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Veinte años de música propia en la Merced

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Redacción Cordópolis

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Son una enseña en su hermandad, llevan su nombre por múltiples lugares y están de celebración. La banda de cornetas y tambores de la Coronación de Espinas conmemora su 20 aniversario y EL CIRINEO ha hablado con uno de los componentes que quedan del principio de ese sueño que fue la banda y que se hizo realidad, Miguel Ángel Arroyo; con Pablo Jiménez, hermano mayor de la Merced de 1998 a 2002 y gerente de la banda entre 2006 y 2010; y con el actual dirigente de la cofradía del Zumbacón, Antonio Ruf. Los tres hacen un repaso por lo que la banda fue y ha llegado a ser a lo largo de estos 20 años y lo que supone para la hermandad.

Pablo Jiménez cuenta que “la idea partió de jóvenes de la cofradía, de las noches en el patio de la hermandad, ya hubo intenciones otros años de crearla y no cuajaron pero esa vez se tiró para adelante”. Eran los comienzos del verano de 1996 y “empezó todo como un pequeño juego, personas de 15 y 16 años la mayoría”, prosigue. Ya en la Semana Santa de 1997 consiguieron tocar en las procesiones. En la cruz de guía del Prendimiento, en la de su hermandad de la Merced en la que fue su última Madrugá y en la del Resucitado. No tardarían tampoco en poner sus sones a su titular, del que toman el nombre, pues en 1998 tocaron detrás del paso de Nuestro Padre Jesús Humilde en su Coronación de Espinas.

Jiménez asegura que fue “muy difícil que la banda saliera adelante, no había medios, no había casi dinero para comprar instrumentos, el primer año en cruz de guía nos prestó unos tambores la banda del Caído” porque los que tenían para ensayar no podían salir. También en los inicios “jugó un papel importante Manolo Luque, que le dio el empujón definitivo a la banda”, explica. Y por supuesto, la hermandad de la Merced. “La hermandad aportó todo, pidió un préstamo para comprar los primeros instrumentos y empezar a funcionar”, recuerda Jiménez.

Miguel Ángel Arroyo llegó a la banda meses después de su fundación y aún continúa en ella. Empezó tocando el bombo y luego se decidió por la trompeta y el fliscorno más tarde. Él llegó a la banda por mediación de un amigo que llevaba en la agrupación de la Estrella bastantes años. “Le dije que me gustaría tocar en una banda y me metió en Coronación de Espinas con once o doce años”, cuenta. Pese a las dificultades, que también reconoce, recuerda los primeros momentos como “ilusionantes”. Para él y para quienes integraban la banda fue “un descubrimiento nuevo respecto a la música, un aprendizaje”.

Miguel Ángel dice también que comenzaron siendo “un grupo de aficionados, nosotros aprendíamos basándonos en las bandas más reconocidas de aquella época, antes era todo prácticamente de oído, más básico que ahora, se montaban las marchas como buenamente se podía”. Todo lo contrario a la profesionalidad por la que destacan ahora. Según opina, la banda aporta “conocimientos musicales y educación”. Todo en armoniosa convivencia, porque “somos una familia y una piña, hay integración de edades y social, da igual de dónde vengas, somos un grupo, somos todos iguales”, señala.

Los momentos más importantes de estos 20 años para él han sido la grabación de los dos discos que tiene propios la banda: Te coronaron de Espinas y Hasta el final contigo -han colaborado en otros dos-, la primera salida fuera de Córdoba para tocar un Miércoles Santo en Málaga capital y el Santo Entierro Magno de Sevilla, en el que acompañaron a la hermandad de San Gonzalo. “Fuimos la primera banda de Córdoba en tocar allí, fue como someternos a un examen pero disfrutamos bastante”, dice. También reconoce como importantes tocar en el Santo Entierro Magno de Granada detrás de la Lanzada, y en el de Huelva el pasado verano, así como conseguir contrato para ponerle música a la Virgen de las Angustias. “Nunca pensábamos que íbamos a poder tocar allí, es muy ilusionante”, comenta. Pero, pese a todo, este veterano componente de Coronación de Espinas resalta que, “como vivencia, la mejor es la de cada Lunes Santo cuando ves que te vas a la calle, como eso no hay nada”.

En la actualidad la banda cuenta con entre 110 y 120 componentes. Del principio quedan pocos, unas cinco personas. Aunque comenzaron tocando marchas de diversos tipos de bandas de cornetas como el Sol o Tres Caídas de Sevilla, Cigarreras es su banda de referencia desde hace ya muchos años, y tiene un repertorio de 55 marchas. En estos 20 años ha tenido hasta cuatro uniformes y la banda ha evolucionado de manera sobresaliente en lo musical. “Se tiene una exigencia bastante grande, contamos con directores musicales de conservatorio, a día de hoy no hay ninguna de las personas que le des una partitura y no te la sepa leer. Ahora somos más profesionales, más estrictos. La manera de trabajar también ha evolucionado, hay más organización, se cuidan más los detalles”, cuenta Miguel Ángel.

Por otra parte, la banda de Coronación de Espinas siempre ha sido un grupo muy activo en su hermandad. Pablo Jiménez señala que siempre ha habido sintonía entre ellas. “Por poner un ejemplo, ahora mismo Secretaría y Tesorería están ocupadas por dos mujeres que empezaron en la banda, la hermandad desde muy pronto empezó a nutrirse de la banda para juntas de gobierno y siempre ha sido un colectivo muy activo y muy presente en la vida de la hermandad”, cuenta.

Un hecho que confirma el actual hermano mayor de la corporación de San Antonio de Padua, Antonio Ruf. Él define a la banda como “un grupo más de la Merced, totalmente integrado, que aporta sus notas musicales y que marca la vida de hermandad con su presencia en los ensayos”, pues lo hacen habitualmente en la casa de hermandad aunque a veces y, sobre todo cuando se acerca la Semana Santa, ensayan en el polígono de Chinales. Además, Ruf cree “muy importante” que lleven por bandera el nombre de la Merced, y hace una valoración “muy positiva de estos 20 años”, en los que ha habido un duro camino por recorrer pero en el que “se ha forjado ella misma un nombre y un sitio de primer nivel”.

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