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El último tren del Guadiato: Bruselas incluye de nuevo a esta comarca en un fondo de reconversión minera

Central térmica de Puente Nuevo.

Alfonso Alba

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Todo depende de que se apruebe el llamando New Green Deal, un ambicioso programa verde que la Unión Europea aún no ha sido capaz de encaminar y que pretende convertir al continente en la primera zona del mundo libre de emisiones a la atmósfera, y transformar el sistema de generación de energía. Ese programa incluye un fondo de inversión dotado con 5.000 millones de euros para la reconversión de las zonas mineras de toda Europa. En total, se han incluido 50 comarcas mineras del continente, y una de ellas vuelve a ser, tras años sin conseguir inversiones, el Valle del Guadiato.

El fondo tiene más que ver con el futuro de la central térmica de Puente Nuevo, en Espiel, que dejará de quemar carbón en el verano del año 2020, que con las minas de la comarca del Valle del Guadiato, cerradas oficialmente desde el año 2012. Europa quiere compensar la pérdida de empleo que supone dejar de quemar carbón y se estima que en Puente Nuevo trabajan 70 personas y que hay al menos otras 150 que dependen de industrias auxiliares.

El plan de reconversión de estas comarcas, además, pretende que sigan siendo lo que siempre fueron: las zonas que alimentaban energéticamente a los países. En el Guadiato se extraía el carbón que se quemaba para generar energía eléctrica. Ahora, se buscan soluciones para centrales térmicas como Puente Nuevo, que podría tener una segunda vida generando energía limpia, pero cuya transformación tendría un enorme coste económico. Viesgo, la propietaria de las instalaciones, está construyendo parques solares y eólicos en puntos donde tiene térmicas, como en el Estrecho de Gibraltar.

Europa ya financió programas para la reconversión industrial del Guadiato, pero han tenido escaso éxito. Se llamaron planes Miner, se pactaron con ayuntamientos y sindicatos, además de empresarios, y se repartieron en otras comarcas mineras de España, como León, Galicia, Asturias o Aragón. Tras dos planes Miner (1998-2005 y 2006-2012, este último interruptus en diciembre de 2011), el Valle del Guadiato no es ahora, ni por asomo, la comarca que era en 1989. No hay datos exactos, pero la cifra de 6.000 puestos de trabajo no se han recuperado. Ni por asomo.

El primer Miner concluyó en 2005. Poco antes de que expirase, se empezó a negociar el segundo Miner, que iba a coincidir con el final de 150 años de historia: el cierre de la última mina de carbón, la famosa Corta Ballesta, se oficializó en 2012. Los sindicatos, y los alcaldes de la zona, apretaron en el segundo Miner para incluir la verdadera reconversión de la comarca. Este segundo Miner concluyó de forma precipitada en diciembre de 2011, por una decisión del Gobierno. Proyectos como la ampliación del polígono industrial de Peñarroya, el conocido como Vega Currillo, quedaron varados.

La esperanza de la comarca estuvo puesta en el segundo Miner y la de los trabajadores en una propuesta sobre el I+D+i. El Valle del Guadiato ha sobrevivido gracias a la riqueza de sus materias primas. Cuando las minas se cerraron, aún quedaba mucho carbón por extraer. Los trabajadores sostenían, respaldados por estudios, que se podía seguir sacando carbón enterrando el CO2, para frenar con su combustión los efectos del cambio climático. Nada de eso será ya posible.

A partir de ahora, si el Guadiato quiere seguir teniendo futuro debe transformar drásticamente la manera en que genera energía. O al menos eso es lo que está diciendo Europa si quiere acceder a los 5.000 millones de euros incluidos en el borrador de este gran plan verde europeo (que aún tiene que aprobarse definitivamente).

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