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El gol póstumo de Juanín

Juanín, el segundo por la fila de abajo desde la izquierda, con una formación del Córdoba en Primera.

Paco Merino

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Cinco años ya sin Juanín. Quienes le vieron jugar -apenas quedan unos reportajes del NO-DO, recortes de periódico y el relato de los hinchas más veteranos- dicen, sin titubeos, que ha sido el mejor futbolista en la historia del Córdoba. Falleció el 26 de marzo de 2013, a los 72 años, y dejó atrás un legado imborrable. Ante un cuadro con su imagen, colocado por la nueva propiedad del club hace unos meses, se han fotografiado algunos de los últimos fichajes. Cada fin de semana aparecen en el programa de las competiciones formativas equipos que llevan su nombre y el de un inseparable compañero desde la etapa blanquiverde. La Escuela de Fútbol de Juanín y Diego es desde hace décadas una referencia en la cantera. De allí salieron jugadores como los hermanos Fran y Bernardo Cruz o Fede Vico, que hoy son profesionales.

Juanín estuvo en la legendaria alineación que logró el primer ascenso a Primera División. Firmó el primer gol del Córdoba en la máxima categoría. Disputó un total de 186 partidos en Primera y marcó en ella 44 goles, más que nadie con la blanquiverde. Se distinguió como estandarte del club en su edad de oro, en aquellos años 60 en los que el club fue más grande que nunca.

Nacido en la localidad onubense de Nerva el 22 de mayo de 1940, Juan García Díaz se hizo cordobés por la vía del amor: al fútbol, a su equipo y a su familia. Aquí se quedó para siempre hasta erigirse en una presencia fundamental para entender la evolución de este deporte en una ciudad especial, a veces dura y exigente hasta extremos dañinos con sus ídolos. Hasta en eso fue Juanín especial. Ya fuera en su etapa como futbolista como en sus años de entrenador y, finalmente, como impulsor junto a su amigo Diego Moreno de una escuela de fútbol para niños en Ciudad Jardín, siempre fue respetado y hasta venerado por quienes tuvieron contacto con él. Fue un hombre de fútbol en el más amplio de los sentidos, con sus códigos de honor caballerescos y una pasión que transmitía a todos.

¿Y qué hay de lo suyo?

Apenas unos días después del fallecimiento del icono cordobesista, Carlos González -accionista mayoritario y presidente por entonces- reveló un plan. Desveló públicamente la adquisición de una parcela de 70.000 metros cuadrados para construir su ciudad deportiva, que llevaría el nombre de Juan García Juanín en honor al mítico futbolista. “Así lo hacen los grandes clubes como el Real Madrid, con Di Stéfano, honrando a sus mejores jugadores y Juanín es el estandarte del Córdoba”, dijo el empresario en abril de 2013.

¿Han visto ustedes esa Ciudad Deportiva? Ni esa ni ninguna de las demás que se han anunciado con parafernalia, maquetas y discursos. Ni hubo instalación ni tampoco intención de darle el nombre de Juanín. ¿El motivo? El incumplimiento de contrato del Córdoba CF con la Escuela de Fútbol Juanín y Diego por los derechos del traspaso de Fede Vico al Anderlecht, un conflicto que terminó en los tribunales y que al cabo de los años acabó con victoria -moral y económica- para el club de cantera que fundó la leyenda blanquiverde.

Su hijo, Juan García, lo vivió en primera persona.

En enero de 2015, el asunto de la calle para Juanín se reavivó. El consejo rector de la Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU), presidido por Pedro García, tenía a punto de aprobación un expediente para ponerle el nombre de Juanín a una calle. En concreto, se trata de un vial que discurre en paralelo al canal del Guadalmellato y que tiene su inicio en la confluencia entre la Calle Borde del Canal con calle de la Manifestación y final en la unión con calle Consejo de Distrito, en la barriada de San Rafael de la Albaida y junto al Hipercor. La calle se llamaría oficialmente Juan García Díaz Juanín. Pero como no prosperó la Ciudad Deportiva, no hubo ninguna calle al lado.

En verano de 2015, la cuestión del homenaje a la leyenda del fútbol cordobés afloró de nuevo y, además, se asoció una nueva figura: Francisco Calzado, Litri, que había fallecido en 2014. El pasado mes de enero se cumplieron cuatro años de su adiós. Se produjo en agosto una reunión de Pedro García, presidente de la GMU, con un colectivo de peñas blanquiverdes que le solicitaron información para pedir al Ayuntamiento la rotulación de dos calles con los nombres de Juanín y Litri. El clima de conflicto y resquemor entre las distintas facciones del mundo peñístico -Federación y Agrupación- hizo saltar chispas. Ambos entes estaban de acuerdo en lo justo de la medida -dar nombre a las calles con leyendas del fútbol local-, pero las discrepancias y el choque de egos a propósito de la representatividad entorpeció el clima de unidad que debe imperar en estos procesos. ¿La consecuencia? El debate sobre el nombre de las calles derivó hacia otros escenarios y se convirtió en munición para la refriega política. Del fútbol y sus héroes populares nunca más se supo.

Cinco años después, no hay calle para Juanín. Ni Ciudad Deportiva. Ni busto conmemorativo. Su homenaje sigue siendo el único que no necesita burocracia: el recuerdo de sus hazañas, que pasa de abuelos a nietos. Los veteranos relatan aquellos días en los que su equipo fue grande entre los grandes y tenía como capitán a un chico que vino de Nerva, que se hizo hombre defendiendo el escudo del Córdoba y que sigue vivo cada vez que se pronuncia su nombre.

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