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Manuel Garnica: “Una medalla se olvida, pero si ayudas a alguien se queda para siempre”

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Paco Merino

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Luce un chándal de la selección española y se va deteniendo en distintos puntos del recorrido entre la Puerta del Puente y La Calahorra para posar ante la cámara del fotógrafo de CORDÓPOLIS. Los turistas le miran sin disimulo, preguntándose quién será y por qué lleva un bastón en la mano. Él se da cuenta del revuelo y busca un lugar más íntimo entre el gentío que ha salido a la calle para aprovechar el regalo del sol en una mañana del invierno cordobés. Lo encuentra cerca de su mujer y sus hijos, que se entretienen en la zona de juegos del Balcón del Guadalquivir mientras él relata una historia de superación personal: la suya.

Manuel Garnica Roldán (Granada, 1978) es uno de los nombres de referencia del atletismo español. Su expediente deportivo presenta anotaciones brillantes: diploma olímpico en los Juegos de Pekín 2008, cuarto en los Mundiales de Nueva Zelanda 2011 y Lyon 2013, campeón de Europa este pasado verano en Berlín y protagonista de un dominio incontestable en el panorama nacional. “No recuerdo exactamente cuántos Campeonatos de España tengo”, confiesa el corredor. Es ciego. “¿Y qué?”, dice con media sonrisa.

Su físico, labrado a través de años de entrenamiento, le permite abordar desafíos deportivos que le reportan satisfacciones íntimas y reconocimiento público. Esas recompensas le colman. Los madrugones corriendo bajo el frío antes de ir a trabajar, el control de las comidas, la separación de la familia por los largos viajes... “Al final todo se basa en el sacrificio y cada uno lo vive a su manera”, aclara.

Manuel Garnica nació en Granada hace 40 años, pero lleva casi la mitad de su vida en Córdoba. Su padre, policía nacional, pidió el traslado desde Vitoria, cuando él nació. La familia se mudó a Valencia, donde empezaron a intuir que algo no iba bien. Se desconoce con qué porcentaje de visión nació, pero a los dos años no seguía con la vista los juguetes y tanteaba para buscarlos. Le diagnosticaron una retinitis pigmentaria, enfermedad degenerativa que va mermando la agudeza y el campo visual hasta desembocar en la ceguera en su fase más avanzada. A los nueve años, Manuel Garnica empezó a aprender el sistema Braille para poder continuar con sus estudios, ya que la pérdida de visión fue muy rápida en la etapa de la niñez.

"Si fuera otro deporte habría más reconocimiento"

En el deporte encontró siempre un espacio para sentirse fuerte. “Lo hacía muy bien en balonmano a nivel escolar”, recuerda. También practicó baloncesto hasta que tuvo que dejarlo. Y sintió la llamada del atletismo. Correr le producía un placer distinto. Su capacidad se reflejaba en las pruebas en las que participaba y su nombre empezó a sonar. Siendo adolescente tuvo claro que su futuro estaba ligado al deporte. Se marchó a Madrid para estudiar fisioterapia en la ONCE, especializándose en el tratamiento de personas discapacitadas.

En Córdoba ha hecho su vida. Trabaja “en lo suyo” -es fisioterapeuta en un centro de personas con discapacidad- y sigue cumpliendo metas deportivas. Es un coleccionista de hazañas y no parece dispuesto a parar. Tiene el gen rebelde del competidor.

PREGUNTA. Deportistas con un historial como el tuyo hay pocos paseando por Córdoba.

RESPUESTA. Si fuera otro deporte habría más reconocimiento. En determinados momentos sí se producen reconocimientos, pero son cosas puntuales. Puedes vivir muy tranquilo (risas). No hay problema.

P. Llevas puesto un chándal de la selección española.

R. Sí, este es el que usé en las últimas medallas de plata y oro en el Europeo de Berlín.

"Empecé a correr con mi padre, que solía participar en carreras populares"

P. La última hazaña.

R. Fue una experiencia que tuvo de todo: positivo y negativo. En la parte negativa, por decirlo así, estuvo que tuve que cambiar de guía y eso se nota. Por cuestiones de Federación se decidió que Paco, mi guía habitualmente, no viniera en esta ocasión y lo hizo Juan Ignacio Grondona. Tuvimos que hacer una adaptación acelerada para intentar conocernos, acoplarnos... Corrimos muy mal el 1.500, a pesar de que al final fuimos medalla de plata por la descalificación del corredor turco. Nos quedamos con muchísimas dudas para afrontar el 5.000, pero al final la carrera nos salió tal y como habíamos hablado en el hotel. Eso fue lo positivo. Salimos despacio, últimos, tranquilos, esperando nuestro momento, y luego cambiamos de ritmo y nos fuimos por delante de todos para ganar la medalla de oro. Era impensable que saliera tan fácil, pero ahí lo hicimos perfecto.

P. La conexión con el guía es fundamental en tu especialidad. Y no solo en lo deportivo sino también en lo personal.

R. Sí. Es muy importante porque son muchas horas de convivencia y la parte personal es algo básico. En la temporada anterior corrí en Londres con el guía que puso la Federación y fue una mala experiencia. En lo deportivo fue bien, pero la parte personal era un poco insufrible.

P. Tu profesión es fisioterapeuta.

R. Sí, trabajo de fisioterapeuta en una residencia de discapacitados y aparte estoy un par de tardes en la Asociación de Parkinson, echando una mano para complementar tanto el sueldo como la formación.

P. ¿Saben los pacientes quién eres?

R. Sí, llevo mucho tiempo con la gente junto a la que trabajo y me siguen por las redes sociales. Me animan bastante, sobre todo aquellos a los que les gusta el deporte.

"En el deporte profesional, los resultados mandan. Si ganas, todo bien. Si no lo haces, pierdes los apoyos"

P. Eres un atleta de élite. ¿Se puede vivir de esto?

R. En mi caso tengo una beca chiquitita. Para vivir no me da. Diría que es suficiente para que no me cueste dinero entrenar o no me cueste mucho (risas).

P. Es fundamentalmente vocación.

R. Yo estoy en un escalón alto de competición y mi sacrificio no es el económico, pero sí tengo que compaginar con el trabajo, pedir días o dedicar mis vacaciones para los campeonatos. Le quito tiempo a mi familia, que es la que más lo nota.

P. ¿Y cómo lo llevan en casa?

R. Bien, son generosos con eso. Yo intento dedicarle todo el tiempo que puedo a mi mujer y a mis peques, trato de compensar.

P. Tu mujer también ha estado vinculada al atletismo popular.

R. Bueno, empezó a correr por evitar el sobrepeso y ha hecho carreras. A ella le gusta el deporte porque me conoció y se ha ido aficionando. Ella conoce más el deporte paralímpico que el olímpico. Igual le preguntas por un atleta conocido y no tiene ni idea, pero sí sabe quién es quién en el deporte paralímpico.

P. ¿Cómo llegaste a Córdoba?

R. Estudié Fisioterapia en Madrid y allí me eché una novia de Córdoba. Al acabar la carrera, decidimos venirnos aquí. Después aquella relación finalizó y por distintas circunstancias me quedé ya en esta ciudad. Ya llevo 17 años aquí, donde está mi casa y mi vida, tengo a mi mujer y mis niños que son cordobeses. Ya me considero un cordobés más. La gente me ve así.

"Es complicado que salgan atletas de élite con discapacidad porque están dispersos"

P. Y en el deporte...

R. Perdí muchísima visión con nueve años. Yo en colegio iba alternando distintos deportes. Jugué al balonmano y lo hacía bastante bien a nivel escolar. Luego me pasé al baloncesto, pero también lo tuve que dejar. Hubo una época en la que hacía cualquier actividad física, hasta patinar. Lo que podía hacer. Empecé a correr con mi padre, que solía participar en carreras populares. Vi que no lo hacía mal, que los resultados eran buenos, y me enganché. Quitando el parón de la Universidad, en la que dejé un poco el deporte para centrarme en los estudios, siempre he estado corriendo.

P. Entonces lo del atletismo te lleva por vía paterna...

R. Hombre, él corría populares de vez en cuando. Más que nada entrenaba y corría relativamente rápido. Un poco por el pique con tu padre, cuando estás en la adolescencia, pues te vas enganchando y eso acabó en que el atletismo se convirtió en parte de mi vida.

P. ¿En qué momento te diste cuenta de que tenías unas condiciones para el deporte más allá de los circuitos normales?

R. Me di cuenta en COU, pero era un año complicado por los estudios. Y luego en la Universidad tuve que parar un poco, porque tenía que centrarme para aprobar. Deportivamente estaba muy bien en esa etapa, pero con entrenamientos y carreras necesitaba muchísimo tiempo y no lo tenía. Si hubiera seguido con el atletismo igual no hubiera aprobado nada.

"Al final todo esto es sacrificio personal y cada uno lo vive a su manera"

P. Hablamos de los años 90. Un deportista discapacitado no contaba con el apoyo que puede tener ahora.

R. El tema de los apoyos, a ver... Apoyo puedes tener todo el del mundo, pero al final se basa en los resultados. En aquella época es verdad que el asunto estaba complicado porque había menos becas. Ahora hay alguna más, pero tampoco... Vamos a ver. Una beca es realmente efectiva, incluso puedes vivir con ella, si eres muy, muy, muy top. Pero eso cuesta. En aquel momento yo preferí estudiar. Hubo amigos míos que decidieron dedicarse más a entrenar y no les fue mal. Las dos opciones pueden ser válidas. Yo escogí centrarme en los estudios y luego retomar el deporte. Y, bueno, estoy contento.

P. Al final termináis siendo presos de los resultados. Si ganas, hay beca. Si no ganas, te quedas fuera.

R. Es una parte cruel del deporte, pero pasa en todos. Hasta en el fútbol. Cuando eres top en fútbol, pues sí, pero si eres un futbolista de un equipo medio estás a expensas de muchos factores. Una mala racha, una lesión, un descenso de categoría... Pasas de estar arriba a verte abajo en cuestión de poco tiempo. En el deporte profesional, los resultados mandan. Si ganas, todo bien. Si no lo haces, pues puede ocurrir cualquier cosa. Es así.

P. Ahora se percibe socialmente de otro modo al deportista con discapacidad.

R. Sí, mucho. Creo que ha cambiado en parte para mejor y en parte para peor. El hecho de hacer que las personas se integren hace muy difícil captar deportistas. Antes, la ONCE tenía colegios especiales para ciegos y personas con deficiencias visuales y se seguía un trabajo específico. Ahí se podían detectar los que más destacaban y a partir de ahí se les apoyaba más. Ahora estamos todos muy dispersos. Los deportistas que estamos situados en la parte de arriba tenemos más facilidad a la hora de captar becas. Es cierto que nuestras condiciones han mejorado, pero es difícil ver relevos en la gente que viene por detrás para alcanzar un nivel alto. En deporte base sí que está bien, pero es complicado que salgan atletas de élite con discapacidad porque están dispersos.

P. ¿Alguna solución desde tu prisma?

R. Pues difícilmente. Todo tiene su parte positiva y negativa. Los colegios se esfuerzan por integrar a la gente con discapacidad a la hora de practicar deporte. Hay colegios que se implican mucho, pero otros que no lo hacen tanto.

"El Club Fidias está haciendo una gran labor y cuenta con grandes técnicos"

P. Al final todo acaba dependiendo mucho de la familia.

R. Sí, de la familia y también de tener la suerte de que en un colegio haya un profesor que esté más sensibilizado con el tema del deporte discapacitado y quiera implicarse un poco más.

P. ¿Tú has detectado vocación deportiva en las personas con las que te relacionas o has conocido alguna historia relacionada con el deporte?

R. Yo trabajo en un centro especial de empleo donde todos tenemos discapacidad. Al principio compartía trabajo con Óscar Reus [llegó a ser campeón del mundo de ciclismo en linea en 2005], que era un ciclista paralímpico de cierto nivel. Él apostó por dejar el trabajo en su época para intentar dedicarse a la competición de manera exclusiva. Él topó con Javier Ochoa y por desgracia para él se quedó sin beca y sin apoyo.

P. Es lo que antes comentábamos: sin éxito, la rueda del deporte se detiene. Terminan las ayudas.

R. Se la jugó mucho. Además, topó con alguien como Ochoa que era un fuera de serie. Apostó por el plan ADO para los paralímpicos, pero quedó cuarto o quinto y eso ahí no sirve. Si sacas medalla en un Mundial o en unos Juegos se puedes plantear vivir un tiempo como profesional, pero si te quedas sin medalla y eres cuarto ya no tienes nada.

P. Cuando hablamos de vivir del deporte paralímpico entiendo que es una etapa circunstancial. No se hacen millonarios.

R. Sí, se trata de vivir año a año. Tener un sueldo mileurista, digamos, y poder hacer lo que te gusta.

"Hay momentos en los que te sientes discriminado"

P. ¿Compensa? O mejor ni pensarlo.

R. ¡Mejor ni pensarlo! (risas). A ver, al final es sacrificio personal. Cada uno lo vive a su manera. A mí me compensa levantarme todos los días muy temprano a entrenar, trabajando. Quito horas de sueño y de convivencia con la familia. Si alguien tiene una beca que le permite dedicarse solo al deporte, pues entiendo que le compensará.

P. En Córdoba hay en la actualidad un grupo de deportistas con discapacidad que destacan en sus respectivas modalidades. Están el ciclista Alfonso Cabello, los nadadores Tajuelo o Salinas, tú mismo... Todos competís a alto nivel en citas internacionales. Y también tenemos al equipo del Córdoba CF en la Liga Genuine y otros deportistas en distintas disciplinas, hasta en boxeo.

R. Cada uno surge de manera distinta. Hay más un plan en la natación, porque el Club Fidias está haciendo una gran labor y cuenta con grandes técnicos. Aparte de eso, los demás somos un poco circunstanciales. A lo mejor luego viene una época en la que no haya nadie o cueste mucho que salgan deportistas destacados con discapacidad, más allá de lo que pueda surgir en el Fidias. Si hubiera más clubes como éste sería más fácil. Si tienes bastante gente puedes mejorar a través de la competición y siempre sale alguno que sobresale más. Si no, pues es un poquito de lotería.

"La gente que gana en las carreras populares de Córdoba es siempre la misma"

P. Tuviste un episodio polémico con la Federación Andaluza de Atletismo hace un tiempo. Les acusaste por discriminación.

R. Sí, hubo polemica. Hay momentos en los que te sientes discriminado y ese fue uno de ellos. Estaba entrenando con gente que iba al Andaluz y yo creía que tenía opciones de correr bien. Quería ir para competir con ellos. Pedí permiso y me lo denegaron, al igual que también lo hicieron antes en otros sitios o me han puesto trabas. En estos tiempos, con las redes sociales, pues hubo revuelo cuando yo puse ese comentario. La prensa se hizo eco, llamaron para preguntar... La Federación se sintió dolida. Al final pude competir, pero se creó una situación un poco tensa. Lo volvería a hacer. Creo que aunque la Federación Andaluza de Atletismo se sintiera dolida hay un motivo válido. Ellos argumentan que las normas no lo permiten y las reglas están ahí. Ahí tienen razón: el reglamento no permite correr con guía. Pero también hay un momento en el que tienes que cambiar el reglamento porque cambian las circunstancias. Y ahí sí creo que tienes que protestar para que se tengan en cuenta casos como el mío. Ellos argumentaban que un guía ayuda, pero cualquiera que haya corrido conmigo sabe que no es así, sino que más bien entorpece. El tema del braceo lo hace más incómodo. Si ese reglamento se cambia se abrirá la puerta a la participación de más gente con discapacidad.

P. ¿Qué quedó después de aquello?

R. Quedaron muchas charlas, sobre todo con Curro [Cardador, presidente de la Federación Andaluza]. Limamos asperezas, pusimos nuestros de vista encima de la mesa. En pista cubierta, que es más pequeñita, a lo mejor alguien que corra con guía puede entorpecer, no sé. Quedó el compromiso de que la Federación, como siempre ha hecho, no pondrá trabas en la competición al aire libre. Esa parte sí quedó clara. Se comprometieron a dejarme competir y buscar mínimas con gente sin discapacidad.

P. Eso sí lo conseguiste.

R. Sí. La verdad es que nunca habían puesto pegas y solamente las pusieron en aquel campeonato.

P. Desde tu perspectiva, ¿qué te parece el mundo del atletismo en Córdoba? Has vivido toda su evolución en los últimos años a nivel organizativo.

R. Pues me parece mal, en general (se ríe). Hay cosas que evolucionan, como las carreras y en especial la Media Maratón. El cambio de circuito fue un gran acierto y la han hecho mucho más espectacular. Creo que eso ha sido un éxito absoluto. También destaco la Carrera de la Mujer, que pone a correr a miles de cordobesas. Luego, también es verdad que el nivel deportivo de las carreras es bajito. Yo hace bastante que no corro en serio una popular. La gente que gana es siempre la misma. Llevamos unos quince años que los que están en primeras posiciones son siempre los mismos.

"El cambio de circuito en la Media Maratón de Córdoba fue un gran acierto"

P. Correr se ha puesto de moda. ¿Hay mucho postureo en esto?

R. Se ha puesto de moda, eso está claro. Pero tampoco está mal. Hay mucha gente corriendo por running salud. Hay una gran masa de corredores que hacen entre 4 y medio y 6 minutos el kilómetro. Ahí es donde más se ha notado el boom. Luego, la gente que baja de los cuatro minutos y medio sigue siendo la misma, más o menos. Hay un grupo de favoritos que siempre está estable.

P. El tema de la popularización ha ido parejo a los nuevos parámetros que trajo la crisis. En la Media, por ejemplo, ya no llegan atletas de caché contratados por la organización.

R. Realmente, tampoco era un gran coste. Según me comentó Eduardo Pavía, que era mi entrenador en aquella época y llevaba la contratación de los atletas africanos que venían, eran unos doce mil euros. Eso, en un presupuesto global de más de doscientos mil, no supone tanto.

P. ¿Hubiera sido bueno mantener o, al menos, no descartar absolutamente esa política?

R. A mí es que no me llaman la atención los atletas africanos, particularmente. Hay muchos atletas de perfil medio, digamos, que o eres muy aficionado al atletismo o no los conoces. Creo que era un poco facilitar el triunfo de ellos, pero que para difundir el atletismo no le veo demasiado sentido. Yo me inclinaría más por traer a uno o dos atletas españoles de renombre, reconocidos por el público, que sirvan para dar realce al atletismo de nuestro país. Piensa, por ejemplo, en que viniese aquí un corredor como Chema Martín.

"Mi experiencia con Martín Fiz fue todo un poco locura, pero bien"

P. Lo de correr al lado de un atleta reconocido incentiva mucho más a los populares.

R. Sí, a la gente le gusta. En Córdoba no, pero hay otras Medias en las que se forman grupos de entrenamiento con un atleta conocido y eso llama mucho la atención. En Valencia, por ejemplo, se han llegado a juntar dos mil personas en torno a un grupo de entrenamiento.

P. Hay quien defiende que la contratación de atletas para dar realce a una prueba o la popularización de los participantes buscando la cantidad son reflejos de posturas políticas.

R. Es el marketing que cada uno quiera hacer de su carrera. En Valencia es muy participativo y tiene atletas de élite. Correr no es de izquierdas ni de derechas. ¿En Córdoba? Pues por aquí han estado el PP, el PSOE... Y la Media Maratón ha ido transformándose pero no creo yo que por una política en concreto, sino por la propia evolución del running. La gente que organiza la Media sigue siendo prácticamente la misma, casi da igual quién esté en el gobierno municipal.

P. Si la Media va bien, el atletismo va bien. ¿Se pone demasiado el foco en esta prueba? ¿Está el resto de pruebas un poco dejado?

R. Bueno, es que la Media de Córdoba es la prueba más reconocida y eso hay que protegerlo. Todo se puede mejorar. El cambio de circuito es verdad que es un acierto, el actual es mucho mejor. Quizá se podría hacer un poco más bonito para los corredores populares, pero se trata de un circuito muy rápido. Lo de terminar en La Calahorra, el Puente Romano y el Arco del Triunfo al lado de la Mezquita es algo que ha dado a la Media otra dimensión. Para los atletas populares es algo increíble. Y también el paso por el centro y Las Tendillas lo veo como un acierto.

P. Tú has corrido en muchos lugares del mundo y al lado de grandes atletas. En la Maratón de Sevilla tuviste como guía a una leyenda del deporte español como Martín Fiz.

R. Sí, fue un tema mediático propiciado de hecho por la Media Maratón de Córdoba. Aquí tenía a mi guía habitual, Paco, un poco lesionado y al final me echó una mano un corredor de Jaén. La empresa EDP, que patrocina la Media Maratón, tenía un programa especial para la Media de Sevilla y les pedí que me buscaran un guía para participar allí. Ellos vieron la oportunidad en Martin Fiz, que es uno de los embajadores de la marca, y surgió esta posibilidad. La verdad es que toda una experiencia. Fue todo un poco locura, pero bien.

"La participación en los Juegos Paralímpicos de Pekín me cambió el chip totalmente en lo personal y en lo deportivo"

P. Dentro de tu categoría tienes pocos rivales en España.

R. En distintos momentos ha habido alguno que ha estado más cerca, pero ahora los adversarios quedan bastante lejos.

P. Campeonatos nacionales tienes...

R. No los he contado (ríe).

P. Los últimos años, todos.

R. En los que he participado siempre gané. A veces he participado en 1.500, 5.000 o 10.000. Unos años en varios, otros solo en alguno. Depende del trabajo, claro, porque todo está supeditado a las vacaciones o a pedir días. Y no siempre viene bien.

P. Lo de los Juegos Paralímpicos de Pekín 2008 sí fue otra historia.

R. Y tanto. Me pilló en un momento especial, después del divorcio. Yo cumplí 30 años justo antes de irme a Pekín y me sirvió para evadirme y comenzar de nuevo. Es verdad que me cambió el chip. Yo corría antes, l compaginaba con el trabajo... Pero es verdad que después de esos Juegos Olímpicos hubo un antes y un después para mí en todos los sentidos. Me centré mucho en el atletismo. Estuve tres meses de concentración, entrenando mañana y tarde. Sí que es verdad que me lo tomé muy en serio. Corrí la Maratón y aunque me ganaron [quedó sexto] fue una magnífica experiencia. Yo sabía que podía estar cerca de los primeros y en Pekín me di cuenta de que realmente era así. En el Mundial de Nueva Zelanda me quedé cuarto. También he de decir que mi discapacidad es mayor que la de los cinco que quedaron por delante en Pekín y los tres de Nueva Zelanda. Yo corría con guía y ellos sin él, además de poder coger agua. Había diferencias y aún así luché con ellos. Eso me marcó mucho. Y luego, pues ya te puedes imaginar. El ambiente, el estadio olímpico, toda la gente echada a la calle para seguir la prueba de maratón, la vida en la villa... La verdad es que es un recuerdo para mí inolvidable.

P. Pekín fue un momento de cambio total.

R. Sí. A la vuelta de Pekín venía muy bien. Coincidí con Joaquín de la Vega y empezamos a entrenar juntos. Cada uno nos aportábamos al otro lo que nos faltaba. A mí me faltaba un poco de seriedad, de centrarme, y a él le vino bien la locura que en aquel momento podía aportarle yo.

"Aquí hay mucho menor nivel de patrocinio y, la verdad, no se puede decir precisamente que estemos hermanados"

P. Desde entonces, tus presencias en campeonatos internacionales y las subidas al podio han sido constantes. Este agosto fuiste campeón de Europa en Berlín. Con Grondona, un chico joven, estrenándose como guía.

R. Sí, fue todo un poco sorprendente. La Federación no estaba muy convencida y quiso que fuera un atleta con más margen en pruebas cortas, que a lo mejor a Paco le costaba un poco más. Y se lo planteé a Grondona y aceptó. Estuvimos entrenando, intentando cuadrarnos, pero creo que llegamos un poco cortos. Nos conocíamos todavía poco y eso lo pagamos en la prueba de 1.500. Salimos, hicimos nuestra carrera, que era de tirar y jugárnosla, pero a la hora de cambiar el ritmo no lo hice suficientemente rápido. Me quedé con la sensación de que no habíamos corrido todo lo que habíamos podido correr. Yo esperaba que él me avisara y me dijera “corre, que se te van”, y él a lo mejor esperaba que fuera yo el que tirara un poco más... No sé. Eso es la falta de acoplamiento que teníamos el uno con el otro, por lo rápido que vino todo. Se dio una situación rara, pero aprendimos. En la prueba de 5.000 ya íbamos con la carrera más centrada, más controlada, hablando muchísimo más. Salimos sabiendo que los rivales eran un turco y un polaco. Nosotros íbamos en la cola y el turco iba tirando a un ritmo medio. Cuando le dije a Grondona que “vamos” pues fuimos con todo y empezamos a adelantar a todala gente. Corrimos mucho y nos salió un carrerón.

P. En Córdoba lo siguieron mucho por streaming.

R. Bueno, la gente que te conoce del atletismo, los grupos en redes sociales... A mi hermana le pilló en Portugal, de vacaciones, y empezó a dar gritos en la playa.

P. ¿Existe una hermandad entre los deportistas con discapacidad o váis cada uno a lo vuestro?

R. Yo creo que igual que cualquier deportista. Aquí cada uno va a lo suyo, y más en deportes individuales. Vamos a nuestra bola. Hay mucho menor nivel de patrocinio y, la verdad, no se puede decir precisamente que estemos hermanados. Aquí uno consigue un patrocinio, se calla...

P. Hay bocados por los patrocinios.

R. Ahí somos poco colaborativos. ¿Que se podría mejorar? Pues sí, pero es la situación que se vive.

P. Donde sí colaboras mucho es en la promoción del deporte a través de charlas, clinics...

R. A mí me gusta. Va ser lo que quede al final. Si en alguna charla en colegios le echas una mano a un alumno con discapacidad y su vida mejora, pues eso es lo importante. Una medalla la voy a disfrutar yo y mi familia, pero seguramente dentro de tres años no se acuerde nadie, pero si le echas una mano a una persona con discapacidad va a quedar siempre ahí.

P. ¿Sientes que la gente te ve como un ejemplo? ¿Cómo vives eso? ¿Te enorgullece? ¿Te resulta cargante?

R. Te digo la verdad: yo no estoy pendiente de eso. Yo hago mi vida lo más normal posible. Sí es cierto que te sientes bien cuando te lo dicen, pero evidentemente no es el objetivo. Yo me siento mejor cuando puedo ayudar a alguna persona con discapacidad que lo necesite. Igual a mí me hubiera venido bien, o no, quién sabe, que me echaran una mano en otro momento.

"Si en alguna charla en colegios le echas una mano a un alumno con discapacidad y su vida mejora, pues eso es lo importante"

P. ¿Has sentido que provocas un efecto positivo?

R. Sí, ha habido veces que notas que estás prestando ayuda y que se está recibiendo. En charlas en colegios, con gente que además se está iniciando en el deporte paralímpico, sí notas que das ese ánimo que para una persona puede ser fundamental para seguir adelante. Eso hace que te sientas bien.

P. ¿Hasta cuándo seguirás corriendo?

R. Queda mucho Garnica. A mí me gustaría estar corriendo siempre. Y si no, pues haciendo otra cosa. Es que me encanta el deporte. Si no es con los pies, pues en bici. Y si recuperara la vista sería otra cosa. Lo de correr seguirá hasta que me muera, supongo (se ríe).

P. En el atletismo puedes estirar la carrera hasta que quieras o puedas. Aquí no hay nadie que te eche.

R. Es lo bueno del atletismo popular. Dura toda una vida si quieres. Sí que me gustaría, si consigo alargar, que mi hijo me echara una mano en alguna carrera. El mayor tiene seis años. Yo he corrido con él, acompañándole, y sí que es verdad que me gustaría mucho que corriéramos juntos. Aquí en Córdoba está Antonio González Mata, que es de Fernán Núñez, y corre con su hijo. Y un poco de envidia sí que me da (se ríe). Mi hijo ha sido este año consciente por primera vez de que su padre corre y compite a alto nivel. A mí me ha gustado mucho verle pendiente de mí y de otros atletas españoles.

P. Es otra manera de crear escuela.

R. Empezando por la casa, claro. Es una alegría.

"Una medalla la voy a disfrutar yo y mi familia, pero seguramente dentro de tres años no se acuerde nadie; si le echas una mano a una persona con discapacidad va a quedar siempre" Garnica y Grondona, en el Europeo de Berlín.

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