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Machistas Anónimos

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Juan Velasco

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Creo que fue la campaña contra el consumo de alcohol más machista que he visto en mi vida la que me inoculó la semilla que hoy germina en este texto. Todavía no me creo que al Ministerio de Sanidad se le ocurriera algo tan estúpido como trazar una especie de hilo invisible entre el consumo de alcohol entre las adolescentes y el sexo no consentido. Que eliminara al hombre de la ecuación y lo sustituyera por el alcohol me hizo reflexionar.

Y esa reflexión me llevó aquí. Hoy hablo del machismo como enfermedad social y como hábito. Y para ello lo comparo precisamente con un vicio socialmente aceptado pero igual de perjudicial: El alcoholismo. En mi opinión, que reconozco que nadie me ha pedido, el machismo no es una marca de nacimiento, sino una configuración de partida y una convención social que todos aceptamos siempre que no nos moleste a la vista.

Cuando molesta, como al alcohólico y al borracho, lo rechazamos. Y muy comúnmente nos olvidamos dónde empieza todo.

Porque, hasta que el machismo molesta de verdad, hay todo un camino de pequeños tragos, de invitaciones a rondas, de brindis compartidos por todos. Hay un entorno que tolera el machismo, que suele ser el mismo que dice que beber con moderación es algo saludable. Hay un hilo invisible que une a quien dice que “llorar es de maricas” con el que dice que “beber cerveza sin alcohol es de nenazas”. Y todavía, en pleno siglo XXI, hay quien dice estas cosas a diario.

Beberse una cerveza o una copa de vino todos los días, por encima de los efectos nocivos o beneficiosos que pueda tener para la salud -que bailan según quién pague el estudio-, es un hábito. Una costumbre, que puede ser buena o mala, pero está ahí y forma parte de nuestro día a día. A su modo, tiene esclavizada a una parte de la población, puesto que este país es muy poco dado a cambiar costumbres.

Lo mismo se puede decir del machismo: es un hábito que está en nuestras vidas a diario. Está en nuestros grupos de Whatsapp, en nuestra cocina, en la ropa que se almacena para hacer la colada, en nuestro buscador de internet, en los anuncios que nos ofrece Facebook, en el buscador de Instagram, en las portadas de las revistas, en nuestro puesto de trabajo, en nuestras respuestas, en nuestros silencios y, ¡coño!, en nuestras palabras. El machismo, al igual que el consumo de alcohol, es una forma de estar en este mundo.

Lo cierto es que a nadie le gusta ser el borracho de la fiesta, pero lo realmente chungo es ser el alcohólico del semáforo. Con el machismo ocurre igual. A nadie le gusta que le llamen machista, pero lo auténticamente chungo es llegar al punto en que te llamen maltratador y acosador. Y, en el camino hacia el semáforo y hacia la orden de alejamiento, hay varias paradas. Hay que estar atento a ellas. Porque es en esas pequeñas señales donde alguien se puede perder por la senda oscura del machismo.

Y, si uno se pierde, al igual que en una reunión de Alcohólicos Anónimos, el primer paso para superarlo es reconocerlo.

Así que, yo lo reconozco: Me llamo Juan y soy machista. Y quiero cambiar. Y quiero que seamos más libres que iguales, todos y todas. Pero, como punto de partida, soy machista. Y tendré que cambiar.

Her, A Women Story

Y, en esta senda, este viernes retomo un podcast que hice el año pasado titulado Her (A Woman Story) que recoge la soberbia música que han estado haciendo mujeres de todo el mundo, y que, al igual que en todos los sectores, rara vez tiene el mismo reconocimiento que la que hacen sus partenaires masculinos.

La segunda parte de esta serie reúne Jazz, Soul, Folk, Ambient, Techno, Electro o House firmado por artistas de Norteamérica, Europa, Asia, Latinoamérica o África. El talento indiscutible de estas mujeres bien merece una hora y media de escucha este viernes, apenas unas horas después del Histórico Día Internacional de la Mujer. Éste es, humildemente, el mejor tributo que puedo hacer hoy, que quienes tienen que hablar (cantar, en este caso) son ellas.

Así que echen una moneda a este Jukebox y escuchen la música del futuro.

Porque el futuro será femenino o no será.

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