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El sinsentido infinito

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Paco Merino

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Marcó un gol cuando menos méritos estaba haciendo para conseguirlo y recibió dos en el momento en que más inspirado parecía para no encajar. Lo del Córdoba es un auténtico disparate, uno de esos episodios que tiene el fútbol y que al que le toca le vuelve loco. Y le ha tocado al Córdoba, que ya no sabe qué hacer para sacarse de encima esta realidad. Se le va la vida del modo más cruel. Nadie podrá reprochar al club -al que ha nacido hace unas semanas- que no esté haciendo todo lo que está en su mano para reconducir un camino torcidísimo. Por primera vez en mucho tiempo, el Córdoba hizo en el campo lo que decía que iba a hacer. Se mostró luchador, colectivizó el esfuerzo, se repuso a la tempranera lesión de uno de sus puntales -el colombiano Narváez- y generó oportunidades de gol. Pero su imagen parece -por lógica: cambios masivos y futbolistas fuera de forma o de tono competitivo- más propia de una pretemporada. El asunto es que va con mucho retraso. Lo que hace ahora le bastaría para cumplimentar un campeonato digno, pero tiene muchas deudas que pagar. Y tiene que convivir con una certeza: no puede fallar. Lo sigue haciendo, así que la salvación se aleja más y más. El Granada, que había sumado tres puntos en las últimas siete salidas, agarró los tres en El Arcángel, donde marcó el doble de goles que en sus cinco encuentros más recientes como visitante. Y todo en un tramo final descabellado, en el que se desplomó todo lo que los blanquiverdes habían construido con la estética obrera del sudor y el ceño fruncido.

La batalla llegaba desde los generales. Sandoval contra Oltra. Dos tipos curtidos, buenos gestores de la presión, perros viejos en un campeonato que carece de piedad con los historiales y que refuta con crueldad todos los  discursos que se alejan de la única realidad a estas alturas: los resultados. Nadie habla ya de estilos, filosofías y esos asuntos que sirven para revestir de caché las puestas en escena del verano. Ahora todos hacen cuentas y nadie se avergüenza de decir que su meta es ganar como sea. Para el Granada, no optar al ascenso sería una enorme decepción; para el Córdoba, un descenso puede suponer una hecatombe. Si Sandoval les pide a sus hombres que actúen como si se jugaran la vida -la profesional- no está exagerando lo más mínimo. Es exactamente eso lo que ocurre.

El Córdoba salió con tres centrales -Caro incrustado junto a Aythami y Valentín-, dejando los flancos para Fernández y Galán; sin Javi Lara, con Aguza y Edu bregando para proteger la portería de Kieszek. La necesidad de echar el cerrojo atrás hizo que el Córdoba no saliera con ese arrojo que se le presuponía por el aire de novedad y lo majestuoso del escenario, con el estadio lleno. Supieron los blanquiverdes estar en el sitio y aguantar el tirón ante un Granada que pensaba en quebrar en Córdoba una cochambrosa racha como visitante: un gol marcado en las últimas cinco salidas y 3 de 21. Asustó a veces, pero sin continuidad. El exblanquiverde Pedro -uno de los héroes del ascenso a Primera en 2014- y, principalmente, Darwin Machís se mostraron especialmente insistentes a la hora de asediar al Córdoba. El venezolano, además, encontró un buen pasillo en la banda de Fernández, que lo pasó francamente mal.

A Sandoval se le presentó pronto el primer contratiempo. Juanjo Narváez recibió un rodillazo en la espalda por parte de Saunier en un salto y se quedó tendido en el césped. No se recuperó. Antes de los diez minutos ya estaba fuera el colombiano cedido por el Betis; le suplió Alejandro Alfaro. El equipo no cambió. Siguió firme, sin brillo pero con la solidaridad que pidió el nuevo técnico: desde la punta, con un Sergi Guardiola infatigable en la presión, hasta una retaguardia en la que no se anduvieron con miramientos a la hora de mandar la pelota lejos si había peligro. Lo de evitar la posibilidad de error en zonas sensibles se lo tomaron los cordobesistas como un catecismo. Ninguna frivolidad. Ante la duda, lo más práctico.

Después de algunas aproximaciones de los de Oltra, el Córdoba la tuvo clara en las botas de Jovanovic. Aguza sirvió un pase excelente al serbio, que se quedaba solo delante de Javi Varas. Dejó correr el balón y eso dio tiempo al portero a echársele encima antes de que el balcánico acertara a meter la punta de la bota para desviar el balón. Pidió penalti más por frustración que por otra cosa. Los de Oltra vivieron sus mejores instantes en los últimos diez minutos de la primera parte. Kieszek detuvo un disparo centrado de Pedro en el minuto 34, en el 38 Adrián Ramos cabeceó desviado y en el 40 pegó un testarazo Darwin Machis.

El intermedio se acercaba. Y la solución la firmó Alfaro, el hombre que entró de manera inesperada por el cambio de guión y que puso patas arriba El Arcángel después de una vistosa acción. Sasa Jovanovic la pasó a Sergi Guardiola y se desmarcó hacia el centro abriendo pasillo al jumillano, que vio a su lado a Alfaro. Se la colocó al onubense, con el que hizo una pared para devolvérsela de cabeza ya dentro del área. Alfaro controló con el pecho, burlando así a su marcador, y le pegó cruzado al balón que caía. Un golazo. El descanso llegó con aires de fiesta en El Arcángel.

Justo en el minuto 54, cuando los seguidores empezaban a levantar las bufandas y bramar el himno, Fernández estuvo a punto de marcar en un latigazo cruzado a centro de Javi Galán que despejó con los pies Javi Varas. El Córdoba salió mandón. Oltra vio que algo no terminaba de ir bien y sacó del campo a Pedro para introducir al portugués Salvador Agra. Los de casa estaban crecidos, seguros. Sandoval enchufó aire en el mediocentro cambiando a Edu Ramos por Quim Araujo. A los 67 minutos, el cordobesismo tragó saliva. Sergi Guardiola se inventó una acción individual y lanzó un trallazo que salió fuera. Y él se tiró al césped. Fue atendido y hubo unos segundos de zozobra indefinible. Cuando el delantero se levantó, el aplauso de los aficionados sonó como si hubiera marcado un gol. A día de hoy es uno de los sostenes de este Córdoba que no se resiste a caer.

Con poco menos de veinte minutos por delante, Oltra se la jugó quitando a Álex Martínez para incluir a Peña y dejar una defensa de tres. Más riesgo ante un Córdoba compacto, al que traía Machís por la calle de la amargura. El venezolano parece tener algo personal con los blanquiverdes, ante los que suele dar su versión más brillante. Y en el 81 lo hizo. Tomó la pelota, se buscó la posición esquivando a todos los que le salieron al paso al borde del área, hizo lo que quiso y disparó del modo exacto para batir a Pawel Kieszek. El 1-1 encendió el partido. A cinco minutos del final, Sandoval sacó a escena a José Antonio Reyes justo antes del lanzamiento de una falta al borde del área. Fue el primer balón que tocó el internacional utrerano. Terminó en saque de esquina. Y Oltra, a la vista de las circunstancias, quitó a Machís para meter a Quini y reforzar la línea defensiva. Quería mantener el punto y se llevó los tres. Kunde, en el 87, le pegó con la zurda después de una acción en la que la defensa local no estuvo muy diligente. El Arcángel se quedó helado. El medio millar de seguidores nazaríes bailaba en la tribuna mientras el cordobesismo se pregunta qué ha hecho para merecer esto.

FICHA TÉCNICA

CÓRDOBA CF, 1: Pawel Kieszek, Fernández, Caro, Aythami, Jesús Valentín, Javi Galán, Edu Ramos (Quim Araujo, 65'), Sergio Aguza (Reyes, 85'), Jovanovic, Juanjo Narváez (Alfaro, 9') y Sergi Guardiola.

GRANADA CF, 2: Javi Varas, Víctor Díaz, Chico Flores, Saunier, Álex Martínez (Sergio Peña, 72'), Kunde, Alberto Martín, Pedro (Salvador Agra, 55'), Machís (Quini, 85'), Joselu y Adrián Ramos.

ÁRBITRO: De la Fuente Ramos (Comité Castellano-Leonés). Amonestó con tarjeta amarilla al local Jovanovic y a los visitantes Joselu, Chico Flores y Adrián Ramos.

GOLES: 1-0 (45+') Alfaro. 1-1 (81') Darwin Machis. 1-2 (87') Kunde.

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la vigésimo séptima jornada del campeonato de Liga 1|2|3, disputado en el Estadio Municipal El Arcángel ante 16.873 espectadores.

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