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Vivo farol del Campo de la Verdad

Hermandad del Rayo | ÁLEX GALLEGOS

Rafael Ávalos

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La noche cae lentamente. Se desvanece la tarde y lo hace con un tiempo mucho más apacible que la jornada anterior. La lluvia no es ni siquiera una amenaza después de importunar el Viernes Santo. Tampoco el viento aparece. El día es ideal para disfrutar de la luz que desprende Ella. Es Nuestra Señora de los Dolores y del Rayo, Madre que en su trayecto por las calles de la ciudad comienza a anunciar la Resurrección de Jesús. De pronto la oscuridad propia de la mayor parte de las estaciones penitenciales se torna radiante luminosidad. Es Sábado de Gloria y la Córdoba cofrade lo vive como tal, con la alegría permanente que transmite su hermandad. Virgen de blancura es un vivo farol del Campo de la Verdad.

Tras consumarse la Muerte, la parroquia de San José y Espíritu Santo era el centro de atención de la Semana Santa de nuevo. Así sucedía después de que el mismo Viernes Santo fuera escenario de la salida y entrada de la corporación del Descendimiento. La bulla propia de dicha cofradía no desapareció, todo lo contrario, con la recuperada cita del Sábado de Gloria. A las ocho y cuarto de la todavía tarde cordobesa se contaban por centenares las personas que esperaban ante las puertas laterales del templo. De allí había de partir Nuestra Señora de los Dolores y del Rayo, cuya presencia se hizo ligeramente de rogar. El cortejo que la precedía no inició su trayecto hasta minutos después de la hora prevista.

Fue en torno a las ocho y media cuando definitivamente la cruz parroquial se colocó en la calle. Instantes después el paso se dejaba ver antes de pisar el Paseo del Cristo del Descendimiento. Iluminaba desde el principio la Virgen de los Dolores y del Rayo, tanto por su rostro como por la elección hecha para sus prendas. Mano de Eduardo Heredia, la imagen vestía saya cedida por la agrupación parroquial pro hermandad de La O y manto blanco brocado. Este año lució María su corona de salida realizada en plata de ley en los sevillanos talleres de Hijos de Luis Jiménez (1994). La conjunción era perfecta y mostraba un recuerdo al pequeño Gabriel con un colgante en forma de pescaíto que portaba la talla en una de sus manos. Acompañaba además el exorno floral de su paso.

Marchaba Nuestra Señora de los Dolores y del Rayo con rosas champán y otras de pitiminí, jacintos, gladiolos, antirrinum, claveles clavellina, statice dorado y margarita Spider. Los primeros pasos de la Virgen en la calle, con la pugna entre el sol y la luna y después de sonar la Marcha Real, tuvieron lugar con el alegre sonido de ¡Y hasta tu Gloria! Que es infinita. Es ésta una marcha dedicada a la imagen que fue estrenada semanas atrás. Obra de Joaquín Nevado, director de la Banda Sinfónica Municipal de Dos Torres, la marcha se pudo escuchar en otras dos ocasiones más. Precisamente esta formación la interpretó, pues de nuevo acompañó a la hermandad de Gloria.

Era el segundo año éste en que la Virgen de los Dolores y del Rayo recorría las calles de su barrio y del casco histórico tras otros dos de ausencia. Y lo hacía con la citada Banda Sinfónica Municipal de Dos Torres, que empieza a dejar cada vez más marcado su sello en la capital. Con sus sones y el caminar alegre del paso, dirigido por Carlos Herencia, llegó María a la Puerta del Puente. Superaba un abarrotado Puente Romano y se encaminaba a una calle Torrijos en la que deleitó junto con los músicos. Sonó en este punto Esperanza cordobesa, jubilosa marcha de Rafael Ramírez Caballero, y en el tramo hasta la Puerta del Perdón lo hizo Madre Hiniesta, de Manuel Marvizón.

Continuó la hermandad su recorrido por el casco histórico tras realizar estación en las naves catedralicias y salir del Patio de los Naranjos por la Puerta de Santa Catalina. En su paseo de vuelta a San José y Espíritu Santo se mantuvo la alegría de manera permanente. Marchaba con paso impetuoso y derrochaba luz la Virgen de los Dolores y del Rayo, imagen que entrelaza la Semana Santa con el período de Gloria que tras la Pascua ha de venir. La luna ya lucía allá en lo alto, a la espera de que el sol ponga su contrapunto horas después. La mañana se va a hacer resplandeciente, como cada año, en Santa Marina, donde la Vida triunfa.

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