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María Iglesias, escritora: “Todos vamos en un mismo bote”

Entrevista a María Iglesias, autora de la novela 'Horizonte'

Aristóteles Moreno

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Su última novela nació de una simple entrevista. elDiario.es le pidió un perfil de un inmigrante africano afincado en Sevilla. Un texto pequeño. No más de 500 palabras. Y lo que se encontró superó todas sus expectativas. Enfrente tenía algo más que otra heroica historia de subsahariano que sobrevive al desierto, a la fosa mediterránea y a la frontera más desigual del planeta. Había una nueva mirada sobre África que estaba a punto de cambiarle todos los esquemas.

Pero vayamos por partes. La periodista María Iglesias ya había tomado contacto con el mundo de la inmigración varios años atrás. En 2016. En medio de la marea migratoria que desencadenó la guerra de Siria, cogió el petate y se plantó en la isla de Lesbos. Allí tocó con las manos el desastre humanitario que llamaba cada día a las puertas de Europa. “Veías el horror en los ojos de los jóvenes que llegaban en balsas por la noche y lo a salvo que se sentían cuando pisaban suelo europeo, la tierra de los derechos humanos”, explica sentada en una cafetería del Parque Cruz Conde. “Nosotros sabíamos que todo era mentira. A diez pasos los iban a meter en campos de encierro, hostiles y militarizados, donde tendrían que hacer cola cada día para comer”.

Aquella visión le impactó. Se convirtió en un punto de inflexión en su trayectoria profesional. Fruto de la experiencia nació un documental y una novela. Contramarea fue filmada bajo la dirección de un profesor universitario de Sevilla, mientras que El granado de Lesbos fue su segundo título que llegaba a las librerías. Hoy sábado presenta Horizonte en la Feria del Libro de Córdoba a las 12.30 horas.

PREGUNTA. Y en Lesbos fue consciente por primera vez de la utilidad del periodismo.

RESPUESTA. Yo había sido consciente antes. Cuando trabajaba en Diario de Sevilla hacía periodismo sobre educación. Y los colectivos de profesores, maestros y familiares te hacen sentir que sus denuncias son útiles cuando no se cumplen las obligaciones de la administración. La sociedad aquí en España es muy crítica con el periodismo y probablemente le damos muchos motivos para ello. Pero los huidos de las guerras que llegaban a Lesbos nada más bajar de las barcas nos buscaban a los periodistas. Vienen de países donde no existe la prensa libre y querían contarnos su historia.

Ketu Simo viene a Córdoba atraído por la Mezquita pero su brújula es educarse

P. ¿Por qué escribir una novela? ¿No le bastaba con el periodismo?

R. Para mí es un complemento muy interesante. Es un tiempo distinto. Tienes más plazo para prepararlo, reflexionarlo y hacer otro tipo de viaje de conocimiento. Para mí la creación de las novelas es un viaje de conocimiento. Quería llegar a un público que quizás no nos sigue en la prensa cuando le contamos estas historias porque en nuestro enfoque encuentra un fenómeno que le resulta doloroso y que aparentemente no tiene solución. Rehúyen la mirada porque es algo que solo les genera sufrimiento. Y yo creo que estamos llamados a construir.

P. ¿A construir qué?

R. La ciudadanía del mundo estamos convocados a construir alternativas. Creo que hay evidencias de que esto tal como está no satisface no solo a los africanos, sino que aquí en el rincón privilegiado del mundo también hay unas insatisfacciones sociales enormes que se plasman en la imposibilidad de la gente de acceder a la vivienda, de pagar los suministros y la comida, o el auge de los problemas mentales. Y yo no soy partidaria de la inacción.

P. Usted tiene el activismo en vena. Su familia fue antifranquista y su padre abogado laboralista.

R. No estamos determinados a cumplir el legado de nuestros ascendientes. Si eso fuera así mi padre o mi madre habrían sido franquistas, porque su familia era partidaria del régimen anterior. Somos libres de elegir. Aunque efectivamente me he criado en un entorno de compromiso social.

P. Horizonte nace de una entrevista con un inmigrante que se llama Sani Ladan.

R. Fue un encargo de elDiario.es para la revista en papel de diciembre de 2018, que era sobre inmigrantes en España. Me propusieron hacer una entrevista muy cortita. Era más bien un perfil de 500 palabras a este joven estudiante.

P. ¿Y cómo fue la experiencia?

R. Él no quería. Había empezado la carrera aquí en Córdoba, pero en ese momento estaba en Sevilla. Había tenido mala experiencia con la prensa y pensaba que los periodistas dábamos una visión muy victimista de la inmigración. Que eran muy paternalistas con ellos y no les dejaban expresar sus ideas. Me puso muchas excusas. Cuando rastreé su perfil me pareció alguien tan interesante que 500 palabras iban a ser pocas. Hicimos una entrevista sin límites y confirmó mi expectativas. Incluso las superó.

P. ¿Qué tenía Sani Ladan que no tuvieran otros inmigrantes africanos?

R. Me habló de una nueva generación de africanas y africanos tanto en el continente como en la diáspora que estaban dispuestos a salirse de ese cliché del pobrecito que nos da pena pero no nos hace concebirlos como agentes de construcción, de cambio o de creación de alternativas. Y que eso no respondía a la realidad. Que había una serie de asociaciones y de grupos en internet donde ya estaban debatiendo como darle la vuelta a esta realidad secular de opresión y de expolio.

La novela plantea de qué manera se pone en marcha una nueva relación de justicia entre África y Occidente

P. ¿Y cómo se va a dar la vuelta?

R. La novela lo que plantea es de qué manera, con qué acciones coordinadas, diplomáticas o empresariales, se pone en marcha una nueva relación de justicia y de equidad entre África y Occidente.

P. El protagonista de la novela, Ketu Simo, es Sani Ladan.

R. Sani Ladan ha sido mi inspirador. Ketu Simo es un personaje, de quien, entre otras cosas, me invento sus amores

P. Ketu Simo abandona Camerún por hambre de conocimiento.

R. Eso es algo que nos suele extrañar. Pero no es un caso insólito. Hasta cierto punto tiene lógica. El viaje de cualquiera de estas personas que vemos desembarcar en una patera es muchísimo más caro que el viaje que cualquiera de nosotros podemos hacer a un país africano.

P. Si no tienes dinero no puedes salir de Camerún.

R. Eso está claro. La mayoría vienen por mejorar sus expectativas vitales. Obviamente. Pero mejorar tus expectativas vitales puede ser encontrar un trabajo o puede ser estudiar o tener la ilusión de que tu vida puede ser lo que sea. ¿Por qué no puedo yo? ¿Por qué un europeo sí? ¿Qué razón hay por la cual yo he podido ir a Senegal y la gente de Senegal no puede venir aquí? Y a mí no me sale otra repuesta que no sea porque eres negro.

Los problemas de África no vienen de que sea pobre. Vienen de que es rica

P. El mundo está hecho para los blancos.

R. Sí.

P. Y, sin embargo, se topa con el racismo, no en Europa, sino en Argelia y en Marruecos.

R. Sí, por supuesto. Ese es un tema también controvertido dentro de la relación de África. En esta utopía alcanzable, que es de lo que va la novela, un punto fundamental es que África se podría haber unido. Dentro de los elementos de desunión ellos tienen una brecha fuerte entre el Magreb y el África subsahariana. Y hay un dolor por parte del África subsahariana por sufrir el racismo del Magreb.

P. El racismo es un atributo humano. No únicamente blanco.

R. Por supuesto. Lo que pasa que indudablemente el occidente blanco ha tenido hasta ahora en la historia un puesto de preponderancia económica y de dominio, que ha hecho que nosotros impongamos nuestro modus vivendi y nuestros intereses sobre los demás. Aquí solo vemos el efecto, que es la migración, pero nunca miramos al origen, que es el expolio. No el expolio de hace siglos. El expolio actual. Porque el expolio continúa. Nosotros no tenemos legitimidad ninguna para decirle a la gente que no migre. Primero porque somos seres humanos en pie de igualdad. Pero es que además continuamos expoliando sus recursos. ¿Por qué Francia es una potencia nuclear? Pero si Francia no tiene uranio. ¿Dónde están las minas de uranio de Francia? Están en Níger. Y ahora Níger dice: “El uranio es para mí. Y, si usted quiere, dígame cuánto me da y ya veré yo si me conviene el precio que ofrece usted o el que me da el chino o el ruso”.

P. El colonialismo no es un baldón del pasado.

R. Hay un neocolonialismo, que es diferente. Los procesos van cambiando. No tienen las mismas formas de antaño, pero los movimientos de independencia de los países africanos de los años sesenta no han llegado hasta ahora a cuajar en una autonomía real sobre sus recursos. Es muy esperanzador lo que acaba de ocurrir ahora en Senegal donde han podido celebrar sus elecciones y ha salido una oposición apoyada masivamente por una juventud que va a intentar poner en marcha la reapropiación de sus recursos. Los problemas de África no vienen de que sea pobre. Vienen de que es rica.

La ciudadanía del mundo estamos convocados a construir alternativas

P. Sin embargo, Ketu Simo abandona Camerún porque le roban una beca para dársela al hijo de un dirigente del país.

R. Ese neocolonialismo no funcionaría si no hubiera una connivencia con las élites locales. Esos líderes títeres con quienes nuestros gobiernos mantienen relaciones diplomáticas con normalidad aunque oprimen a su pueblo. Le hablo de Al Sisi, por ejemplo. Somos muy hipócritas en nuestra designación de quiénes son los dictadores. Con determinados autócratas mantenemos unas relaciones de colaboración y de cordialidad.

P. Porque sirven a nuestros intereses.

R. Claro. Y, a su vez, ellos se reservan ganancias.

P. ¿Los movimientos de independencia de África no han logrado la independencia de África?

R. Nominalmente por supuesto que sí. No podemos decir que están como antaño. Pero es muy llamativo el desconocimiento que tenemos aquí de aquellos líderes de la independencia en países como Burkina Faso, Ghana o Congo, que fueron exterminados por las potencias occidentales. Eso está totalmente probado históricamente. En su lugar, fueron poniendo otros mandatarios que convenían a nuestros intereses. Y eso, con una población joven cada vez más preparada, más universitaria y más hiperconectada, no cuela ya. Están cada vez más descolonizados mentalmente. Las personas que han viajado, se preguntan: “¿En qué momento voy a ser inferior? ¿Por qué? ¿De dónde se sustancia esto?”.

P. ¿Usted se siente responsable por ser blanca y pertenecer a un continente que ha sido colonial?

R. Nadie de África me ha estigmatizado personalmente. Ni creo que ellos busquen victimismo ni paternalismo. Lo que hay que hacer es ponernos a trabajar. Ponernos a construir. Yo sí me siento responsable hoy si sabiendo todo esto no me pongo en acción.

¿Por qué no pueden mejorar sus vidas? Porque son negros

P. Y usted es una periodista en acción.

R. Y una ciudadana. No es solo una labor periodística. Esto es insostenible. No es justo. No es positivo. Nos lleva a las locuras de Rishi Sunak [primer ministro británico] deportando a la gente a Ruanda. ¿Eso qué resuelve?

P. Qué curioso. Un indio echando a africanos de Inglaterra.

R. Y qué paradójico. No es un caso único. Si vamos a Estados Unidos el policía de inmigración que te para y te cachea en el aeropuerto habitualmente es latinoamericano. El sistema utiliza la fuerza coactiva desde el propio pueblo sobre su pueblo.

P. O, por ejemplo, el caso de Donald Trump. Descendiente de alemanes.

R. No es un caso insólito. Pero ojo con la narrativa. El “nosotros” y el “ellos”. Aquí hay un “nosotros” muy grande. La ciudadanía mundo frente a un sistema que está concebido y pensado por los blancos. Por la élite blanca. Para que cada vez menos gente sea mucho más millonaria tiene que haber más gente cada vez peor.

P. Ketu Simo viene a Córdoba atraído por la Mezquita.

R. Sí. Fíjese en el poder de la cultura y la religión. Ketu es hijo de un empresario que, a la vez, es imán. Vino atraído por la Mezquita de Córdoba pero su brújula fundamental es educarse. A lo largo del camino sufre varios shock. Uno de ellos es cuando da en Nigeria con Boko Haram, que estigmatiza la educación. Y él dice: “¿Qué locura es esta? Yo soy musulmán pero lo que quiero es educarme”. Y otra es cuando llega, por fin, a la península y una ONG con muy buena voluntad lo lleva a los invernaderos de Almería. “¿Por qué? ¿Porque soy negro? Si yo hubiera querido ser explotado en un invernadero tenía muchas oportunidades de donde vengo”. Y aquí en Córdoba dos familias lo acogen en su casa. Luego estudia la ESO, el bachillerato y después la universidad.

El neocolonialismo no funcionaría si no hubiera connivencia con las élites locales

P. ¿Quien salva a un sin papeles salva a la humanidad?

R. Tenemos imbuido lo del salvador blanco. Y esto no se trata de salvar. Se están construyendo su destino ellos mismos. No lo habrían conseguido solos. Lo que sí pienso es que, en la medida en que nos implicamos en esta construcción, alcanzamos una realidad más cálida, más fraterna y todos nos sentimos mejor. Estamos más en armonía. Somos más felices. No es que lo piense: es que lo he experimentado.

P. El gesto de esa mujer cambia la vida de Ketu.

R. Pero ella te diría que su vida también ha cambiado. ¿Quién ha salvado a quién? Nos estamos salvando juntos. Vamos todos en el mismo bote. O nos hundimos juntos o nos salvamos juntos.

P. Ketu Simo logra entrar en la universidad. ¿La educación es un arma revolucionaria?

R. La educación es una herramienta clave de transformación y de construcción social e individual. Y fíjese: de deconstrucción también. Para construir esa alternativa personal y colectiva de cada uno tenemos que deconstruirnos de muchos prejuicios que sin darnos cuenta todos tenemos.

P. ¿Hay que derribar las fronteras?

R. Yo soy poco de fronteras. Geográficas, de género, literarias, periodísticas. No me parecen constructivas. No se trata de destruir. Se trata de construir. Por eso la alusión al puente del Estrecho. Yo voy a una propuesta de dinámica de colaboración, de cooperación, de evitar el conflicto.

P. ¿Qué revolución representa Ketu Simo y la generación joven africana?

R. Yo no lo personificaría en él. De hecho, la novela es muy coral a conciencia. Lo que está ocurriendo es un movimiento colectivo. De muchas nacionalidades distintas dentro de África. De muchísimas organizaciones, Y por eso está empezando a funcionar. El triunfo del partido que ha ganado ahora en Senegal no es casual. Hay mucha materia gris detrás preparando eso que ya está pasando. Ya está en marcha ese movimiento de nuevas generaciones de africanas y africanos.

La educación es una herramienta clave de transformación

P. ¿Cómo se cura la xenofobia?

R. Es fundamental conocer. Si es en persona, mejor que mejor. Porque es un conocimiento muy automático. En el momento en que tú hablas con alguien de otra cultura, te invitan a un iftar del ayuno del Ramadán y tú los invitas a tu casa a otra celebración, ahí se rompen muchos prejuicios. Por supuesto, también leer, escuchar música, ver cine, viajar. ¿Cuánta población andaluza visita con regularidad Marruecos? Es un sitio increíble y vivimos muy de espaldas.

P. ¿Y qué es el túnel del Estrecho: una metáfora o un proyecto real de futuro?

R. El puente es mucho más simbólico, más hermoso y más evocador. Pero, en todo caso, el proyecto existe realmente. Hay unas dificultades técnicas en el Estrecho que se explican en la novela y que lo hacen un poquito diferente a otras localizaciones. El proyecto existe desde los años ochenta. Y corrió muy en paralelo con el Canal de la Mancha. El Canal se hizo y el Estrecho no. La dificultad fundamental es que une dos continentes y la brecha desigual de mayor tamaño del planeta.

P. ¿Qué horizonte se abre para África?

R. África tiene muchísima pujanza porque es un continente riquísimo en recursos naturales y energéticos que nosotros no tenemos. Tiene 1.200 millones de habitantes con un 80% de población muy joven y cada vez más preparada. O sea: África tiene muy buena mano de cartas para que le vaya bien. No quiere decir que va a ser fácil revertir esa situación de opresión y de expolio secular.

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