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Teatro Avanti y el sí como respuesta

Fachada del Teatro Avanti | TONI BLANCO

Juan Velasco

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El teniente de alcalde de Cultura, David Luque, tiene por norma lanzar ciertas reflexiones sobre el estado de la cultura en la ciudad en las ruedas de prensa de este área, que no siempre suelen ser las más concurridas. La pasada semana, cuando presentaba la XIII Muestra de Teatro Aficionado, dejó otra muesca en el revólver: “Si hubiera un tejido potente privado, lo público debería estar para complementar y llegar a donde no llega lo privado. Ahora, sin embargo, lo público hace casi una labor de tutelaje de la cultura en esta ciudad”, sostuvo ante un puñado de periodistas.

Luque lanzó esta idea al hilo del último reducto de la gestión privada de las artes escénicas en Córdoba, el Teatro Avanti, cuyo responsable, Julián Molina, recogió el guante al instante: “A mí también me gustaría que hubiese más espacios escénicos privados, porque significaría que hay más demanda de cultura”, dijo escondido detrás de su perenne sonrisa torcida. Una sonrisa que, en su caso, es casi una tarjeta de bienvenida y un currículum vitae. Molina fue payaso antes que fraile.

“Hace 15 años pasaban representaciones de largo por la ciudad y había valores que no tenían la posibilidad de mostrar sus trabajos de una manera profesional. Eso fue lo que nos indujo a decidirnos a buscar un espacio donde poner en marcha el proyecto”, recuerda Molina, una de las tres patas que echaron a andar el Teatro Avanti junto a Daniel Ceballos y Paco Santofimia hace 13 años. Los recuerdos salen de su boca al pie del escenario, ante un patio de butacas vacío por donde esa misma noche habrá de andar Valeria Tejero convertida en Zambra Pasiflora.

Mientras Molina relata sus recuerdos, Santofimia se mueve entre bambalinas, encendiendo las luces para que el teatro quede mejor para las fotos. A unos metros, en la entrada, una mujer atiende llamadas y vende entradas. El Teatro Avanti, ubicado en el Barrio de San Lorenzo, pegado al Colegio Salesianos -del que actúa como Salón de Actos-, es mucho más que un teatro de barrio, aunque la relación con los vecinos sea muy fluida. Es, también, un proyecto educativo -con escuela de teatro, escuela de danza y escuela de música- y una asesoría para proyectos culturales.

Así nació. Como un proyecto que se presentó a las autoridades municipales, con la idea de solicitar la gestión de algunos de los espacios escénicos con los que contaba Córdoba entonces, al margen de los que gestionaba el Instituto Municipal de Artes Escénicas (IMAE). No hubo suerte en la ronda pública y se oyeron campanas en el barrio de San Lorenzo. Y, para quien no lo conozca, las campanas repiquetean bien fuerte.

Más de un centenar de funciones y 45.000 espectadores de media cada año

En un rato, casi al instante, sellaron el trato para gestionar como un teatro el salón de actos del Colegio Salesianos y ahí siguen, trece años después. Hoy catorce personas trabajan en el Proyecto Avanti, que funciona como una empresa porque no puede ser de otra manera. “Así es como tenemos que ser, pero nuestro objetivo es cumplir una labor social y lo hacemos con creces”, reflexiona Molina al respecto. En estos trece años, además, ni un problema ni una llamada a deshoras ni disgustos con la programación de Avanti por parte de la propiedad del espacio.

Una programación que viene cerrando año tras año más de un centenar de representaciones y que vende unas 45.000 entradas de media desde hace una década. Crisis mediante. “Si el dinero en vez de un fin es un medio, todo se lleva mejor”, recalca Julián Molina, que se pone serio para sugerir que a los estudiantes de artes escénicas se les hable más de gestión cultural mientras hacen la carrera. “Es algo muy deficiente, porque cuando terminan los estudios no saben crear un producto y comercializarlo, y eso lleva a que luego abandonen lo que han querido ser siempre. Falta mucha gestión”, remarca.

Y de su gestión, ¿con qué se queda Julián Molina? “Yo siempre digo que no tengo opinión. Soy público de teatro, tengo mis gustos y mis preferencias, pero aquí los gustos y las preferencias los marca el público”, responde. Hay que pincharle un poco más para que hable. “Nos gusta recuperar a actores y actrices de Córdoba que, por sus circunstancias personales o laborales, se tuvieron que marchar”, añade, y recuerda concretamente una representación de Leonor Canales que hizo en Avanti: Amor de Madre.

Un título que le va al pelo al Proyecto Avanti, que encara su decimotercera temporada entre los muros del teatro de San Lorenzo, y al que Molina bautizaba esta semana como “la casa de las artes escénicas en Córdoba”. “Aquí siempre tienen el sí por respuesta. Luego ya se estudian las propuestas, pero la respuesta inicial, al contrario que en otros sitios, es siempre sí”, dijo entonces para definir la peculiar filosofía que impera en la aldea gala de la gestión teatral privada de Córdoba.

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