomen en serio lo que debería ser una inversión anual en el patrimonio histórico de la ciudad, un programa decisivo dotado con personal (¿saben que La Laguna, en Tenerife, tiene más arquitectos para su casco histórico que toda la Gerencia de Urbanismo de Córdoba para la ciudad entera?) y mentes pensantes que no solo aprueben ordenanzas y planes, sino que los hagan cumplir.

Córdoba va sobrada de normativa. El plan del casco es una delicia, la ordenanza de contaminación visual una referencia y hasta el plan de usos de la Corredera es más que interesante. Ahora solo hace falta que se cumplan. Y para que se hagan cumplir hace falta personal, y que se tomen en serio.

Etiquetas
stats