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Juan Manuel Laborda: “Hay que limitar el uso de las pantallas y de vez en cuando mirar de lejos”

Juan Manuel Laborda | ÁLEX GALLEGOS

Redacción Cordópolis

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Hace más de 30 años, el doctor Juan Manuel Laborda se unió a otro grupo de siete amigos y profesionales para dar el salto de la sanidad pública a un proyecto propio. Y lo hizo sobre un solar bajo el que está la historia entera de la ciudad de Córdoba.

Desde la pequeña ladera sobre la que se asienta el Hospital La Arruzafa se contempla el horizonte de una ciudad todavía a medio gas, en la fase uno de la desescalada tras dos meses de un histórico confinamiento. Pero se respira historia y tranquilidad. Bajo los pies de cualquier paciente están toda la historia de la ciudad, desde los primeros pobladores conocidos en Córdoba hasta la tecnología más avanzada que supone este centro oftalmológico vanguardista.

El doctor Laborda dirige el hospital La Arruzafa, un centro de referencia capaz de haber operado el primero ojo biónico del país, de resolver miles de cirugías todos los años y hasta de dedicar una parte muy importante de su esfuerzo y fondos a que miles de africanos vuelvan a ver con un gesto tan simple como una operación de cataratas.

P. ¿Cómo estamos de salud y cómo ha afrontado el hospital La Arruzafa este distópico proceso que nos ha tocado vivir durante estos dos meses?

R. De salud estamos bien, afortunadamente. Los que no hemos tenido problema ni hemos sido contagiados, bien. Y en general, pues preocupados, como toda la sociedad y como no puede ser de otra manera. Este es un problema muy importante. En el hospital nos hemos tenido que calentar mucho la cabeza, no hemos querido hacer ERTEs, tenemos a 130 personas en plantilla. Toda la plantilla se ha portado excelentemente. Nos ha ayudado a facilitar todo este proceso. Voluntariamente con reducción de horarios y de honorarios. Ya estamos casi volviendo a la normalidad absoluta, aunque no en el número de pacientes. Y estamos satisfechos, porque la situación está ahora mismo como hace dos meses, en cuanto a plantilla y demás, que en los tiempos que corren es complicado. Ahora veremos qué nos depara el futuro.

Se ha reducido la asistencia a urgencias por miedo, pero las patologías deben estar ahí

P. Este es un hospital y los problemas ópticos, las patologías en los ojos, han seguido existiendo. Entiendo que algunos problemas se habrán agravado por el miedo que han tenido muchos pacientes a acudir a las consultas.

R. Está claro y me preocupa porque ha disminuido el número de urgencias oftalmológicas. Se ha reducido mucho la asistencia a urgencias por el miedo. Hay algunas patologías, como los desprendimientos de retina, apenas han llegado. Deben de estar ahí. No van a dejar de ocurrir. Aunque es evidente que si la persona ha estado en reposo y no ha tenido actividad laboral es probable que disminuyan los traumatismos. Pero es una incidencia baja. La gente ha podido estar arrastrando problemas aguantándose en casa. Esos problemas ahora aparecen. Y ahora vienen con patologías más complejas porque no se les han subsanado a tiempo.

Todo lo que se ha demorado ahora será más difícil de curar

P. Esa es la reflexión que hago. Ese miedo ha provocado que se agraven los problemas de salud. No se si se están encontrando con problemas más graves de los que había hace dos meses, y que estos son incluso más difíciles de abordar.

R. Está claro. Un desprendimiento de retina abordado en su momento tiene muy buena solución y con muy pocas secuelas.  Cuando pasan semanas se agrava, la retina es más rígidia y la secuela mucho mayor. O un trasplante de córnea que no se hace en su momento y se perfora. O un glaucoma que no está controlado. Todo lo que se ha demorado ahora será más difícil de curar y de restablecer una visión buena.

P. Esta es una pregunta que le hará todo el mundo. ¿Cómo afecta a la visión el haber estado dos meses encerrados, mirando pantallas y sin salir al sol a recibir vitamina D?

R. Bueno, nada grave. Hay mucho mito con eso. Podemos tener problemas de sequedad. Cuando manejamos pantallas, ordenadores, móviles, sobre todo los niños, no parpadaemos. Sobre todo los niños, para no perderse ni un instante. Al no parpadear la córnea se reseca y se produce el proceso de queratitis. Son problemas que se solucionan. Pero si se mantuviera una cronicidad o fuera para siempre, van a aumentar mucho, sobre todo en los niños, las miopías. Esperemos volver a la normalidad pronto y usar los móviles y ordenadores en su justa medida.

P. Esta nueva normalidad precisamente lo que nos está diciendo es casi todo lo contrario: los niños no van a volver a clase y es probable que el curso que viene en su mayor parte sea a través de una pantalla. Por tanto, no sé si sería bueno habilitar algún tipo de consejos o de obligaciones tanto de los profesores como de los padres para que no acaben sufriendo tanto los pequeños.

R. Fundamentalmente, y más en niños por el crecimiento y por el desarrollo que están viviendo, limitar el horario. Y después combinarlo con visión de lejos. Si se pasan todo el día estudiando con ordenadores y luego se ponen a ver series de televisión, y luego a a jugar con pantallas, no lo estamos haciendo bien. Hay que combinar todo eso con visión de lejos. Mirar de lejos relaja la visión. Así que simplemente hay que limitar los horarios.

Mirar de lejos relaja la visión

P. Por eso la gente del campo tiene menos gafas que la gente de la ciudad.

R. Por supuesto. Y en África, que nosotros vamos mucho con la Fundación La Arruzafa y lo sabemos bien. Allí hay mucho menos efecto refractivo. Es increíble. En los niños también lo hay. Pero muchísimos menos que aquí. Aquí mucho más defecto refractivo, muchas más gafas.

P. Es también una cuestión de educación óptica. ¿O de cambio de hábitos?

R. Sí, sí, es así. Hay que limitar el uso de las pantallas, que todo el mundo lo sepa. Y desde luego en niños menores de dos años que ya están cogiendo los móviles, tiene que estar totalmente prohibido. Debería ser una cosa puntual. Muchas veces para que se estén callados le damos el móvil. Eso hay que evitarlo.

P. Y con meses. Cuando el niño está desarrollando su visión se le da el móvil para que se entretenga y no llore.

R. Y mueven el dedo perfectamente. Es algo espectacular.

P. Hasta cuando cogen una revista le dan con el dedito porque se piensan que es una pantalla.

R. [Risas]

P. Vamos a un mundo multipantalla. La tecnología cambia y las pantallas de ahora no son las de antes. Pero entiendo que deberíamos cuidarnos mucho más.

R. Siempre se ha hablado de la miopía del estudiante. Antes no había en los niños porque no tenían acceso a eso, a esos libres. Pero la del estudiante sí. Estudiábamos mucho tiempo leyendo de cerca. O la miopía de los opositores. Muchas volvían atrás cuando volvíamos a hacer una vida normal, pero otras se quedaban ya activas. Mi maestro aconsejaba que cada dos horas de estudio estuviéramos diez minutos mirando por la ventana para relajar la acomodación, y mirar de lejos. Bueno, pues una cosa parecida. Limitar el tiempo y mirar de lejos, salir al campo, hacer deporte, etcétera.

P. Este pasado domingo publicamos una entrevista con Paco Daroca, que fue presidente del Colegio de Arquitectos de Córdoba. Nos comentaba que en el diseño de las ciudades a los arquitectos se les olvidó, y ahora se han dado cuenta, que las casas tuvieran más balcones. Esos balcones son importantísimos para eso que comenta: poder descansar un rato y mirar de lejos. En las ciudades hay mucha gente también que vive en espacios interiores muy pequeños, de apenas 40 metros cuadrados, donde entiendo que la vista se resiente.

R. Ahora nos hemos dado cuenta de todo eso. Evidentemente: ventanas, balcones, terrazas. La mirada de lejos relaja la acomodación y es fundamental. Calidad de vida.

Pero nuestra intención no era montar un gran centro. Sino un sitio digno para Córdoba. Pero sin querer, y queriendo porque no había otra, hemos ido creciendo, creciendo

P. El hospital de La Arruzafa es una referencia a nivel nacional. Pero era muy pequeñito cuando decidieron crearlo hace tres décadas. ¿Cómo fue dar ese paso, ese liarse la manta a la cabeza de tener un trabajo seguro en lo público para jugárselo en lo privado? ¿Tenían claro en qué se iban a convertir?

R. No lo teníamos claro. A mí siempre me ha gustado la sanidad pública y la docencia. Estuve diez años trabajando en Reina Sofía, hice mil guardias, viví intensamente la medicina pública y me gustaba mucho. Pero bueno, tenían limitaciones por la condición de de avance de progreso en determinadas actividades y entonces intenté buscar otro camino. Entonces nos juntamos algunos amigos y la intención no era hacer esto. Nuestra intención era hacer una cosa razonable, digna, con un pequeño quirófano y tal. Empezamos ocho en el primer edificio. Lo que pasa es que la cosa poco a poco se ha ido complicando. Hemos ido ampliando plantillas, después hicimos el edificio del hospital donde estamos ahora y ya pasamos a cincuenta trabajadores. Y ya por fin, el tercero, donde están las consultas y ya somos 130 empleados. Pero nuestra intención no era montar un gran centro. Sino un sitio digno para Córdoba. Pero sin querer, y queriendo porque no había otra, hemos ido creciendo, creciendo, y hasta donde estamos ahora.

Si hace diez años a mí me dicen que íbamos a hacer el ojo biónico no me lo habría creído

P. ¿Cómo ha sido ese crecimiento? Entiendo que una cosa llevó a la otra. Cuando se consolidaron las primeras consultas, se apostaba por ampliar.

R. Hemos ido dando pasos seguros. Así ha sido. No tenemos mecenas ni ninguna sociedad que nos avale o apoye. Hemos ido ampliando plantilla y hablando con ellos, y ahora vamos a hacer esto, ahora lo otro. Así, poco a poco, hemos ido creciendo.

P. Y han sido de los primeros hospitales en hacer trasplantes de córnea. Y en apostar por la investigación y el desarrollo, como con el famoso ojo biónico. No sé por dónde van ahora mismo los tiros de esa investigación en tecnología para algún día gocemos todos de una visión prácticamente perfecta.

R. Es cuestión de tiempo. Todo avanza y hay cosas sorprendentes. Si hace diez años a mí me dicen que íbamos a hacer el ojo biónico no me lo habría creído. Bueno, pues lo pusimos. Ahora vienen retos más importantes. El ojo biónico, el proyecto desarrollado aquí, está muy limitado porque hay muy pocos pacientes que puedan ser candidatos a la operación, por las características del implante. Pero ya estamos investigando más cosas. Incluso se están saltando el ojo como tal. Poder ver sin ojos en el sentido de estimular a la corteza cerebral con una cámara. Es el proyecto Orión. Así se llama. Dentro de 100 o 200 años no habrá ciegos como tal. La técnica habrá avanzado para evitar que haya ciegos. Ahora, estamos donde estamos y seguimos teniendo muchísimas limitaciones.

Dentro de 100 o 200 años no habrá ciegos

P. Es un poco jugar a dioses.

R. Está claro. Entre los tratamientos, los tejidos, la biología, la electromedicina... Vamos a conseguir cosas increíbles y sorprendentes. El proyecto Orion ya es una realidad. Ya están haciendo ensayos. Y es eso, sí y no. Están consiguiendo los primeros resultados de una visión muy, muy, muy primitiva en una persona determinada que no veía nada y que empieza a notar luces y reflejos. Entonces, el Argus II, el ojo biónico, tiene su momento, con indicaciones muy precisas, pero se nos va a quedar pequeño con los nuevos procedimientos.

P. Como los vídeos que vemos de niños que oyen por primera vez. Entiendo que la gente que ve por primera vez para ellos tiene que ser como algo milagroso. Es un mundo que se han imaginado en su cabeza de una manera y que descubren que no es tal y como pensaban.

R. Así es. Lo más sorprendente es que una persona que no ha visto nunca no tiene memoria visual. Lo vivimos aquí con el Argus II. Aunque esa persona había visto hace 30 años no recordaba cómo eran las cosas. Iba tocando y preguntando: bueno, y ¿esto qué es? La memoria visual se pierde.

P. No es como montar en bicicleta.

R. No, no, no.

Procuramos estar todo el día preparando y ensayando

P. Ustedes fueron los primeros en desarrollar tecnología en un hospital. Y lo siguen haciendo. Tienen un centro de investigación y desarrollo muy importante. Está claro que la tecnología nos ayuda mucho en salud y sanidad. No sé en qué andan ahora. Por dónde van a ir los tiros del futuro.

R. Estamos participando en varios ensayos internacionales como centro. Estamos probando nuevos medicamentos, nuevos aparatos para cirugía, estamos probando lentes intraoculares para cirugía y catarata... Nuestro departamento de I+D+i, con todo su equipo, está desarrollando varios ensayos. Poco a poco. Hemos mantenido los ensayos a pesar del confinamiento. Las empresas y laboratorios querían mantenerse, y muchos ensayos no podían dejarse. Estábamos en pleno tratamiento y lo hemos mantenido. Y sí, procuramos estar todo el día preparando y ensayando.

P. Al final se ha demostrado que este es el futuro. Antes hablaba de la estimulación de la visión a través de la corteza cerebral. No sé si hay otro camino abierto con las células madre, que pueden regenerar todo lo que perdemos. Esa famosa degeneración macular, que parece incurable, quizás pueda tener un pizco de esperanza en el futuro.

R. Es otro camino. Y es un camino muy importante, el tema celular y de la genética, los trasplantes celulares y sus cultivos. Se sigue teniendo básicamente el mismo problema que tuvo Santiago Ramón y Cajal hace muchísimo tiempo. Podemos cultivar células de retina, podemos hacer un tejido, podemos implantarlo, podemos hacer que viva... pero no transmite. Esa luz que llega no se transmite. Esa es la clave. El día que se consiga... El problema está básicamente en lo que ocurre en el sistema nervioso. Es el problema que se encontró Santiago Ramón y Cajal: ponemos aquí el nervio y aquí el otro, pero ¿por qué no vuelven a transmitir?

Podemos cultivar células de retina, podemos hacer un tejido, podemos implantarlo, podemos hacer que viva... pero no transmite

P. No se pueden empalmar como dos cables.

R. Eso es. Entonces, ese es el secreto. Ramón y Cajal hablaba de eso. Es la clave. Ya se están haciendo cosas, se están consiguiendo resultados, pero de momento son muy básicos. Todo va muy despacito. Paso a paso.

P. Ahí estamos al principio de lo que parece ser un mundo nuevo.

R. Sí, sí.

P. La biología celular está empezando. Si todavía no sabemos exactamente cómo funciona el ADN, esa parte de código oscuro que no sabemos para qué sirve, como para jugar a ser dioses e inmortales.

R. No sabemos muchas cosas. Parece que sí, pero no. Ahora se ha demostrado con la historia que estamos sufriendo con el Covid 19. Faltan muchas cosas por saber, analizar mucho, preparar tratamientos... Se avanza pero no al ritmo que quisiéramos.

P. Empezamos a creernos invencibles. Un virus microscópico acaba destrozándonos.

R. Totalmente. Es así de trágico. Y nos pone los pies en el suelo. Nos dice, aquí es dónde estáis. Y viene bien para que nos sentemos y tengamos más rigor.

P. Y nos hace un poco más humildes.

R. Totalmente.

P. La entrevista la estamos haciendo en la sede de la Fundación La Arruzafa. No sé cómo ha podido afectar esta crisis del Covid 19 a esos 15 años de proyectos humanitarios desarrollados por La Arruzafa.

R. Nos ha afectado, claro. Teníamos dos viajes. Uno ya se suspendió. En abril nos íbamos a Guinea, al noveno proyecto en este país. En junio nos íbamos a Benín, al sexto proyecto en este país. El de abril se suspendió y el de junio se va a suspender porque no hay vuelos internacionales. Contactamos mucho con los hospitales y las misiones de los cuatro sitios a los que acudimos y nos dicen que parece que el virus no está golpeando con la virulencia que aquí en Europa y en Estados Unidos. Eso nos cuentan. Lo que pasa es que allí mueren miles de personas todos los años de malaria. Entonces, muchas veces esas fiebres, esos cuadros, se pueden confundir con el Covid. Pero de momento están bastante tranquilos. También puede ser que la inmunidad de ellos sea más potente que la nuestra. Y la nutrición, el sol, la vitamina D, el ejercicio, sea mucho mejor que el nuestro en general y estén más protegidos por eso. Pero lo están pasando, por ahora, bastante bien, en ese sentido. Esperemos que tras el verano podamos reanudar la actividad allí porque están necesitados y nos esperaban ya.

En cada expedición a África tenemos una media de 1.000 consultas, 100 operados y 500 gafas

P. ¿A cuánta gente han ayudado ya en estos 15 años en África?

R. Pues no sé por dónde andaremos. Me parece que hemos hecho unas 40.000 consultas y hemos operado a miles de pacientes. Más o menos, en cada expedición tenemos una media de 1.000 consultas, 100 operados y 500 gafas. Esa podía ser una media de lo que supone cada viaje. Siempre es más o menos igual, diez días de trabajo. Entonces, 1.000, 100, 500.

P. Consultas que para nosotros podría ser una tontería pero que a ellos les va la vida.

R. Totalmente. Por supuesto, a sus ciegos los podemos solucionar porque solo, digámoslo así, tienen cataratas. Los operamos y al día siguiente ven... Pero cosas mucho más sencillas: no tener acceso a unas gafas de cerca. Una persona de 50 o 60 años no puede leer o coser porque no tiene unas gafas de cerca. Y le llevamos una y otra de repuesto. Y este gesto tan sencillo da mucho.

P. Le cambia la vida y la economía.

R. Es así, es así. Totalmente.

P. Al principio de la entrevista hablábamos del emplazamiento que tiene el hospital y la cantidad de historia. Hace unos meses publicábamos el estudio arqueológico que determinaba que el primer núcleo habitado de Córdoba estuvo aquí.

R. Es tremendo, tremendo. El tercer edificio, que inauguramos hace cuatro años, cuando empezaron a hacer el estudio arqueológico se descubrió todo: visigodo, árabe, romano y lo último fueron restos arqueológicos de 3.500 años antes de Cristo. La prehistoria. Entonces, en una parcela tan pequeña hemos encontrado todo. La Alianza de Civilizaciones estaba aquí (risas).

La Alianza de Civilizaciones estaba aquí, en este solar

P. Toda la historia de Córdoba, por capas, está aquí. Y bueno, han puesto los restos encontrados en valor, algo que desgraciadamente no es muy habitual en Córdoba.

R. Sí, creo que había que hacerlo. Es lógico y nos interesaba también poder construir. Ha sido por todo.

P. Y la propia historia de Córdoba relacionado con la oftalmología. Por aquí anduvo Al Gafequi. Las gafas se llaman así por él.

R. Sí, sí, está claro. Este es un gran sitio para la historia de la oftalmología.

P. ¿Cómo espera que acabe el año? Ahora vivimos en la incertidumbre sin saber muy bien qué es lo que va a pasar. ¿Cómo entiende que será para el hospital y para la sociedad esta nueva normalidad?

R. Pues tenemos la misma preocupación que todo el mundo. Si la economía se resiente mucho, pues indudablemente vamos a sufrir. La sanidad es necesaria con los tiempos que corren. La sanidad, la alimentación y muchas cosas. Pero la sanidad es primordial. Nosotros estamos preparados, estamos haciendo un esfuerzo, la plantilla está perfectamente equipada y aleccionada para hacer las cosas muy bien. Y, bueno, soy optimista y creo que debemos serlo. Esto tiene que pasar. No hay más remedio. Y es el momento de apostar de trabajar, trabajar duro. El ahorro, el miedo, no nos lleva a ninguna parte. Todo lo contrario. Vamos a la catástrofe si así lo hacemos. En mi influencia, en mi familia, en mis amigos, en la plantilla, intento manifestar que tenemos que hacer vida lo más normal posible. Cada uno dependiendo de su capacidad. Le pongo un ejemplo, el que pueda tomarse una caña que se la tome. El que pueda tomarse una caña con boquerones, que se la tome. Y el que pueda hacerlo con gambas, que lo haga. Es el momento de apostar por el pequeño comercio. Por nuestro comercio. Es el momento de coger taxis, si hay una floristería que ha tenido el valor de abrir, vamos a comprarle un clavel aunque sea. Es el momento de no ocultarnos. Dentro de que vamos a sufrir todos, creo que en unos meses con sentido común, con rigor, protegiéndonos hasta que todo esto se acabe lo iremos consiguiendo. Tenemos que protegernos, tenemos que mantener la distancia, tenemos que usar macarrilla. Tenemos que hacer las cosas muy bien. Tenemos que hacer vida sana para mejorar nuestra inmunidad y si lo hacemos irá todo mucho mejor.

Todo esto nos va a servir como lección para darnos cuenta de que es fundamental la investigación

P. Ya hemos sufrido pandemias a lo largo de la historia. Esta no es la primera y desgraciadamente no será la última. Al final siempre se sale y siempre se ha superado.

R. Está claro. De todas manera yo creo que esto nos servirá de lección para darnos cuenta de que es fundamental la investigación. Tenemos que dar dinero de verdad, gastar parte de nuestros recursos en investigación y en sanidad. Se ha demostrado más que nunca en todo esto. Muchas veces se pierde dinero en cosas que no tienen sentido. Creo que todo el mundo habrá aprendido que tenemos que protegernos, tenemos que tener investigación con todos los apoyos económicos necesarios para que si esto pasa, que pasará, podamos defendernos mucho mejor. No sé si habrá pandemia en octubre o en otoño. No sabemos, todo son especulaciones. Pero si la hay que estemos lo más protegido posible. Creo que hemos aprendido mucho.

P. ¿Y hemos aprendido también a valorar a lo verdaderamente esencial? Quiero decir, en la sociedad de consumo se valoraba mucho más a un futbolista que a un sanitario o a un científico, por ejemplo. Parece que por fin entre los niños incluso se están despertando vocaciones de investigadores y de sanitarios, que son los que verdaderamente salvan vidas.

R. Espero que sí. Si después de este sufrimiento que ha sido muy trágico con tantos fallecidos en muchos casos por falta de recursos, por que nos ha pillado descuidados, porque no estábamos preparado para esto, si después de todo eso no hemos aprendido ahora... Soy optimista y creo que de aquí vamos a sacar lecciones muy positivas de esto. Tienen que venir recursos para dotar muy bien a la sanidad y a la investigación. Es básico.

P. Y laboratorios. Ahí está el caso de Alemania y Corea del Sur. Es cierto que ellos mantienen la distancia social mejor que los mediterráneos, pero tienen los mejores laboratorios y la mejor capacidad de análisis, algo que ha sido clave. Y creo que nos triplican en camas UCI por habitante. Ahí sí que se ha demostrado que nuestra sanidad estaba bien, pero no tan bien como pensábamos.

R. Eso está clarísimo. Tenemos que aprender cosas que yo le doy vueltas y no tienen ninguna explicación. ¿Cómo Portugal y Grecia, mismo clima, mismos genes, lo han pasado relativamente bien y nosotros no? ¿Qué está pasando? Hay cosas que no se saben. ¿Qué inmunidad tiene cada país por su alimentación, sus características, por la vida que hagan, para que haya esas diferencias que no tienen mucha explicación? ¿Hicieron el aislamiento antes? ¿Pero, tanta diferencia? No lo sabemos. Vamos a aprender mucho de esto que ha pasado. En los próximos meses empezaremos a tener datos, a contrastarlos bien y a saber mucho de esta enfermedad.

P. Quiero pensar, por romper una lanza a nuestro favor ya que Córdoba no ha sido muy azotada por el virus, que también es una cuestión de geografía. Córdoba tiene un clima más cálido y seco que el de la Meseta. Quizás eso ha jugado a nuestro favor, y podría ser lo que ha pasado en Portugal, Grecia y en el sur de Italia. Quiero pensarlo.

R. Puede ser, puede ser. También eso podría ser una explicación para África. Los compañeros que tenemos allí nos hablan de una afectación mínima. Estamos en mayo, llevamos unos días lluviosos, pero a ver si llega ya el calor, y se lleva el coronavirus por delante. Ojalá. Puede ser. Lo sabremos próximamente.

P. Entonces, nunca agradeceremos lo suficiente los 40 grados en verano.

R. (Risas).

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