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Agüita

Carlos Puentes

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¿Frío? no mucho, agua más bien. El frío por el norte, por aquí, sí, ha refrescado, hasta temperaturas propias de esta época del año, con algún que otro mangueraso, que es como los amantes de la meteo (o al menos dos de ellos que hemos venido a coincidir en latitud, melomanía, rojez, y gusto por la estupidez) llamamos a los escarchazos matutinos con los que algunos reporteros de los Introduzcaquíelnombredesupueblo Directo, salón de muestras de la cultura folklocasposa española, rellenan absurdos minutos rascando delante de las cámaras parabrisas cubiertos de hielo, pagados con el presupuesto común, el mío, y el suyo. El caso, que frío, lo que se dice frío, o al menos aquel famoso frío gélido que iba a dejar España cubierta de glaciares, témpanos, ríos congelados, y etecé etecé, aquel frío, pues parece que el muy puñetero ha decido quedarse, por el momento, al norte de los Pirineos.

Pues eso, la gran meteorología, la que interpreta los cambios atmosféricos en su más amplio sentido, por ahora nos ha venido a decir que el Calentamiento Súbito Estratosférico que se produjese a comienzos de mes, no ha tenido un reflejo en superficie como nos gustaría a los amantes del caos y la destrucción. Pero eso no quiere decir que el veredicto errase, no. Lo que el tan comentado y mentado calentón nos susurraba al oído a más de 20.000 metros de altura era que para la segunda quincena de enero, íbamos a tener un cambio de patrón en el modo en que circulan las masas de aire troposféricas. Hablaba de la formación, sí o sí, de un potente anticiclón en el ártico, que empujaría las gelidísimas masas de aire polar hacia latitudes más meridionales (como más al norte del Polo Norte no hay nada, entiendan por el imperio de la lógica que meridional significa sur).

¿Y se ha formado el esperado anticiclón? Sí, se ha formado en tiempo y forma esperada. ¿Tendremos entonces cambio de patrón? A ver, analicemos el antes, comparémoslo con lo que vendrá, y saquemos entonces conclusiones, por aquello del imperio de la lógica que mencioné antes. El antes nos lo dice el informe pluviométrico del mes de diciembre de la Aemet, que nos devuelve para nuestra zona unos valores de precipitación en un 60% por debajo de la media, y un comienzo de enero que no es que haya sido especialmente diferente, con temperaturas ligeramente por encima de lo acostumbrado. Conclusión, tiempo seco y poco frío. Con este precedente, un cambio de patrón obedecería a tres posibles opciones, que nos venga mucho frío, que nos venga agua, mucha, o que nos vengan ambas a la vez, opción esta añorada por todo el meteofrikerío nasioná.

¿Y qué vendrá? Observen esta gráfica:

Lo que quiero que observen es la línea inferior, que obedece a precipitación acumulada. Esa amalgama de líneas corresponde a la posible evolución de las precipitaciones durante los próximos 14 días. La línea roja obedece a la media de todos los modelos, o ensemble en francés. Como pueden comprobar, cuanto más próximo es el plazo a pronosticar, menor es la dispersión modelística, y por lo tanto más certero el pronóstico. Pero fíjense en algo curioso, esta línea roja, desde hoy mismo, no tocará nunca la base de la gráfica en los próximos 14 días, lo que viene a significar que tendríamos lluvia, con diferente intensidad dependiendo del día, ininterrupidamente en las próximas dos semanas, con algunos picos que sobresalen por ahí que dan verdadero miedo. Evidentemente, no es algo que vaya a producirse sí o sí, pero ténganlo en cuenta como tendencia para esta segunda quincena de enero.

¿Conclusión? Que nos vamos a hartar de abrir el paraguas los próximos días, y que como la tendencia arriba mostrada se convierta en realidad, más de un periodista va a tener cosas que contar. Total, que cambio de patrón lo hay, clavado, día 16 de enero que pone fin, previo paso de algún chorrifrente de escasa importancia, con cerca de dos meses de sequía técnica.

Veamos entonce qué ha pasado. Efectivamente, el CSE ha derivado en la irrupción de un potente anticiclón ártico, que ha desgajado en tres centros de acción el Vórtice Polar. Una de las salidas lógicas era el potente desalojo que podría darse hasta nuestra península desde la lejana región de Siberia, mediante una típica circulación retrógrada en Europa que arrastrase aquel aire gélido por todo el pasillo continental, sin embargo “algo” lo ha impedido. Tal y como les dije la semana pasada, existen dos “algos” que parecen querer impedir dicha entrada hasta nuestras latitudes, uno de ellos, la extraordinaria potencia que este año parece tener el centro de bajas presiones que existe en Terranova, desplazando nuestro amigo el anticiclón de las Azores hasta nuestra zona, y que ha traído de cabeza a los principales modelos meteorológicos y a todo el meteofrikerío que nos divertimos con esto. Pues bien, parece que no iba muy desencaminado porque es, y será Terranova, la principal protagonista en el desenlace de este episodio.

Lo que nos viene encima, tal y como han comprobado en la gráfica de más arriba, es la entrada continuada de profundos frentes atlánticos, con unos centros depresionarios situados muy por encima del norte peninsular, pero con una extensión isobárica que afectará, con holgura, a toda la vertiente atlántica europea. El cambio de patrón por tanto se traduce en una circulación zonal, ciertamente regular, desplazada hacia el sur, es decir, y para que me entiendan de una vez, se traduce en agua, mucha, durante vete tú a saber cuánto. Pongan lavadoras, tiendan la ropa y vayan echando un ojo, de vez en cuando, al nivel que presentan los embalses del Guadalquivir.

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