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Qué necesito.

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Bernardo Jordano

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De esas veces que me pregunta mi hija mayor cosas trascendentales, disfrazadas de “tonterías”

¿Que qué necesito para vivir? No sé, Paula, a ti, a tu hermana, a tu madre. Necesito veros bien, veros sonreír para sentirme feliz. Necesito el primer café, ése que me tomo yo solo, mientras aún dormís, y tener la suerte de despertaros y robaros el primer beso de cada día.

Necesito el estrés de la mañana, ir con la lengua fuera hasta dejaros en el cole. Necesito veros a cada una con vuestros amigos, disfrutando de la mejor edad que vais a tener en la vida.

Necesito a tu madre, mi compañera. La necesito desde hace más de veinte años y, ahora, la necesito como nunca.

Necesito el segundo café, el que me centra, el que me sirve para conversar con alguien de cosas mundanas, el que me avisa de que ya toca trabajar. Necesito amigos, que se preocupen por mí y que me preocupen lo bastante para alegrarme de verlos, cada vez que me los encuentre. Necesito rodearme de gente, de la mía.

Necesito saberme vivo, aunque a veces duela. Necesito reír y llorar. Necesito pequeñas dosis de emociones de todos los colores. Y necesito música continuamente, para ayudarme a retenerlas en forma de recuerdos en mi cabeza.

Necesito verte disfrutar de tu hermana. Necesito quedarme tranquilo con eso, con que lo entiendes lo aceptas y lo vives con esa pasión con que lo haces. Necesito que ejerzas tan bien tu papel de madre postiza, de “seño”, de amiga, de enfermera. Necesito nuestras “noches de mayores”, con HappyMeal y pelis de final feliz. Necesito negociar contigo la hora de dormir. Me encanta, y te confieso que lo necesito como el comer.

Necesito el ratito de baños, pijamas, cenas y camas. Y embobarme con los minúsculos grandes avances de tu hermana. Necesito que me cuentes cómo te ha ido en el cole, saber que tienes la mejor amiga del mundo y que te tomas en serio lo tuyo. Necesito ser confidente, y que me cuentes chascarrillos a sotovoce antes de dormir, mientras tu hermana lucha con el sueño en el cuarto de al lado. Necesito que me necesites, sentirme siempre una opción para ti. Necesito muchos “tequieros” tuyos, pero muchos, muchos.

Necesito el silencio después del zafarrancho. Necesito a tu madre en el sofá, charlando o sin decirnos nada, da igual, lo necesito. Necesito pasar el día y no volverme a la cama sin echar una miradita más, para ver cómo estáis.

¿Que qué necesito para vivir? Qué cosas… Ya lo sabes. Te necesito a ti.

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