Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Lee ya las noticias de este sábado

El Córdoba crece con el sudor frío del Real Madrid

FOTOGALERÍA Córdoba CF - Real Madrid | MADERO CUBERO

Paco Merino

0

Los de Djukic dan una lección de ética laboral a los blancos, que ganaron con un penalti en los estertores de un intenso choque | Cristiano, anulado y expulsado por agredir a Edimar

Muchos vinieron a ver al Real Madrid y se encontraron con el Córdoba. El equipo de Djukic -porque ya hay que ir mirándolo así: le ha dado su sello- compró la parcela para construir su permanencia en Primera División. Pagó por ella un alto precio, una derrota inmerecida ante un campeón de Europa que durante muchas fases del partido estuvo sometido por la humilde formación local, compuesta por retales y saldos que se revalorizarán con actuaciones como la de hoy. Su sueño de echar raíces en la élite lo regó el Córdoba con los sudores fríos de un Madrid que perpetró un partido cochambroso. Se le puso todo cuesta arriba y no se arremangó para reparar la avería. Esperó a que se resolviera por su propio peso -la genialidad individual de alguna de sus estrellas- o por un lance de suerte. Lo tuvo al final. Una pelota lanzada en falta por Gareth Bale pegó en la mano de Fede Cartabia, que estaba empotrado en la barrera. El galés marcó de penalti y finiquitó el choque. El icono del Real Madrid, Cristiano Ronaldo, fue protagonista. Lo lleva en los genes: de una u otra forma, las cámaras siempre terminan enfocándole. Se retiró del campo expulsado tras lanzar una patada a Edimar en una acción en el área cordobesista. De camino a la caseta miró con chulería a la grada mientras se limpiaba el escudo de campeón del mundo de su camiseta. Su imagen de impotencia fue la del Real Madrid, que no mereció la fortuna que tuvo.

Nadie quería perderse nada. Nunca se había visto El Arcángel tan prematuramente repleto de público antes de un partido que no tiene absolutamente nada que ver con cualquiera que se haya presenciado en esta ciudad desde los tiempos del NODO. La gente del fondo aplaudía los goles que le marcaban en el calentamiento a Iker Casillas y se exhibían pancartas con leyendas como “Por el Córdoba estoy vivo y sin el Madrid no sé vivir”, un texto sujeto a las más variadas interpretaciones que a juicio de muchos no dejaba en muy buen lugar a su autor. Así que mejor obviar el tema. Lo de los afectos compartidos no quedó muy claro. O quizá sí. El Arcángel fue blanquiverde y el Córdoba se sintió arropado en su hogar. El Real Madrid venia dispuesto a profanarlo, como es su obligación. Y a partir de ahí, pasó lo que tenía que pasar.

Djukic sacó a la palestra a lo que tiene disponible. Las circunstancias no le daban margen para inventar nada nuevo. Le dio camiseta de titular a Adrián Gunino, que pasó de la grada al once por razones de fuerza mayor. Al uruguayo, al margen de su desempeño en el choque, hay que reconocerle su ética laboral. No es sencillo asumir que estás con pie y medio en la calle y que, de buenas a primeras, te encarguen tapar la banda por la que entrará un tal Cristiano Ronaldo. Por lo demás, el balcánico le echó valor. Lo del “cuchllo en la boca” también va por él, faltaria más. Ha sido, sin pretenderlo -¿o no?-, el ideólogo de un lema al que se han agarrado los jugadores y la afición. Todos se unieron en una toma de conciencia general. Y aunque estaban hartos de oír que el Real Madrid es de otro mundo, se esforzaron en bajarlo a la tierra con un emocionante derroche de esfuerzo.

El panorama lo alteró el Córdoba en un puñado de segundos, transformando la tarde en una nueva experiencia. Después de un sobrecogedor minuto de silencio, en el que el rostro el añorado Litri apareció en el marcador, la imagen de Nabil Ghilas sustituyó en la pantalla gigante al del legendario empleado cordobesista. Y El Arcángel explotó. Bebé, que se mostró desde el arranque dispuesto a dejarse ver, lanzó un zapatazo que repelió Sergio Ramos. El internacional se puso las manos en la barriga, doliéndose del impacto, pero el árbitro corrió hacia el punto de penalti después de mirar de reojo a su juez de línea. Enseñó amarilla al central de Camas, que inició así un primer tiempo disparatado, y decretó la falta máxima. La lanzó con aplomo Nabil Ghilas y colocó en el marcador un 1-0 que puso la grada a arder. El Real Madrid se encontró con su plan en la basura y en una situación inédita esta temporada: nunca había estado por detrás en el marcador de ningún rival en sus salidas. La situación le exigía un arreón de rabia, pero el equipo blanco se quedó con la misma clara. Un equipo tocón y protestón, incómodo en un escenario hostil y sin encontrar el modo de que sus hombres de ataque entraran en acción.

El Córdoba controló bien a Cristiano Ronaldo, entendiendo que lo realmente complicado es defenderle cuando tiene el balón. Así, cortó el suministro hacia la estrella lusa y CR7 se desesperó. Cuando agarró alguna pelota intentó jugársela en solitario con poca fortuna. Siempre tuvo a Gunino encima de él. El público, además, puso un plus: cada vez que intervenía, Cristiano tenía que escuchar la mofa del graderío. Una tarde áspera para los blancos, que tenían en Karim Benzema -sí, el francés, créanlo- a su hombre más comprometido. El galo jugó con criterio, presionó y trató de asociarse con sus compañeros, aunque en general el Madrid estuvo muy ramplón y contemplativo. Quizá pensando que el partido se iba a arreglar por propia inercia, aguardó su oportunidad. Y le llegó. Antes el Córdoba tuvo la suya en los pies de Ghilas, que disparó cruzado un buen servicio de Fede Cartabia.

El empate lo firmó Benzema en el 26, cuando el Córdoba se encontraba más realizado sobre el césped. Los de Djukic eran capaces de sacar contras con cierto peligro, especialmente llevadas por Cartabia y Bebé, pero al Madrid sólo le hizo falta una llegada decente para firmar su gol. El gesto de rabia en el banquillo de Carlo Ancelotti era el vivo retrato de la dureza de un partido que el campeón de Europa no esperaba. Hasta el descanso se mantuvo la situación de equilibrio. El Córdoba, disciplinado y solidario, se atrincheraba para buscar la salida rápida. En el Madrid no presionaba nadie. Dejó hacer a los locales y estos, que andaban con la autoestima por las nubes, se atrevieron incluso a dejar detalles que sedujeron a un público entregado. El Córdoba iba con el cuchillo en la boca, pero también con el guante en la bota. Los de Djukic se marcharon a los vestuarios con la banda sonora del éxito retumbando en los oídos: el estadio aplaudió como nunca.

En el 54 se alzaron las bufandas y atronó el himno blanquiverde. El Real Madrid no podía. En los últimos acordes, Fede Cartabia remató con el alma desde el borde del área y la pelota pasó junto al poste derecho de un Casillas cuyo vuelo hubiera sido inútil. En el 56, una acción individual de Bebé concluyó con un trallazo raso del portugués que detuvo el meta multicampeón del Madrid. Los aficionados se frotaban los ojos. El Madrid lo pasaba realmente mal. El superequipo de los récords no aparecía.

El Córdoba tuvo muy cerca el 2-1. Rafael Varane se comió un balón largo que cayó en los pies de Florin Andone, que lanzó una vaselina. Casillas corría hacia atrás desesperado mientras todo el graderío contenía la respiración. El esférico fue repelido por el larguero. Con la igualada en el marcador, el Córdoba aguantaba el cansancio mientras el Madrid, a pesar de los cambios, no daba la impresión de estimularse. Tocaban y esperaban que sucediera algo. Y pasó. Cristiano Ronaldo encadenó dos feas acciones -una patada a Edimar y un gesto de desprecio a los seguidores locales- y dejó al Real Madrid con diez. Todo apuntaba a las tablas cuando llegó la acción determinante. Cartabia vio la segunda amarilla tras tocar con la mano en una falta de Bale y Hernández corrió hacia el punto de penalti. Marcó el 1-2 y todo el estadio enmudeció. Sólo se escuchaban los gritos de algunos madridistas que salpicaban la grada y que hasta entonces habían permanecido observando, atónicos, el papelito de su equipo. El Real Madrid entró como líder y salió con los mismos galones, pero despeinado y con el traje desgarrado por las cuchilladas de un emocionante Córdoba.

FICHA TÉCNICA

CÓRDOBA CF, 1: Juan Carlos, Gunino, Crespo, Pantic, Edimar, Fausto Rossi, Deivid, Ghilas, Bebé, Fede Cartabia y Florin (Fede Vico 79').

REAL MADRID, 2: Iker Casillas, Carvajal, Sergio Ramos, Varane, Marcelo (Coentrao, 71'), Khedira (Illarra, 63'), Kroos, James Rodríguez (Jesé, 80'), Cristiano Ronaldo, Bale y Benzema.

GOLES: 1-0 (2') Ghilas, de penalti. 1-1 (26') Benzema. 1-2 (88') Bale, de penalti.

ÁRBITRO: Hernández Hernández (Comité Canario). Amonestó con tarjeta amarilla al cordobesista Fede Cartabia (2), expulsado en el 88, y a los madridistas Sergio Ramos, Khedira y Carvajal. Roja a Cristiano Ronaldo en el 82.

INCIDENCIAS: Encuentro correspondiente a la jornada 20 del campeonato de Liga BBVA, disputado en el estadio El Arcángel con un lleno absoluto: 21.500 espectadores en las gradas. Se guardó un emotivo minuto de silencio en memoria de Francisco Calzado Ferrer, Litri, que falleció hace justo un año.

Etiquetas
stats