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Ya no quedan conejos en la chistera de Djukic

Bebé lamenta una ocasión | MADERO CUBERO

Paco Merino

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El Córdoba cae ante el Valencia en El Arcángel tras otra exhibición de esfuerzo sin acierto | Los blanquiverdes agravan su situación en la tabla | Debutó el meta Saizar en Primera

Lo dejó dicho nada más llegar. “No soy mago”, explicó Miroslav Djukic cuando aterrizó en El Arcángel para sacar al Córdoba del mismo sitio en el que ahora sigue. No hay manera de abandonar la espiral desgraciada en la que el Córdoba entró desde el día en que el Madrid llegó para hacerle ver una dolorosa realidad: hacer todo lo que puede no le basta. Ante otros seguramente sí, pero no ante los grandes como el Madrid. O como el mismo Valencia, que no realizó una actuación portentosa pero que terminó llevándose los puntos. No, no es un mago. Y no tiene el antídoto contra el infortunio. El Córdoba no mereció tanto castigo, pero en su situación todo se le revuelve. El tanto de la victoria valencianista, con un disparo en semifallo, vino a rubricar otra tarde de frustración a la ribera del Guadalquivir. La Primera División le está enseñando al Córdoba su perfil más cruel.

Nadie podrá negarle a Djukic afán por encontrar soluciones para reactivar a un equipo que ofreció en algunas fases de las últimas jornadas un aspecto cadavérico, amén de unos resultados absolutamente negativos. Removiendo el guiso para ver si consigue otro sabor, el técnico serbio dio un giro al entramado defensivo ante el Valencia. Metió mano a fondo. Mandó a Gunino directamente a la grada para devolver el puesto de lateral derecho a Edu Campabadal; dejó en el banquillo al pivote Deivid, al que había creado un puesto a medida y, para rematar, adoptó la decisión más impactante que uno puede tomar cuando le vienen mal las cosas atrás. Cambio de portero.

Juan Carlos, fijo desde la jornada uno en el Bernabéu, le dejó la plaza entre los palos a Mikel Saizar, quien hasta ahora solamente se había alineado en amistosos y en la Copa del Rey frente al Granada. Con 32 años y diez años después de haber formado parte -sin llegar a jugar- de la plantilla de la Real Sociedad en la elite, el portero de Ibarra debutó en Primera División. Un bautismo envenenado: un partido decisivo de su equipo en la lucha por la permanencia frente a una formación repleta de profesionales de primer nivel. Con respecto a “lo de Sevilla” hubo medio equipo titular alterado con la entrada de Saizar, Campabadal, Rossi, Abel y Bebé.

Djukic se guardó la carta de Bruno Zuculini, valencianista hasta hace unas semanas, mientras que Nuno apostó por una línea de ataque muy dinámica: dejó como suplente al tanque Álvaro Negredo y se decantó por la explosiva creatividad de Piatti o De Paul. El Valencia, sin embargo, no tuvo una puesta en escena muy dinámica. Se dispuso a verlas venir. No a encerrarse, por que no está en el ADN de este equipo, pero tampoco a volverse loco en ataque. Sabedor de la ansiedad del equipo local por su situación, se dedicó a explotar la situación esperando con paciencia. Los blanquiverdes, más fogosos, daban una impresión de dominio que durante muchas fases levantó los vítores en El Arcángel. El 4-2-3-1 blanquiverde le iba bien, con Bebé y Ghilas muy activos y Abel -un sector de la afición, por cierto, la tiene tomada con el sevillano- dejándose ver en la construcción.

El primer chispazo del Córdoba lo protagonizó Bebé, que tras burlar a varios defensores lanzó un disparo a media altura que despejó Diego Alves. Era el minuto 6. A los 14, el portugués pegó un latigazo desde fuera del área que se fue alto. Los locales pidieron penalti por una caída de Héldon Ramos en el área, en su pugna con Mustafi tras haber capturado un magistral servicio de Bebé. Abel tuvo la suya en un disparo al borde del área que forzó a Alves a estirarse a límite para mandar la pelota a córner, El Valencia, a su aire, buscaba su ocasión entre las desaplicaciones de un Córdoba voluntarioso, pero con un aire experimental que atufaba. Con cuatro fichajes de invierno como titulares y algunos clásicos del plantel poco habituados -Saizar, Campa, Abel...-, el armazón corría riesgo de sufrir grietas. Y sucedió. En el minuto 37, André Gomes cazó dentro del area un balón que se había paseado por toda la línea de retaguardia sin que nadie acertara a despejarlo. El portugués, sin marca, tuvo tiempo de acomodarse el disparo y soltar un trallazo a bocajarro ante Saizar. El Arcángel enmudeció con el 0-1. El Valencia, que no había perdido ningún partido en el que se hubiera adelantado en el marcador, sonreía.

Sin cambios tras el intermedio, la situación se mantuvo bajo la misma guía argumental. Un Córdoba sufriente, al que le costaba la vida construir oportunidades claras en ataque, y un Valencia contemplativo y controlador. Una pifia de Diego Alves, al que se le escurrió la pelota de las manos después de atraparla en el aire, no la pudo aprovechar Pantic. A los 54, Djukic busca un revulsivo sacando del césped a Abel y dando entrada a Florin Andone, que nada más pisar el campo tuvo su primera ocasión. La acción del rumano elevó la temperatura del graderío. El arreón blanquiverde no terminaba de ser consistente porque le hacía falta algo más que una intención ante un Valencia bien puesto, con mucho oficio, que además empezaba ya a asustar con salidas rápidas. La inclusión de Feghouli y Álvaro Negredo añadía un plus de inquietud para el Córdoba, que comenzaba a frustrarse al entrar en la recta final del partido en una situación muy complicada.

Y sucedió. Con poco más de un cuarto de hora en el marcador, Héldon Ramos se trabajó a conciencia una falta dentro del área y cayó con aspavientos. La carrera de Undiano Mallenco hacia el punto de penalti fue celebrada como si hubiera caído un premio de lotería. Y El Arcángel estalló cuando Nabil Ghilas, con una tranquilidad pasmosa y un toque exquisito, batió desde los once metros a Diego Alves, el mejor especialista de la Liga en esta faceta. La locura se instaló definitivamente en el estadio. Dentro y fuera del rectángulo. La parsimonia del Valencia quedó atrás y la inyección de euforia aceleró corazones y dio gasolina para motores agotados.

Pero el globo se pinchó. Negredo hizo una dejada de cabeza dentro del área y el balón le cayó a Pablo Piatti, que le pegó mordida. Tras dar un bote, la trayectoria en parábola sorprendió a Saizar y la pelota entró mansamente en la red ante la desesperación general de los blanquiverdes. Tocaba la heroica. Con unos diez minutos por delante, el Córdoba se dejó todo lo que tiene y le resultó insuficiente ante un Valencia que, arengado por Nuno desde la banda, tuvo alguna ocasión más para ajusticiar a un Córdoba muy malherido.

FICHA TÉCNICA

CÓRDOBA, 1: Mikel Saizar, Campabadal, Pantic, Crespo, Edimar (Fede Vico, 58'), Rossi, Abel (Florin Andone, 54'), Khrin (Zuculini, 83'), Héldon, Bebé y Ghilas.

VALENCIA, 2: Diego Alves,Cancelo, Musfati, Otamendi, Gayá, Javi Fuego, André Gomes, Javi Parejo, De Paul (Negredo, 60'), Rodrigo (Feghouli, 63') y Piatti.

ÁRBITRO: Undiano Mallenco (Colegio Navarro). Mostró tarjeta amarilla al local Héldon y a los visitantes Gayá y Rodrigo.

GOLES: 0-1 (37') André Gomes. 1-1 (74') Ghilas, de penalti.

1-2 (81') Piatti.

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la vigésimocuarta jornada del campeonato de Liga BBVA, disputado en el Estadio El Arcángel ante 17.034 espectadores.

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