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De patios entre Santa Marina y San Agustín (VI): Zarco, 13

Casa-patio en Zarco, 13, de la ruta Santa Marina-San Agustín | ÁLEX GALLEGOS

Rafael Ávalos

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Conecta directamente, aun con algún zigzagueo, la plaza de Santa Marina con el inicio de San Agustín. Dos barrios se unen a través de una calle, como sucede con alguna otra. Es una vía ésta con especial presencia en el Mayo Festivo de Córdoba -guía-. Es escenario de una Cruz y después de un par de viviendas de cuantas participan en el Festival de Patios. Se trata de Zarco, en cuyo número 13 aguarda tras la puerta un pequeño pero interesante recinto florido. Es el que cuida Santiago Hernández desde no hace mucho. Él es ejemplo principal de lo que debiera ser una tónica a seguir en adelante: el relevo generacional. Toma el testigo este joven, estudiante universitario, de su abuela, quien antes de su fallecimiento le inculcara la pasión por las plantas.

El inmueble participa en el Festival de Patios en la ruta Santa Marina-San Agustín, como no puede ser de otra forma, y lo hace dentro de la modalidad de Arquitectura Antigua. Tras el zaguán, se descubre un coqueto espacio repleto de macetas y flores, con suelo de chino cordobés y una escalera que conduce a la azotea. Escondido permanece un pozo que Santiago Hernández desearía poner en valor. Él renovó el año pasado la tradición de su abuela, ya fallecida, y la vivienda regresó de su mano al Mayo Festivo entonces. Pero la casa tiene presencia en el plano desde mucho antes: fue en 1993, aproximadamente, cuando quien se la legó a este joven comenzó con la apertura de sus puertas a los visitantes. Lo hizo en comandita con su vecina, Juana Romero, del número 15 de Zarco. Aunque Hernández deja claro que, pese a regenerar el certamen, “hace falta una verdadera implicación del Ayuntamiento y de los poderes públicos”.

PREGUNTA. ¿Qué significa el patio para usted?

RESPUESTA. Para mí es como un homenaje, un recuerdo a mi abuela. También yo soy aficionado a las plantas, me gustan mucho, y he ido recuperando muchas. Sobre todo de las que había en Córdoba antiguamente, como los claveles de olor. Recuperé muchos tiestos antiguos, que me traje gracias a la hija de Antonio y Magdalena, que eran los propietarios de Montero número 12, que era el patio emblemático en Córdoba en los años sesenta y setenta. Me he traído muchas gitanillas antiguas para ir sustituyendo las modernas, que son más propensas al ataque de la famosa plaga del taladro del geranio. Lo único es que esto tiene mucho trabajo, que dura mucho la fiesta y que este mayo viene un poco más complicado al ser tan tardía la fiesta.

P. ¿Por qué decide participar en el Festival?

R. Por insistencia de la vecina (por Juana Romero, de Zarco, 15). Venía y me decía: “Por Dios, Santi, que bonito está”. Me dijo: “Ponlo (en el Festival) y por lo menos le da vida a la casa”. Pensé que como tengo tiempo, porque estoy estudiando, pues lo pongo. El día que no pueda, se vendrá mi tata, que ha vivido toda la vida aquí con mi abuela, y me ha criado desde que era chico. Me ha dicho: “Yo me quedo”. Lo pondré y lo decoraré, me quedaré cuando pueda estar y el resto del tiempo estará mi familia en sus ratos libres. Pero la idea es no cerrarlo.

P. ¿Qué opinión le merece el Festival de Patios hoy por hoy?

R. Mi opinión es muy buena, lo que pasa es que creo que harían falta más categorías de patios. Creo que entre la categoría moderna y la antigua no se puede abarcar los patios que hay en su plenitud. Ves patios muy bonitos, pero que ya se encuentran con piscinas, césped y demás. Yo no voy a desmarcar ningún patio de la fiesta, pero quizá podrían estar en otra categoría distinta. También se habla mucho de relevo, de la continuidad de la fiesta, pero yo creo que haría falta una implicación un poco más grande por parte de los poderes públicos para recuperar casas viejas.

P. ¿Qué considera necesario mejorar?

R. La implicación de los poderes públicos y de los hosteleros, que son los que realmente se lucran de la fiesta, para que podamos recuperar casas viejas. Esta casa tiene 500 años y aunque no lo quieras, pintas, encalas y a los dos meses vuelven a salir las humedades. A mí me gustaría, a lo mejor, recuperar el pozo, que tenemos tapado, o cambiar el suelo y ponerlo más adecuado a lo que yo creo que es el patio. O labores de carpintería, que son puertas centenarias y también necesitan la ITV de vez en cuando.

P. ¿Qué futuro cree que aguarda al Festival de Patios?

R. Creo que el relevo generacional de familias ya es muy difícil. Creo que cerrarán algunos y abrirán otros. Pero si no se implican realmente, se puede perder calidad. Creo que tenemos que apostar más por calidad que por cantidad. Por ejemplo, yo soy un enamorado del patio que hay en la calle Badanas, que se está cayendo, o el que hay en la calle Albucasis número 6, que eran también patios emblemáticos. El patio de Antonio y Magdalena (Montero, 12), que lo ha comprado ahora una familia para rehabilitarlo. Yo creo que lo que hace falta es una verdadera implicación del Ayuntamiento y de los poderes públicos, y que se dejase de politizar la fiesta y se enfocase más a la gente que realmente le damos vida.

P. ¿Cuál es su recomendación para disfrutar de los patios?

R. Mi recomendación es que se apueste por la calidad y no por la cantidad, que se saquen bonos por rutas, de manera que cada ruta cueste equis dinero, algo simbólico y que después podamos repartirnos los dueños para seguir con el mantenimiento de nuestras casas. Y enfocar un poco más el turismo, porque con esta avalancha de gente, al final vienen (los visitantes) por echar la foto y no disfrutan realmente. Después lo quieren disfrutar con las fotos, pero no lo hacen con la música, con los olores, con el color…

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