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La ineficacia de las medidas y el Principio de Hanlon

Fernando Lara

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Como dar “una patada hacia delante y esperar que la economía mejore” han sido la mayor parte de las medidas tomadas en España desde el inicio de la crisis. Eso dice Aleix Saló, que en dos libros de viñetas cuenta lo que está pasando aquí. En lo de la patada tiene, digo yo, toda la razón, y en muchas otras cosas, como cuando afirma que “desgraciadamente la economía es una maraña de procesos, fenómenos y dinámicas harto complicadas de descifrar”.

En su segundo libro, publicado en 2012, “Simiocracia. Crónica de la gran resaca económica”  intenta esquematizar con humor negro, pero sin perder rigor, un particular descifrado de la crisis económica (en el primero “Españistán: este país se va a la mierda”, 2011, con profético título, pone un empeño similar). Si no fuera por lo dramático del tema sería bastante divertido leerle. Además acojona un poco al final cuando, después de recurrir a George Soros para que nos diga que ésta es la peor crisis financiera desde la Gran Depresión, recuerda cómo acabó aquella abonando el campo para el auge de corrientes extremistas y líderes demagogos. Lo que vino después ya lo sabemos.

En el  vídeo que hay un poco más abajo de estas líneas, hecho para promocionar su libro, expone en unos minutos con original formato un resumen de lo que cuenta en él. Si se pudiera marcar sobre el vídeo yo haría dos señales, una en el minuto 4,20, a partir del que muestra el triángulo pasional entre administraciones públicas (las locales y provinciales, sobre todo), inmobiliarias y constructoras y cajas de ahorros. De lo más romántico y explicativo. La otra señal la haría en el minuto 5,57, momento en el que Saló niega cualquier conspiración para someternos desde el poder, dudando que haya villanos que controlen eficientemente nuestro destino. Pero no tranquiliza nada su argumento para explicar la ineficacia de las medidas de los gobiernos en la gestión de la crisis; se muestra partidario del Principio de Hanlon para explicar la razón de las desafortunadas acciones políticas y de gestión que están caracterizando nuestro tiempo: “No debe atribuirse a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez”. Aclara: “Vamos, que estamos gobernados por ineptos. Y algún que otro simio”. 

Seguramente exagera un poco, no se debe generalizar, pero lo cierto es que, digan lo que digan los políticos en defensa de las medidas aplicadas hasta la fecha, todavía no hay señal de recuperación y nada indica que la cosa vaya a cambiar. Incluso se han reconocido como un grave error las políticas de austeridad excesiva que estamos padeciendo. La reforma del mercado de trabajo no ha tenido aún ningún efecto sobre la creación de empleo (de momento el resultado ha sido que hayan salido de las empresas muchos que tenían contratos fijos). Los costes laborales se reducen (ya son de los más bajos de la Unión Europea, cinco puntos por debajo de la media), pero no hay evidencias de mejora en competitividad que aumente la actividad de las empresas. Los que tienen trabajo ganan menos, pierden derechos, van a tener que estar trabajando hasta más allá de lo que habían imaginado y cuando se jubilen sus pensiones serán más reducidas de lo que soñaban.

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