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“Le tiré la lata y al ver que era policía supe que la había cagado”

Fachada de la Audiencia de Córdoba | MADERO CUBERO

Manuel J. Albert

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Los dos acusados de robar tres teléfonos móviles y atentar contra un agente, se enfrentan a un total de 46 años de prisión | En su declaración ante el tribunal que les juzga, ambos han negado los asaltos y han asegurado que no se resistieron a su detención

El presunto robo de tres teléfonos móviles a menores de edad, la agresión a un agente de la Policía Nacional y la posterior persecución y resistencia a ser detenidos, puede costarles a los dos acusados –cuyo juicio ha comenzado esta mañana en la Sección Segunda de la Audiencia de Córdoba– la friolera de 46 años de prisión. S. G. M. se enfrenta a siete años de prisión por cada uno de los tres delitos de robo con violencia e intimidación y a otros cinco años por atentado con instrumento peligroso, ya que arrojó una lata de Aquarius a la cara de un policía que iba a detenerlo. “Se la tiré porque no sabía que era un agente, iba de paisano. Cuando luego vi que me enseñaba la placa supe que la había cagado y salí corriendo”. Las defensas de los acusados solicitan que la consideración de atentado sea sustituida por resistencia a la autoridad.

En su carrera para alejarse de la policía S. G. M. iba acompañado de su sobrino M. P. G., a quien el fiscal pide cinco años de prisión para cada uno de los tres delitos de robo y otros cinco por atentado. Los dos han negado los robos. S. G. M. no fue identificado por una de las víctimas en una primera rueda de reconocimiento, si bien en la segunda sí que fue señalado. Y eso, a pesar de que su aspecto había cambiado. “Me rapé la cabeza porque siempre que entro en la cárcel lo hago, me puse gafas porque son las que tengo para leer y me tapé este tatuaje que llevo en la cara porque me arrepiento de él”, se ha excusado.

Por su parte, M. P. G. ha negado cualquier implicación en el primero de los asaltos, sufrido por dos menores la tarde del 1 de febrero de 2015 en la calle San Fernando. En cuanto al segundo robo, en Vía Augusta, este acusado afirma que le pidió el móvil al menor y este accedió “sin que yo le obligase ni le hiciese nada”, se defiende.

En su declaración, los testigos se han reafirmado en sus declaraciones ante la Policía y el juez instructor del caso. Una de las víctimas, la de la de la avenida Vía Augusta ha confirmado que prefirió darle el móvil a M. P. G. para no meterse en problemas. Una de las víctimas de la calle San Fernando también ha insistido en que entregó su móvil ante la amenaza de los atacantes de que “o se lo daban o lo mataban”. Los agentes, por su parte, han confirmado haber sido objeto de sendos atentados, además de la posterior resistencia a la autoridad al ser detenidos.

En el caso de S. G. M. niega toda implicación en los dos robos y afirma que se encontró con su sobrino en el parque Figueroa la tarde de los autos cerca de la zona conocida como de las Setas, donde se instala un mercadillo. En ese momento, ha proseguido, se les cruzó un coche camuflado de la Policía. “El copiloto se bajó y cogió a mi sobrino del cuello. Yo, que he pasado siete años en la cárcel, ni lo pensé: le tiré la lata. Pero fue todo lo que hice. No he robado a nadie”.

Tío y sobrino han contado que empezaron a correr sin que en un principio nadie les persiguiera. “Fuimos hacia el parque Figueroa, nos escondimos en un portal y nos fumamos un porro para tranquilizarnos. En ese momento llegaron los policías de uniforme y salimos a correr por los tejados, hasta que nos detuvieron en un ascensor. Pero no nos resistimos, nos pegaron ellos”, afirma S. G. M. En el juicio se ha mostrado el parte de lesiones de los agentes que les detuvieron, quienes afirman que la pareja se resistió violentamente.

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