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Diario del Confinamiento | Figueroa, Brasilia

Parque Figueroa.

Juan José Fernández Palomo

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Me gusta mucho escuchar la radio. Es el medio de comunicación que más utilizo. La tengo casi todo el día puesta en distintas estancias de la casa: el dormitorio, el baño, la cocina. Sin embargo no la escucho en la calle mientras me desplazo caminando o en transporte público. No llevo el móvil conectado, ni auriculares, ni nada de eso.

Así que cuando escuché, mientras desayunaba, que después del informativo de las 9 iban a entrevistar a la secretaria general del Partido Socialista de Andalucía, apagué el receptor y salí a caminar.

Fui al Parque Figueroa, al que hacía tiempo que no iba. Años.

Me gusta. Es un hito urbanístico de primer orden. Se estudia en las facultades del ramo, lo merece.

Es nuestra Brasilia particular. Una aparente marcianada que, sin embargo, tuvo sentido en aquellos finales de los años sesenta del siglo pasado, la época del “desarrollismo” y de los ministros tecnócratas del OPUS.

Si Brasilia fue diseñada una década antes por Lúcio Costa y Oscar Niemeyer; el Figueroa lo fue por Ghastang, Rafael de La Hoz-Arderius y Gerardo Olivares. Si el gigante país sudamericano “se inventó” su capital por el empeño del gobierno federal entonces socialista; a esta ciudad de provincias le nació el Parque Figueroa gracias a la Caja Provincial de Ahorros.

En el Figueroa hay unos dos mil y pico pisos de unos 60 metros cuadrados, en Brasilia viven casi cuatro millones de personas. En Brasilia está la Plaza de los Tres Poderes, en el Figueroa la de La Marina Española (en esta ciudad con tanta tradición marinera). En Brasilia tienen esa hiperbólica catedral de Nuestra Señora Aparecida, en el Figueroa la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción con un campanario precioso de dos láminas alabeadas que se elevan y se acercan, pero no llegan a converger (un símbolo precioso).

En Brasilia hay mucho hormigón. En el Figueroa, también. Y un estanco. Y un Piedra, obviamente (en Brasilia, no que yo sepa, de momento).

Total, que me he dado un paseo estupendo por no escuchar la radio, ese tramo de radio.

Figueroa, Brasilia… Es que suena bien y todo.

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