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Pasando el duelo

Miguel Ángel Luque

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Cuando me pongo a escribir este post, de forma inconsciente, instantáneamente, vienen a mi mente una serie de historias, al hilo del momento que estamos viviendo. Los cuentos, las historias son unas fantásticas metáforas, que nos hacen tomar conciencia del paralelismo existente entre el relato y la realidad, y sobre todo porque nos aporta la capacidad de reformular un problema, una situación complicada, y puede aportarnos opciones de cómo superarlo.

Los cuentos de los que se hablo (por si queréis echarles un vistazo) son, “El príncipe y el mago”, “Mala suerte, buena suerte, quién sabe” y “Algo malo va a pasar en este pueblo”.

Si tuviera que extraer una idea común de los tres, diría que el nexo entre ellos es la capacidad que tenemos las personas de crear nuestra realidad a través de nuestros pensamientos y creencias. De nuevo nuestro cerebro en el centro de la diana. Ese potente ordenador que encendemos todos los días para vivir.

Nuestros pensamientos y creencias se moldean en función de nuestras experiencias y de cómo las procesamos, de nuestros valores y principios, del entorno donde nos relacionamos,… y las creencias generan estados de ánimo, precursores de nuestro comportamiento, de la forma en la que actuamos.  Estaréis conmigo que existe una alta probabilidad de que nuestros pensamientos ahora mismo, no sean los más positivos ¿por qué?

La razón es conocida por todos. La sociedad española (mundial) está en este momento atravesando un proceso de duelo. Hemos perdido algo importante para nosotros, nuestro estilo de vida, nuestra libertad individual y colectiva, nuestra forma de relacionarnos con los demás… estamos de duelo. El proceso de duelo tiene unas etapas bien definidas: Negación, Ira, Negociación, Depresión y Aceptación.

En mi opinión nos encontramos transitando de la 4ª a la 5ª, donde la tristeza y el desconsuelo por las noticias que diariamente nos impactan, se maquillan por las actuaciones de profesionales, personas anónimas, que te hacen recuperar la esperanza y la confianza en el ser humano.

Y es que es tan emocionante (reconozco lagrimitas diarias) conocer las demostraciones de personas anónimas que HACEN cosas: Médicos haciendo tutoriales para compañeros de cómo hacer un EPI casero; Farmacéuticos que explican cómo hacer un gel de manos antiséptico; Empresarios poniendo al servicios de la comunidad sus instalaciones; Voluntarios; Transportistas sin apenas descanso que provisionan los bienes de primera necesidad; Personal de limpieza dejando las instalaciones impecables; y como no,  nuestro personal sanitario, ¡qué nivelazo! ¡Qué ejemplo de capacidad y actitud!. Me dejo a muchísimos, a todos mi, nuestro reconocimiento.

Asimismo, es desgarrador observar la falta de previsión y la falta de liderazgo (por incapacidad¿?) de nuestros representante políticos. Posiblemente lo estén haciendo lo mejor que saben, pero no es suficiente. El presidente francés Macron, citó hace unos días “Estamos en guerra”, y nosotros estamos yendo a la peor “guerra” en años, con tirachinas y palos, no competimos en igualdad. Lo peor que nos puede pasar es que no aprendamos de lo que nos está pasando. No es el momento de pedir responsabilidades, aunque sí de ser responsable. Mi propuesta es que las pospongamos, hasta que cese la tormenta, entonces las solicitaremos si queremos crecer como sociedad. Es nuestra obligación.

Hay que pasar el duelo, y lo pasaremos. Sobre una palabra tiene que pivotar toda nuestra estrategia actual, y esa palabra es Esperanza. Para activarla te propongo que te respondas a estas dos preguntas:

  1. ¿Cuál ha sido el mejor momento de tu vida?.
  2. ¿Cómo vas a celebrarlo cuando todo esto acabe?

BE TIM.

“La Vida no consiste en esperar a que pase la tormenta, sino en aprender a bailar bajo la lluvia” Vivian Greene

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