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Lila Downs: “A lo picante, vino abundante”

Lila Downs en el Festival de la Guitarra de Córdoba | TONI BLANCO

Juan Velasco

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De chile, mole y pozole, se dice en México para quien quiere decir que del cerdo se aprovechan hasta los andares. Y mole y pozole ha dado esta noche la mexicana Lila Downs en su vuelta a Córdoba: un mix de palos desde México hasta la Patagonia, desde la cordillera andina hasta la selva amazónica.

No hubo cantes de ida y vuelta, sino vítores de ida y vuelta del escenario al patio de butacas. Cerca de 800 personas a los pies de la gran pirámide de sonido que ha construido la cantante y compositora mexicana Lila Downs en el Teatro de La Axerquía en la jornada inaugural del 39 Festival de la Guitarra de Córdoba.

A duras penas han aguantado sentados los espectadores del teatro. Quizá convendría repensar en si merece la pena poner sillas para según qué concierto. El de esta noche no era el adecuado pues desde la primera canción Lila Downs ha dado lo que promete en

sus discos: una bailable fusión de ritmos latinoamericanos que en directo se disparan aún más gracias a su animada puesta en escena.

No todo fue fiesta. Pero casi. Cayeron algunas rancheras, algo habitual en el repertorio de la cantante mexicana, a la que a menudo se compara con Chavela Vargas, y en las que exhibió su potente capacidad vocal. Entre cumbia y cumbia, una ranchera tan fresca como Dear Someone (la canción que ha firmado hace poco con Norah Jones, y cuya parte ha ejecutado la propia cantante mexicana en un registro jazzero del que ha salido vivísima y casi sin despeinarse), y algún que otro bolero con aire contemporáneo.

También alguna versión, como su cover en clave jamaicana y dub del Clandestino de Manu Chao, una canción que, aclaró al inicio, sigue hoy igual de vigente que cuando la escribió el artista hispanofrancés. La regó, de hecho la cantante, apuntando a Donald Trump: “Los centros de detención son lo ilegal”. También de clásicos de su tierra, como Llorona, un clásico que ha convertido en un crescendo de vientos, raíces, dialectos indígenas y cuerdas punzantes. A cambio recibió un ¡guapa! antes de cerrar la boca.

Pero la tónica habitual fue la del sabor cumbiero. Un sonido que está conquistando el mundo y en el que México siempre aporta personalidad propia. Downs es una adaptadora maravillosa de ritmos folclóricos latinoamericanos, ayudada en sus discos por productores como Camilo Lara (Instituto Mejicano del Sonido) y Paul Cohen, su sempiterno colaborador y compañero.

Lo que en el estudio aporta ella y sus colaboradores, en el escenario lo pone su banda: Yayo Serka (batería), Nikki Campbell (percusión), Josh Deutsch (trompeta), George Sáenz (trombón, acordeón), Sinuhe Padilla (jarana, guitarra), Rafael Gómez (guitarra) y Luis Guzmán (bajo). Todos ellos han sonado compactos. Sin fisuras. El chile picaba, pero, dicen en México: A lo picante, vino abundante.

Pues eso. ¡Salud!

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