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El día que Pedro Calles derrotó a Don Alejandro

El cordobés Pedro Calles y Aito García Reneses se saludan en el Rasta Vechta-Alba Berlín de la Bundesliga.

Redacción Cordópolis

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“Personalmente, hoy es un día para estar feliz. Ha sido un día en el que he tenido que controlar mis emociones porque es un placer tener a un entrenador como Aito en el otro banquillo. Si estaba contento antes, ahora estoy más feliz porque mis jugadores hicieron que este partido fuera más especial”. Serio, tranquilo y gestionando la alegría, en la sala de prensa de su pabellón y apenas a unos metros del veterano técnico madrileño, el que hablaba era Pedro Calles (Córdoba, 1983) tras el que probablemente era uno de los momentos más felices de su carrera como entrenador: el día que derrotó a Aíto García Reneses, a Don Alejandro. Un episodio para el recuerdo, una historia de baloncesto de la que informa José Carlos León.

Sucedió hace unos días en la séptima jornada de la Bundesliga, cuando el Rasta Vechta del técnico cordobés se impuso claramente al poderoso Alba Berlín por 80-69 en una de las mayores sorpresas de lo que va de temporada en el torneo alemán, ya que supuso la primera derrota del equipo de la capital. Nada más terminar el partido, ambos entrenadores se cruzaron en unas breves pero cariñosas palabras en las que Aito, que el 20 de diciembre cumplirá 72 años, felicitó al técnico cordobés, que con 35 es el más joven de la Bundesliga y completa esta extraña pareja de entrenadores españoles en la máxima categoría del baloncesto alemán. La escena tiene incluso un aire a La rendición de Breda, la obra maestra de Velázquez y uno de los mayores ejemplos de fairplay que ha dado la historia del arte. Hay tal respeto que es difícil saber quién es el ganador y quién el perdedor. No hay humillación, sólo lugar para la admiración más allá del resultado, como el gesto de Ambrosio de Spínola a Justino de Nassau mientras este entrega al ejército español las llaves de la ciudad de Flandes. A 350 kilómetros de allí puso su pica el entrenador cordobés en uno de los días más felices de su joven carrera.

No es de extrañar que fuera un momento especial para Pedro, que hace seis años decidió hacer la maleta y emigrar a Alemania en busca de las oportunidades que la crisis reducía en España. Artland Dragons primero y Rasta Vechta después fueron sus destinos. En la pequeña ciudad de la Baja Sajonia el baloncesto es una religión. Sus escasos 30.000 habitantes tiñen la ciudad de naranja y llenan los 4.000 asientos cada vez que su equipo juega en coqueto Rasta Dome. El ascenso a la Bundesliga 1 devolvió la pasión y el orgullo a una afición y un club que, tras la marcha del estadounidense Douglas Spradley, entregó la responsabilidad del banquillo a Calles, que hasta entonces ejercía como ayudante y preparador físico.

Los inicios no fueron fáciles. Un arranque con 0-3 generó las primeras dudas hasta que en la cuarta jornada, en la cancha del Mitteldeustcher, el Rasta se impuso en la prórroga por 100-106 para cambiar su suerte. Llegaron dos victorias más previas a la visita del gran Alba, el equipo que junto al Bayern Munich domina el baloncesto alemán en el último lustro. Y al mando del equipo berlinés, Don Alejandro.

Para entender la emoción que Pedro Calles sentía en las horas previas al partido sólo hay que poner un par de datos sobre la mesa. En el mes de agosto de 1983, cuando el cordobés vino al mundo, Aito era un entrenador consolidado que afrontaba su primera temporada al mando del Joventut de Badalona, que con un equipo plagado de jóvenes como Villacampa y Rafa Jofresa trataba de tumbar el dominio que ejercían el Madrid de Fernando Martín y el Barcelona de Epi. El resto es historia, con 15 temporadas en el Barcelona (13 como entrenador, dos como General Manager) y sus pasos por el Unicaja, el Baloncesto Sevilla y el Gran Canaria, para sumar más de 1.000 partidos en la ACB y más de 1.800 sumando todas las competiciones. ¿Palmarés? 9 Ligas, 5 Copas, 1 Recopa, 2 Korac, 1 Copa ULEB y 1 Eurocup, más la plata olímpica lograda al frente de la selección española en los Juegos de Pekín 2008. Una leyenda a la que el llorado Andrés Montes no pudo llamar menos que Don Alejandro.

A todo ese se enfrentaba Pedro Calles en su primera temporada como entrenador jefe en Alemania, un reto mayúsculo en comparación con su única experiencia como primer entrenador profesional, hace siete temporadas en el modesto Plasencia de la LEB Plata. Quizás por eso la alegría por la victoria se mezclaba con un respeto casi reverencial al ser consciente de que su impetuosa juventud acababa de derrotar a un trozo de historia viva del baloncesto español.

Sólo unos días después de la hazaña ante el Alba, el Rasta cayó ante el Oldemburg y volvió a poner los pies en la tierra, igualando su balance 4-4 y saliendo de la zona de play off. Ahora el equipo de Vechta es noveno, en busca de la regularidad que le permita asentarse en la zona media y pelear por las eliminatorias. Sería un éxito para un recién ascendido y Calles lo sabe. “¿Objetivo? Seguir mejorando día a día y hacer que esta institución se mantenga en la Bundesliga”, dijo nada más acabar el partido, mientras paladeaba y disfrutaba del día en que derrotó a Don Alejandro.

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