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Ni Buenas, ni Malas…todas Excepcionales

María Isabel Martínez

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Es que nos puede…qué se le va a hacer.

Nos puede la necesidad de etiquetarlo todo y clasificarlo todo dentro de un orden que obedece al momento, al lugar  (es decir, a las modas) y la necesidad que tienen algunos de sentirse grandes gracias a hacer sentir pequeñitos a los demás.

A poco que buceemos un pelín por la blogosfera, el ciber y las redes sociales y si os encontráis inmers@s en este apasionante mundo de la Maternidad/Paternidad corresponsable, seguro que no os ha pasado desapercibido la cantidad de blogs y webs que se dedican a etiquetar a las madres en dos categorías claramente diferenciadas: las buenasmadres y las malasmadres No he encontrado referencias sobre las regularesmadres, parece ser que no tienen cabida en el mundo 2.0.

También parece ser que en el tema de la maternidad no se cumple el famoso axioma básico de Aristóteles -que tan requetebién me ha venido a mí en la vida- “La virtud es una disposición voluntaria adquirida, que consiste en un término medio entre dos extremos malos, el uno por exceso y el otro por defecto.”

A modo de resumen, lo que encontramos en los blogs y páginas es lo siguiente:

¿Qué son las buenasmadres?

Parece ser que son las que crían con apego y se entregan en alma y cuerpo a sus descendientes desde que nacen e imagino que hasta que abandonan el hogar, no lo sé.

Son madres que dan el pecho (esto es imprescindible para entrar en este club), muchas de ellas colechan (es opcional pero da muchos puntos positivos) y hasta tienen tiempo de hacer cupcakes y  magdalenas caseras (¡¡¡esto ya es la releche!!!), amén de saber coser, hacer croché, reciclar cartones de huevos para hacer volcanes para el cole de sus hijos y tener tiempo para todo esto y para atenderlos a ellos impecablemente.

Los días de estas madres tienen 24 horas, como los de todas, pero parecen el doble, no sé cómo se apañan para llegar a todo a tiempo y perfectamente, me lo expliquen. Parece ser que muchas de ellas (la mayoría) dejan de trabajar por propia voluntad o se piden una excedencia durante la crianza de los hijos, porque de otra forma no salen las cuentas y curiosamente, están encantadas con su nuevo roll, no se les cae la casa encima ni se asfixian dentro de ella.

No se extralimitan lo más mínimo y no tienen necesidades algunas para sí mismas porque sus prioridades son los hijos y mientras éstos estén bien, ellas estarán bien.

No se cansan de estar con sus hijos, no les resultan estresantes ni cargantes en ningún momento, tienen paciencia infinita, no necesitan válvula de escape alguna. No se sienten desbordadas por el trabajo en ningún momento porque son tan megaorganizadas que llegan perfectamente a todo.

Estas son las conclusiones a las que llegas después de leer tantos blogs de buenasmadres o incluso tras leer las críticas de las malasmadres –porque se ponen a caer de un burro las unas a las otras-.

¿Qué son las malasmadres?

Éstas, parece ser que son las que quieren romper con los estereotipos anteriores. Por encima de cualquier cosa reivindican su identidad como mujer antes que dejar que la maternidad las asfixie y las abduzca. Tienen hijos pero también tienen necesidades individuales y sopesan hacia dónde debe inclinarse la balanza según los casos.

Disfrutan de sus hijos, pero hay días que los darían en adopción porque no dan más de sí. No suelen dar el pecho o prefieren dar el bibi por la independencia que ello les proporciona y del colecho ni hablamos. No saben hacer bizcochos o se les queman en el intento, pero no les preocupa lo más mínimo, tiran de abuela o de supermercado y tan panchas. Necesitan tiempo para sí mismas, para ir al gym, de compras con sus amigas y algún gin tonic de cuando en cuando. No tienen reparos además en decirlo, es más, les encanta hacer pública su supuesta “imperfección” como madre. Son la antítesis de las buenas madres y además, sin remordimiento.

¿Y ahora qué hacemos? Porque se supone que o estamos en un grupo o estamos en otro.

Pero mire Ud. ¿y si no me termino de identificar con ninguno de estos dos grupos al 100%, dónde se supone que estoy?

Según el ciberespacio, en el Limbo 2.0.

Según Aristóteles, en la Virtud.

La vida y la maternidad son mucho más sencillas, creedme. Pero para vivirlas de una manera relajada hay que desprenderse de las etiquetas.

Toda buenamadre necesita tener algo de malamadre en momentos determinados y toda malamadre tiene sus conatos de buenamadre irremediablemente. No son opciones excluyentes.

Mi experiencia como madre, y vista ya desde la distancia -que mejora mucho la perspectiva- me dice que ambas opciones son combinables y que es sinceramente, lo más acertado.

Una madre necesita que sus hijos crezcan felices y bien atendidos, pero no puede ni debe perder su identidad en pro de sus hijos, porque los hijos un día volarán y te dejarán vacía. Y sí, eres madre, pero también eres mujer y persona.

Dar el pecho o no, no me hace mejor ni peor madre, ni colechar o no, ni portear a mis hijos o no….estamos perdiendo el norte.

Cada madre hace las cosas lo mejor que puede y sabe,  y algunos días estará contentísima de lo bien que te ha ido todo y otros estará a punto de tirarte por la ventana a poco que te animen un pelín. Y creo no equivocarme si digo que esto nos pasa a la mayoría….si no a todas.

Todas somos excelentes madres (siempre que hablemos de optar por los diferentes modelos educativos, no entramos en otro tipo de comportamientos por defecto de formas) porque decidimos criar de una manera u otra en función de nuestras necesidades, que son únicas e intransferibles.

Me jode (con perdón)  la manía de metaetiquetar a todo el mundo, porque debajo de todo esto realmente lo que estamos haciendo es juzgando la conducta de esa persona de forma implícita.

“Yo soy así, he decidido por propia voluntad o por imperativo de mis circunstancias criar a mis hijos de la manera en que lo hago y me considero una madre excepcional porque mis hijos están creciendo felizmente y estamos haciendo de ellos personas equilibradas y con valores. Y eso es lo que cuenta.” Y esto nos lo repetimos cada día como un mantra de equilibrio emocional y de aumento de mi autoestima.

Ninguna madre debiera ser diana de juicios de los demás por hacer las cosas de una manera u otra, o educar de una manera u otra. En el mundo de la Maternidad, cabemos TODAS.

Ni buenas ni malas…todas madres excepcionales, cada una en su estilo.

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