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La Película de mi Parto

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María Isabel Martínez

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El parto es un proceso fisiológico que forma parte de la naturaleza de la mujer y es un acto de intimidad con su propio cuerpo y con el nuevo ser. La mujer que va a parir necesita estar tranquila, relajada y liberada de cualquier elemento (animado o inanimado) que pueda interrumpir su concentración o alterarla de manera negativa.

Digamos que ésta viene a ser  la teoría…..porque lo que es  la práctica, es bien diferente.

¿Qué solemos encontrarnos cuando vamos a parir?

Habitaciones repletas de eruditos y experimentados familiares que opinan, cuestionan, charlotean y te ponen la cabeza como un bombo o simplemente, que imposibilitan ese ambiente de tranquilidad tan necesario para una mujer que está inmersa en el proceso de su parto, recuerden, ese acto íntimo que describíamos anteriormente.

Habitualmente suelo recomendar a “mis mamis” y a sus parejas que no inviten a nadie al parto (para eso están los bautizos y fiestas de cumpleaños) salvo que sea estrictamente necesario, y por estrictamente necesario nos referimos a la imposibilidad de excluir del proceso a la abuela de la criatura, es decir, a la madre de la parturienta, que a veces se aferra a la pata de la cama del hospital ¡¡¡y cualquiera la saca de allí, ni con los GEOS!!

Creedme, algunas abuelas (no todas, por supuesto) viven muy angustiadamente ver cómo su niña se acaba de hacer mujer (ahora y no antes) y tiene que pasar por esto. Se ponen tan nerviosas, que muchas veces son las que peor se portan en los partos, porque quisieran evitar a sus hijas un proceso largo y doloroso (y que de alguna manera piensan que podría depender de ellas) razón por la que se vuelven intransigentes con el personal asistencial, lo cual redunda en un clima de tensión para todos. Además, le roban el protagonismo al padre adueñándose de la situación. Supongo que las madres somos madres de por vida y nuestras hijas son nuestras niñas para siempre. Imagino que haré lo mismo cuando me toque ser abuela.

Sin bromas -porque me parece un tema muy serio- antes de ir de espectador a un parto, sería interesante reflexionar un par de cosillas que tal vez nos hagan ver el proceso de otra forma. Es comprensible que el hecho de que un nuevo miembro de la familia esté a punto de nacer sea motivo de júbilo para todos y nos impulse a acompañar a la feliz pareja para compartir con ellos esa alegría, pero parémonos por un instante y pongámonos en el lugar de esa mujer que está a punto de parir. Ojo, que  no quitamos la buena intención de la gente, que se persona para tratar de arroparte y acompañarte, pero tal vez esto no es lo que necesita esta mujer en este momento.

El parto duele, no lo vamos a negar, pero duele más si estás nerviosa que si estás relajada, por eso debemos enfocar nuestro parto hacia ese objetivo, estar y permanecer relajada durante todo el tiempo que dure el mismo.

La mujer que está inmersa en su proceso de dilatación a base de contracciones dolorosas necesita estar muy muy pendiente de sí misma, para poner a trabajar los recursos que ha aprendido y así,  conseguir dilatar mejor y vivir una experiencia maravillosa, a pesar del dolor.

No ayuda que haya gente en la habitación intentado darte conversación, no. Tampoco el tener que soportar conversaciones paralelas sobre temas intrascendentes con tal de rellenar los espacios vacíos. Se necesita silencio y respeto.

No ayuda que te repasen todos los partos de la familia y vecinas anteriores al tuyo, no. Y menos aún que se recreen en los largos y complicados.

No ayuda que te digan que no eres la primera mujer que va a pasar por eso y que no es para tanto, no. Con toda seguridad no lo será, pero para ella puede ser su primera vez. Se necesita empatía y comprensión.

No ayuda tener una habitación llena de gente cuando estás en camisón (si lo podemos llamar así) y sin ropa interior para facilitar las exploraciones, no. Tal vez tú no le des importancia, pero quien lo vive en primera persona y ha de subirse y bajarse de la cama, moverse, deambular por la habitación así, creedme que sí le da importancia. No es agradable.

No ayuda que te vayan narrando cuándo te vienen las contracciones y qué intensidad adquieren, unido al típico ¿Te duele? ¿La notas?, no. Creedme que no.  Y eso lo saben porque se pegan los morros a los monitores y no le quitan ojo a la máquina diabólica para advertirte de algo que tú ya sabes perfectamente sin necesidad de aparatos, incluso antes de que salga reflejado.

No ayuda que te pregunten cada cinco minutos si necesitas algo o que se pregunten en voz alta si tardará mucho el anestesista con la epidural, no. La parturienta sabe perfectamente que si necesita algo, bastará con pedirlo. y alimentar su ansiedad ante la espera del “remedio milagroso” no la va a ayudar. Respetad su silencio y no la agobiéis.

No ayuda volver del paritorio cansada física y psicológicamente, y encontrarte una habitación llena de gente que se agolpan sobre ti y lo peor, sobre el bebé, deseando que le cuentes cómo ha ido, no. Esa madre necesita descanso y ese bebé necesita tranquilidad. No cojáis al bebé por favor, a no ser que la propia madre os lo pida. El bebé recién nacido pasa de mano en mano y a parte de incomodarlo, lo estamos poniendo nervioso. El bebé debe estar tan solo con su madre, a ser posible en su regazo y si la mamá está muy cansada y necesita descansar, lo cogerá el papá, nadie más. Además, no creeros que a las madres nos gusta que nos cojan al bebé, nos volvemos extremadanamente posesivas y protectoras con nuestro cachorrillo. Respetadlo.

No ayuda intentar dar el pecho con veinte ojos apuntando a tu teta, y lo que es aún peor, opinando sobre tus pezones, no. Para una mujer, sobre todo las primerizas, es muy difícil tratar de dar el pecho con gente mirando, les resulta realmente violento. Además, dar el pecho no es sacar teta-enchufar niño, dar el pecho es dejar que el bebé toque, huela, sienta, busque en el pecho desnudo de su madre, con tranquilidad, sin prisas, si presiones y sin opiniones versadas sobre el proceso en cuestión. Creedme, aquí sobra mucha gente y mucha opinión gratuita.

No ayuda alimentar en esa madre la duda de si será capaz de amamantar a su bebé o si su leche subirá a tiempo o si será de buena o mala calidad, no. No ayuda presuponer que el bebé tendrá hambre y  necesita un biberón mientras sube la leche porque de momento, la madre no tiene nada que ofrecer al bebé ( ni calostro, ni leche, ni nada) o salir corriendo a la farmacia de la esquina a por un chupete para que se calme. No ayuda ni a la madre, ni al bebé, ni a la lactancia.

No ayuda que las visitas se eternicen y se vayan acumulando unas tras otras en un total de 20 metros cuadrados de habitación, donde además de faltar espacio, falta el aire, falta empatía, falta consciencia y sobra todo el mundo.

Y tantas y tantas otras barbaridades de las que somos testigos en una habitación de una maternidad……¡¡Si las paredes hablasen...!!

Si de verdad queréis ayudar, esperad a que pasen unos días (o meses..jejeje) antes de ir a conocer al bebé y a dar la enhorabuena a sus papis.

Y si decidís ir antes, recordad que podéis ayudar preguntando si necesitan que le llevéis algo del súper (o actuad improvisando lo que pueden ser necesidades básicas)  y si podéis, cargad con un par de tuppers con comida casera y reconfortante.  Echad una mano con la plancha, la cocina o ayudad con los otros bebés/niños si los hubiera, sacadlos de paseo o llevadlos al cine, tirad de imaginación, seguro que algo se nos ocurrirá y seguro que habrá cosas por hacer.

No vayáis de visita, no. Una madre recién parida no está para hacer de anfitriona. Pensad en qué podéis ayudar, pero de verdad. Y las visitas....como las del médico: ¡¡cortitas, cortitas!!

Autor: Dra. Mª Isabel Martínez Muñoz

Autor: Dra. Mª Isabel Martínez Muñoz

Médico Especializada en Educación Maternal y Recuperación Puerperal.

Máster en Nutrición Clínica, Obesidad y Nutrición Vegetariana. Universidad de Barcelona

Asesora de lactancia Materna y Educadora de Masaje Infantil

Directora del Centro de Educación Maternal C.E.M. Los Arcos

www.cemlosarcos.es

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