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Esta Navidad, tu corazón puede ser su casa

Personas sin hogar en un cajero | MADERO CUBERO

Rafael Ávalos

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A veces, no son las menos, pareciera que no pero están ahí. Bajo el soportal de un edificio, en un cajero o en el banco de una plaza pasan sus días con sus noches. Son de carne y hueso, tienen un músculo que les late y también saben de sentimientos. Cada uno guarda una historia, un relato vital que, por una u otra causa, recoge un capítulo triste. Demasiadas páginas escriben dentro del mismo en no pocas ocasiones, a la par que en otras se convierte en un extenso desenlace. A veces, y no son las menos, pareciera que no pero están ahí. Por mucho que al caminar junto a ellos uno desvíe la mirada y crea no haber visto. Sea por indiferencia, por la exigencia del reloj o por una aflicción de la que se pretende escapar. En tiempo invernal siguen ahí, como Belén en un portal cualquiera. Sin vivienda, su dormitorio es la calle y su manta algún cartón o un puñado de hojas de periódico. Esta Navidad, al menos, tu corazón puede ser su casa. Y esto no es una paparrucha.

Cualquiera cuenta con la opción de ayudar a Belén, a los hombres y las mujeres que habitan en el lugar que para el resto es de paso. Es sencillo, permite la reconciliación con uno mismo y, lo que es más importante, facilita que poco a poco esas personas vuelvan a sentirse parte de una sociedad para la que, habitualmente, son invisibles. Ésa es la idea de la que parte Paparruchas, una iniciativa solidaria de Soko. Aunque ése es sólo el nombre corporativo de una acción que cada año, por estas fechas, va a ofrecer una causa con la que colaborar. Como hacen ellos. El punto de partida lo pone esta agencia de publicidad con el programa Personas sin hogar de Cáritas Diocesana. Una labor callada con quienes carecen del calor, también afectivo, de una vivienda y a la que dan voz Antonio Ranchal y Juan Antonio Lozano -y viceversa-. Ellos son el alma de una empresa comprometida con su entorno.

El lema principal de esta primera acción es Ningún portal sin Navidad. “La idea viene de que normalmente no hay Navidad sin un portal de Belén. Quisimos darle la vuelta e intuimos que la joven que da imagen a la campaña se llama Belén. Pretendemos que en su portal también sea Navidad”, explica Juan Antonio Lozano. Ella es una chica cuyo hogar es un soportal y que como sábanas tiene hojas de periódicos. A los ojos de los demás, está ahí pero no. Es lo que trata de cambiar Soko con su primera iniciativa Paparruchas, que estas personas dejen de ser invisibles. También la labor que hacen muchos de manera voluntaria a lo largo del año y especialmente en los meses de frío. La agencia goza del apoyo de Cáritas Diocesana, de la colaboración de un grupo de chavales de Acción Católica General y de una magnífica respuesta generalizada.

Paparruchas, una pulsera y mucho más

Pero, por partes, ¿qué es Paparruchas? Se trata de una iniciativa de responsabilidad social corporativa, como se conoce en el ámbito empresarial. Dicho de otro modo, es devolver a la sociedad parte de lo que ésta recibe. ¿Por qué ese nombre genérico? “Viene de la expresión que utilizaba Míster Scrooge en Cuento de Navidad”, indica Antonio Ranchal. El avaro y sombrío protagonista del reconocido A Christmas Carol de Charles Dickens marcó el camino, pues él veía como “paparrucha” todo lo relacionado con estas fechas. “Nosotros lo hacemos al revés. Ahora nos dicen que la Navidad es hartarte de comer y de beber, que es comprar muchísimos regalos y contestamos pero con la idea contraria”, expone Ranchal. En definitiva, que La Navidad no es un cuento y “sirve de puente por esa sensibilidad mayor que tiene la gente con los demás”.

Con esa base, ¿cuál es el principal componente de esta acción? No hay uno concreto, aunque sí especial. Ése es visible en la muñeca. Es la pulsera de Paparruchas, cuyo precio es un euro. El beneficio de su venta va directamente a la causa social elegida cada año, en éste el programa Personas sin hogar de Cáritas. Pero ésta es la punta de una gran lanza. Al adquirir ese elemento también se conoce y difunde la acción, un hecho este último esencial. No en vano, el brazalete de tela va ligado a un packaging, una cartulina que lo explica todo. La venta directa (a través de colaboradores), la distribución en empresas interesadas y gracias a redes sociales, además de la propia Cáritas, permiten que esa pulsera de color rojo llegue a los demás. También en la provincia, con presencia en localidades como Montilla, Puente Genil o Lucena.

¿Qué más aporta Paparruchas? Mucho es lo que ofrece Soko con esta iniciativa. De entrada, la donación de una campaña publicitaria, con todo lo que conlleva, y no de una cantidad monetaria, a veces vía rápida y sencilla. Existe un spot, un trabajo de social media, una web que en breve presentará documentación del proyecto, carteles y una labor de redes sociales. Hay un coste en todo eso, si bien el principal es el tiempo dedicado a la estrategia y la creatividad. La campaña Ningún portal sin Navidad podría estar valorada, sin contar el gasto en lo material, en unos 4.000 euros. Todo corrió a cargo de la agencia publicitaria, que tuvo ocasión de exponer su acción social en la Universidad Loyola. ¿Cuál es el fin? “Que el hombre dé un pequeño giro hacia el hombre de nuevo, que seamos un poco más humanos”, señala Antonio Ranchal.

Compromiso e implicación con conocimiento de causa

Pero la pulsera, el trabajo creativo y el resto de material sólo suponen uno de los tres pilares fundamentales de Paparruchas. Los otros dos son la acción social elegida y el grupo de colaboradores. Este último lo componen esta vez jóvenes de Acción Católica General, unos 30 chavales de entre 16 y 20 años que antes de participar conocieron la realidad que genera el programa Personas sin hogar. Son jóvenes que pasaron -y aún hoy pasan- frío para dar alimento y compartir una charla con esa Belén que vive en un portal. Chicos y chicas que cedieron tiempo de estudio y ocio a quienes lo necesitan y de forma silenciosa lo requieren. “Todavía no he sido capaz de expresar a nadie lo que viví, porque sin duda me hizo reflexionar y valorar lo que tengo”, narra Álvaro, de 18 años, tras participar del Dispositivo de Atención Social -asistencia en calle con reparto de alimentos y afecto-. “La primera vez que salí con la UVI (como se conoce esa labor) lloré por lo que vi”, cuenta Beatriz, de 23 años. De ahí que la implicación actual sea máxima.

La llamada UVI Social es el inicio de un trabajo continuado en el programa Personas sin hogar, uno de los muchos que desarrolla Cáritas Diocesana. “Lo que contamos sucede en Córdoba”, advierte Antonio Ranchal. Correcto. Según datos del organismo de la Iglesia en esta ciudad, que al igual que el resto de España se cree alejada de la pobreza, fueron 956 personas sin casa las que recibieron atención el pasado año. De éstas, 273 lograron su recuperación tras un proceso educativo de cambio y 97 tuvieron éxito en aspectos de vivienda, empleo y lazos afectivos. Porque no se trata sólo de dar manta y alimento a quien vive en la calle, o un techo momentáneo, sino ayudar a que cada Belén sea de nuevo dueña de su vida. La labor continúa con otros pasos en los que se pretende un camino hacia la reintegración. El primero es el ya mencionado Dispositivo de Atención Social, en el que también prima la conversación con los asistidos. A veces agradecen más un diálogo que un caldo o un bocadillo. Es su momento de sentirse dentro de la sociedad.

Los voluntarios de esa acción atienden a unas 45 personas cada noche de media. En los días más intensos, sobre todo en los meses de frío, la cifra es de casi un centenar de hombres y mujeres. La labor Personas sin hogar de Cáritas tiene una segunda fase que es aportar una primera opción de estancia bajo techo en el Ala de Baja Exigencia (ABE). Después el proceso puede su continuación en distintas residencias, donde la asistencia se dirige ya de manera directa al apoyo para la búsqueda de un empleo, de lazos afectivos con los demás y de un lugar en que vivir. En definitiva, para conseguir una completa reincorporación a la sociedad. En total, el programa alcanza en Córdoba más de 120.000 atenciones o abrió el camino hacia un empleo a 172 personas en situación de exclusión social el pasado año. Son de carne y hueso, sienten, padecen y, sobre todo, esperan una muestra de afecto y una oportunidad de volver a ser. Volver a ser a los ojos de los demás. No son Paparruchas: la Navidad no es un cuento y ésta, tu corazón puede ser su casa.

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