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Objetivo: evitar la huida masiva tras el descenso

Aficionados en la grada de El Arcángel | ÁLEX GALLEGOS

Paco Merino

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¿Cómo seducir a una masa social después de un descenso? En ello está el Córdoba CF, que se encuentra puliendo los últimos detalles de su campaña de abonos para el curso 19-20. Será para militar en el grupo IV de la Segunda División B, categoría fuera de la órbita del fútbol profesional español en la que se ha mantenido al entidad blanquiverde durante las últimas doce campañas: once en Segunda y una en Primera. ¿Qué objetivo venderá el club? ¿Qué condiciones ofrecerá? ¿Qué teclas emocionales tocará? De momento, las líneas argumentales de la campaña permanecen ocultas al público, aunque se pueden intuir -aquí ya está todo inventado- y algo ya se ha ido desvelando. Según publica Diario Córdoba, la entidad blanquiverde está sopesando una estrategia: regalar el abono para la temporada 20-21 si el equipo consigue el ascenso de categoría. Las reacciones a este sondeo de opinión no se han hecho esperar y no han sido precisamente favorables.

La meta primordial es detener la huida de abonados después de un campeonato frustrante en todos los aspectos y un descenso labrado a pulso, lo que ha provocado una fractura evidente entre la hinchada y su equipo. La remodelación drástica que experimentará la plantilla es uno de los elementos que puede ejercer como revulsivo para el decaído ánimo del cordobesismo, que apenas ha encontrado referentes en el campo. Con el traspaso de Andrés Martín -el jugador con más futuro- en pleno proceso, la entidad que preside Jesús León contempla la opción de renovar a futbolistas veteranos que podrían tener un efecto diferencial en Segunda B, como son los casos de Alfaro, Miguel De las Cuevas o, sobre todo, Federico Piovaccari. Todos terminan contrato el 30 de junio y en el caso del italiano, seguramente tendrá proposiciones sobre la mesa después de su notable temporada, con 12 goles firmados.

Tras la contratación del nuevo director deportivo, Alfonso Serrano, el club está enfrascado en cerrar la operación con el nuevo inquilino del banquillo. A partir de ahí se acometerán las reformas en el grupo de jugadores; después del aluvión de despedidas llegarán las primeras altas. Con los principales nombres asegurados, el Córdoba estará en condiciones de lanzar su campaña de captación de socios.

En la pasada temporada, el proceso fue rápido. El equipo logró su salvación el 2 de junio y no pasó ni una semana antes de que el Córdoba pusiera en marcha su campaña de abonos. Trató de aprovechar el momento de euforia colectiva que provocó el milagro de la permanencia y la extraordinaria sintonía con la afición, que llenó El Arcángel durante todos los partidos de la segunda vuelta. Aún no se habían ido Sergi Guardiola ni Sandoval, se especulaba con los fichajes de goleadores como Enric Gallego o Rubén Castro, seguía al frente de las operaciones deportiva Luis Oliver y el ideólogo en los despachos era Joaquín Zulategui, quien lanzó una campaña premonitoria: Creemos en las matemáticas. Se marcó la cifra de 16.045 como tope, al ser ésta la cantidad récord de abonados en el año de Primera División. Al final se quedó en unos catorce mil, que no se reflejaron en la asistencia a las gradas del estadio. Terminó desierto. Ahora habrá que enamorarles de nuevo en tiempos difíciles.

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