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Cae una importante banda de traficantes de cocaína

Imagen del material intervenido a la red de narcotráfico desarticulada

Manuel J. Albert

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La Guardia Civil interviene 400 dosis de gran pureza, 14 kilos de marihuana y, en colaboración con la Europol, intercepta el envío de dos kilos desde Colombia | Los detenidos son nueve, un colombiano y ocho españoles | Se ha desarticulado un laboratorio en Pozoblanco

El Equipo de Delincuencia Organizada Antidroga de la Guardia Civil de la Comandancia de Córdoba efectuó el martes el registro de nueve propiedades y detuvo a nueve de personas en el transcurso de una operación antidroga para desarticular una presunta trama de narcotraficantes de cocaína en Córdoba que tendría conexiones con Colombia ya que, en colaboración la Europol, se ha frenado el envío de dos kilogramos de esta sustancia, 32.000 dosis, que se habrían encargado por parte de la red, en la que están implicados un colombiano y ocho españoles, seis de ellos cordobeses.

Los investigadores sospechan que el grupo contaría con ramificaciones en otros municipios cordobeses y otras provincias españolas, según se recoge en un auto del Juzgado de Instrucción Número 3, encargado de la investigación y que ordena la entrada y registro en las propiedades. Las inspecciones se han efectuado en parcelaciones de Villarrubia, Majaneque, viviendas de Miralbaida, Pozoblanco y un pueblo de Guadalajara.

En los registros practicados se ha desmantelado un laboratorio de cocaína en Pozoblanco, donde se han intervenido más de cuatro kilogramos de sustancia de corte y útiles para la preparación de papelinas, asimismo en el desarrollo del operativo se han intervenido en la ciudad de Córdoba, más de 400 dosis de cocaína de gran pureza, nueve básculas de precisión, unos catorce  kilogramos de marihuana, tres armas de fuego, una de ellas simulada, dos rifles y cinco carabinas, más de 50.000 € en billetes fraccionados, supuestamente producto de la venta de la droga, numerosa documentación, material informático y de comunicaciones.

Las pesquisas comenzaron en enero de 2015 por la Unidad de Policía Judicial de la Guardia Civil. En el transcurso de las mismas el juzgado ordenó pinchar los teléfonos de los principales sospechosos: M. U. C. (presunto cabecilla) y J. R. A. Ellos dos, junto a M. C. R, “formarían la cúpula de la organización delictiva”, permaneciendo “en una posición de seguridad, rodeados de personas de su entera confianza”, reza el auto del juez. Todos ellos están detenidos y hasta ayer permanecían en la Comandancia de la Guardia Civil, constatan fuentes cercanas al caso.

M. U. C. reside en un lujoso chalet que cuenta con varios inmuebles, pista de tenis, piscina y diversas zonas ajardinadas. Según describe el texto judicial, “evita realizar contactos fuera de su entorno social, consiguiendo así un círculo de seguridad blindado”. Al juez le llama la atención el hecho de que en ese inmueble el sospechoso acoja a un súbdito paraguayo, R. S. R. D. Esta persona nunca establece contacto telefónico con el resto de los sospechosos pero a juicio de los investigadores “sería la persona de confianza de la cúpula de la organización para realizar los contactos con los clientes y suministradores, siendo el experto que decide e informa sobre la calidad de las sustancias estupefacientes”, señala el auto. De su presunta actividad delictiva derivarían sus viajes a Holanda y Bélgica, “donde podría haber realizado varias gestiones relacionadas con el tráfico de drogas”.

Círculo de confianza

El ciudadano paraguayo formaría parte, además, de un segundo círculo de confianza en torno al presunto líder de la organización, compuesto por J. L. M. L y la mujer O. M. F. G. Según los investigadores, estos tres individuos informan directamente al supuesto cabecilla, M. U. C., en su casa “del resultado de las gestiones realizadas por otros miembros del grupo, evitando así en lo posible [el cabecilla] verse relacionado con viajes o entrevistas que le puedan comprometer (...) Estos hechos confirmarían el control férreo, pero oculto que realiza M. U. C sobre el resto de miembros [de la banda]”.

Los investigadores de la Guardia Civil sospechan que J. L. M. L. sea un estrecho colaborador del paraguayo R. S. R. D., al que ha llevado varias veces a Madrid desde el chalet del presunto cabecilla. A esta residencia, subrayan los investigadores, acude “prácticamente a diario” al parecer, “para recibir instrucciones en persona y evitar los contactos telefónicos”.

Sin que esté acreditado acreditado que ejerza ninguna actividad laboral, a los agentes les llama la atención que resida en otro chalet en la zona de Villarrubia. El sospechoso visita frecuentemente otros inmuebles que, “a criterio de los datos obtenidos a lo largo de la investigación estarían siendo utilizados en el delito investigado [tráfico de drogas]”, prosigue el auto. En este sentido, al mismo sospechoso “se le han detectado entrevistas y posibles ventas de sustancias estupefacientes a individuos relacionados con el tráfico de drogas”, recoge el escrito de la instrucción.

Grupo comercial

El escalón comercial de la trama estaría controlado por la mujer O. M. F. G. (integrada a su vez en el círculo de confianza de la cúpula) y otras dos personas: P. M. A., afincado en un pequeño municipio de Guadalajara y J. A. C. L.,con residencia en Sevilla. La mujer sería la encargada, según las pesquisas, de “abrir y buscar nuevas vías de venta y compra de mercancías ilícitas para la organización, realizando numerosas entrevistas tanto con supuestos compradores o vendedores como con el personal encargado de su traslado”.

De esta forma, O. M. F. G. habría viajado en varias ocasiones a Amsterdam, donde se habría dado cita con el paraguayo R. S. R. D. Esta salida habría sido clave para la presunta trama delictiva, ya que implicaba negociar “los preparativos de un posible viaje a España de una importante cantidad de mercancía, posiblemente cocaína”, apunta el auto.

La otra parte importante del entramado comercial de esta presunta banda de narcotraficantes recaería en J. J. R. A. residente en un céntrico piso de Córdoba “y al que se le ha observado una ajetreada vida social, con frecuentes entradas a restaurantes y visitas a locales de copas, además de frecuentes viajes a Málaga Madrid, donde realiza sus contactos y entrevistas”, recoge el auto. Este sospechosos se encuentra “casi permanentemente acompañado” por otro presunto integrante de la trama: M. C. R. “Todos ellos colaboran activamente en las diferentes negociaciones, probablemente todas ilícitas, aunque bien camufladas en todo momento por negociaciones de apariencia legal, utilizando para ello un leguaje convenido con un sentido oculto para evitar aportar datos por teléfono”, apunta el juez. Ese código incluiría términos como notas simples, género, porcentaje, fábrica de arriba, sacos marrones, azúcar, ladrillos o quesos.

A juicio del magistrado instructor, “existen serios indicios y no meras conjeturas, de que las personas investigadas y otros colaboradores se estarían dedicando a la compra y venta de sustancias estupefacientes (...) de forma organizada”.

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