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Volverán banderas victoriosas

Julio Anguita | MADERO CUBERO

Redacción Cordópolis

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Julio Anguita - Colectivo Prometeo

He venido reiterando que Franco ha sido una creación del franquismo preexistente al nacimiento del dictador. Los proyectos, propuestas, declaraciones y apariciones públicas de la tricefalia conservadora (PP, Cs y Vox) confirman cada día este hecho. El Estado surgido de la rebelión militar y la victoria subsiguiente, se basaba en cuatro pilares consolidados desde la Contrarreforma Católica surgida del Concilio de Trento (1545-1562): las ideas, (pocas, simplistas y reaccionarias), los intereses (los propios de la oligarquía, el alto funcionariado civil y castrense), el rechazo visceral al pensamiento libre, persiguiéndolo desde la escuela a la universidad y, por último, la construcción de un relato histórico-patriótico, acientífico y misoneísta sazonado con la exaltación y difusión de un casticismo hispánico para consumo de las masas.

El franquismo supo atemperarse y sobrevivir a los cambiantes tiempos de la política internacional, fascismo, guerra fría y comienzos de la distensión, para situarse en la antesala del Mercado Común Europeo. El régimen nunca cambió, solamente mudó de semblante. Y esa actitud generó en él, necesariamente, una dosis de cinismo e hipocresía nada comunes. Por eso cuando tuvo que mudar por necesidades del guion (la muerte del dictador y la tabla de salvación europea) lo hizo forzando hasta sus límites extremos el cambio de indumentaria. Pero resistió y vuelve por sus fueros.

Cuando colectivos políticos, sociales o culturales censuran la renuente actitud de la tricefalia a condenar el franquismo o a ser consecuentes con la Memoria, Histórica, parecen olvidar que para los interpelados sería lo mismo que renunciar a su herencia genética, a su ADN. Invito a comparar las notas que, a mi juicio, caracterizan al franquismo con los discursos y otras comparecencias públicas de los dirigentes (no sólo de los principales) de la derecha y sacarán alguna que otra conclusión inquietante. Pero hay una característica del franquismo y sus herederos que nos explica sobradamente los tics autoritarios y de dignidad ofendida con los que la derecha se prodiga continuamente.

El franquismo usó, abusó y se benefició de su victoria militar. España fue suya por derecho de conquista. Y lo mismo que la rancia nobleza consideraba que sus seculares privilegios eran consustanciales con el orden natural de las cosas, el franquismo como régimen y como conjunto de individuos, consideraron que ellos eran los únicos llamados a ejercer el poder, gozarlo y conservarlo a perpetuidad.

No es ninguna extravagancia o rasgo patológico anómalo el que consideren como propios los caudales públicos y los entresijos y vericuetos de las administraciones del Estado. Han usado de ellos durante siglos. Y cuando por azares de la política pierden su dominio, siquiera brevemente, no reparan en dicterios, calumnias, manipulaciones, cinismo o, incluso, apología del golpismo allí donde creen que los rivales que vienen a arrebatarle “lo suyo de toda la vida” tienen simpatías o concomitancias.

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