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Manu Mart (Estirpe): “He perdido el miedo a lo que pueda venir”

Marta Jiménez

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El cantante de Estirpe lleva la cara de Chaplin tatuada en su brazo izquierdo. El retrato en su piel de alguien a quien admira se ha convertido en su kriptonita emocional, una imagen para recordar que “con humor se pueden ganar todas las batallas”. La otra kriptonita, la física, la recibe desde marzo enchufado a ella en un hospital. Un mes antes, tras volver de una gira que llevó a su banda a Los Ángeles y a México con Neurasia, el séptimo disco del grupo, casi todo se acabó. Manu escuchó las palabras cáncer y tumor asociadas a su estómago. Su mundo se vino abajo mientras preguntaba si podría ir a tocar dentro de nueve días, que tenían un concierto.

A finales de abril, Manuel Ángel Mart publicó un emocionante comunicado contando su enfermedad y cómo había convertido el sentirse “perdido” y “asustado” en una “lucha contra su batalla”. También aprovechó para agradecer tantas muestras de afecto y ánimo recibidas. Este mes ha vuelto a subirse a un escenario en un miniconcierto acústico de Estirpe en la Iglesia de La Magdalena, invitados por Asaenec para la celebración del Día Mundial de la Salud Mental. Un cita “mágica” en un espacio que ya hubieran querido para sí los Pearl Jam y la MTV.

Charlar con él mientras saborea un te Roiboos sin azúcar, es hacerlo con una persona aparentemente sana por mucho que continúe en la batalla. Y es que Manu no ha perdido sus superporderes ni se le ha ido la fuerza, como a Sansón, tras su hermosa cabellera. Otra cosa que ha perdido son sus piercings, pero sigue intacta esa potente y extraña luz que sale de su interior. Algo solo digno de un superhéroe de barrio.

PREGUNTA. El concierto de La Magdalena del pasado día 10, ¿fue una especie de nuevo comienzo?

RESPUESTA. Ya te digo. Por lo que a mí me toca, este año no habíamos hecho conciertos y de alguna forma fue como recibir un bautismo otra vez. Fue juntarnos de nuevo, que pudiera venir Pepe Bao (el bajista), que ahora está con O'Funkillo, y tocar en La Magdalena para hacer un acústico para nosotros era algo único y nos hacía mucha ilusión. El ambiente y la reverberación de la iglesia ayuda mucho a que la voz juegue con los efectos de las columnas.

P. ¿Te ha sentado bien volver a cantar?

R. Impresionante. Además que no lo teníamos ensayado porque Pepe no pudo venir antes y fue todo muy rápido. Nos juntamos esa mañana y le dimos forma. Tenemos flexibilidad a la hora de improvisar, la estructura rítmica la tenemos muy trabajada y el acústico a mí me da mucha libertad porque al faltar arreglos musicales, los puedo inventar yo sobre la marcha. Justo aquello que se vio allí. Además, aprovechamos y lo grabamos en vídeo y en audio y ahora estamos mezclándolo para tener el documento y subirlo a la red como algo único.

El concierto de La Magdalena fue, de alguna forma, como recibir un bautismo otra vez

P. Los que estuvimos allí te vimos tan “magnético, frenético y distinto” como eres ¿Cual es la base de esa fuerza que proyectas?

R. El cariño a lo que hago.  Cuando alguien hace lo que realmente le gusta, esa es una dinamo muy potente que te hace ser así. Es creerte lo que haces, lo que dices y lo que cantas. Somos un grupo de reflexionar mucho las cosas, somos muy optimistas y jugamos con el doble sentido en las letras, con su parte seria y un toque de humor, que es la filosofía con la que hay que tomarse la vida. Ya lo decía Chaplin, un día que pierdes la sonrisa es un día perdido. La fuerza es mi forma de ser, ya sea en el escenario o por ahí con mis amigos, tengo suerte en ese sentido, de tener la cabeza sana y una sonrisa siempre puesta, porque no me he maltratado y, sobre todo, me quiero mucho y me gusta tener la cabeza lúcida. A lo mejor tendría que meterme un poco más de caña para hacer canciones más simples y que le gusten a todo el mundo, pero prefiero reflexionar y hacer este tipo de canciones. Ese es el sentido del arte de la música y nosotros somos muy puristas con esa filosofía.

P. ¿Cómo va tu batalla contra la enfermedad?

R. Yo me siento perfecto. En la batalla que estoy luchando, al principio tuve menos de un minuto de caída. Me operaron, estuve diez días en el hospital y al noveno día me dieron la noticia de que me habían quitado un cáncer, y casi que le tuve que dar yo ánimos al cirujano (risas) porque al hombre le estaba costando decírmelo, ya que me dio muchos ánimos antes de operarme. Cuando se fue entendí que estaba empezando, me habló de quimioterapia y al quedarme solo ya pensé en cómo me iba sentar eso, el pelo, la fuerza... Pero justo tenía a mi familia ahí, cuando me eché abajo, y rápidamente me dijeron “pa'alante”, tú no eres este, tienes que despertar y tirar. Y gracias a mi familia, a mi novia y a mi gente que han sido un apoyo impresionante y también a mi forma de ser y a la psicología que yo tengo, que a todo le saco un chiste. No te voy a contar los chistes de la coloctomía porque si no (risas)...

En la batalla que estoy luchando, al principio tuve menos de un minuto de caída

P. ¿Qué te está enseñando la enfermedad?

R. Hombre, a perder el miedo a lo que pueda venir. Hubo un momento, conociendo casos de gente que ha pasado por esto y que ha ganado o perdido a la enfermedad, y el miedo que he tenido, si es que he tenido alguno, es que la gente que me quiere me pudiera perder. No yo, no miedo por mí, pero sí ver que la gente que me quiere tanto pase dolor, porque si yo me piro, me piro. Esa fue una de las paranoias. Pero no por mí, porque te das cuenta que tú estás ya al otro lado de las personas sanas. Tienes que tener una alimentación, una medicación... y charlo con mucha gente que ha pasado por esto.

P. ¿Ves ahora la vida de otra manera?

R. La verdad es que no, tampoco te creas. Sigo siendo el mismo. Por un lado, tengo ganas de terminar y comerme el mundo. Y ahora me doy más cuenta de lo importante que es la salud y lo que se preocupa la gente sana por cosas que no son tan importantes como la salud. En estos momentos de crisis, el dinero importa, pero mucho peor es no tener dinero y estar malo. Y aun teniendo dinero, que caigas en una enfermedad que no tenga cura, es que no hay nada peor. El otro día, por ejemplo, quedé con un grupo y uno no vino porque tenía un poco de fiebre. Y pensé, joder, me estoy dando yo una medicación súper fuerte y si solo tuviera unas décimas... Son cosas que chocan y que no entiendo, pero tampoco juzgo, solo que ahora valoro mucho esas cosas y estoy deseando curarme para viajar y tomar el sol, hacer todo aquello que ahora no puedo y aprovechar el tiempo y el momento. Aunque el momento es el ahora, ya.

El miedo que he tenido, si es que he tenido alguno, es que la gente que me quiere me pudiera perder

P. Hablando del tiempo, recuerdo cuando Estirpe grabó su concierto en el Gran Teatro y tituló el DVD El tiempo, un placer para detener. ¿Cómo ha sido tu relación con el tiempo este último año?

R. La verdad es que antes de comenzar con esta historia estuve mucho tiempo metido en el estudio, componiendo o produciendo a alguien. Tuve mucho trabajo porque varios miembros del grupo se fueron y cargué yo mucho con toda la historia. Tal vez eso tenga algo que ver con que se haya desarrollado mi enfermedad, no sé, porque dicen que cuando hay problemas y tanta carga sobre ti es más fácil que todo se acelere. Así que cuando caí en esto, no quise ver mi estudio ni componer y quería estar en otro rollo más tranquilo. Necesitaba mi espacio y aunque fuera músico tenía que centrarme en mí. Y luego volví al estudio para producir a Medina (Azahara) y todo ha vuelto arrancar. Estoy componiendo otra vez y he vuelto a mi mundo, a viajar entre Madrid y Córdoba y a pensar en si me marcho a vivir allí.

P. ¿A Madrid?

R. Sí, puede ser, no lo sé todavía. Amo Córdoba pero amo también lo que tengo en Madrid. Lo de quedarse en Córdoba es una apuesta, pero el movimiento está en Madrid. Las compañías, los músicos, los productores... se hacen muchas relaciones en la noche y aquí todo es más relajado. Es otro concepto y como allí tengo familia y la distancia es corta, pues podría estar entre las dos ciudades porque el grupo seguiría aquí. De todas formas, cuando me cure ya me lo plantearé seriamente pero creo que es muy probable.

Ahora me doy más cuenta de lo importante que es la salud y lo que se preocupa la gente sana por cosas que no son tan importantes como la salud

P. En medio de un debate nacional sobre el modelo de sanidad pública, ¿cómo está siendo tu experiencia hospitalaria como paciente de una enfermedad grave?

R. La experiencia que he tenido es que hay unos laberintos impresionantes en la primera fase, entre lo que es médico de cabecera, ambulatorio y urgencias. Una vez que te ingresan, todo es magnífico, me han apoyado y ayudado muchísimo, pero hasta que das ese paso, todo es muy complicado. El médico de cabecera te da una medicación que no te va bien y cuando vuelves ya te manda a urgencias. Allí te tiras 7 u 8 horas y si estás muy mal te meten Nolotil en vena, 100 ml, y te tiran para casa. Estuve tres semanas o más yendo a urgencias y muy mal. No me hicieron un TAC, siguiendo ellos su protocolo, y me he sentido muy descuidado. Porque los síntomas que yo tenía eran como para coger desde primera hora y actuar. Después le dije a mi oncóloga los síntomas que tenía, que eran los de mi enfermedad, obstrucción digestiva, inflamación de estomago... y que por qué no me cogieron a tiempo. Y todo fue gracias a una tía de Loren, mi guitarrista, que trabaja en urgencias y cuando ya no podía mantenerme en pie, habló con un médico, le dijo que era de su familia y en cuanto me vio me operó de inmediato. Así que por ese lado mal pero una vez que entras todo muy bien.

P. Háblame de la estirpe de la que provienes

R. Pues ya ves de dónde vengo. Me he criado desde muy pequeño rodeado de música y viendo cómo se construía un grupo (Medina Azahara, la banda de su padre Manuel Martínez). Desde los aparatos que se compraban a todo. Cuando compusieron el Paseando por la mezquita yo tenía 3 años y no me acuerdo de ese disco pero sí del siguiente. Se pusieron a componer y ensayaban en el chalet donde vivíamos en El Brillante. Allí también vivía el guitarrista, Miguel Galán, y ensayaban en un salón que teníamos muy grande. Era flipante, con las alfombras y yo me sentaba calladito y lo veía todo. Mi padre recuerdo que me sentaba en la batería, así que no sé si es que he nacido así o es que la cultura que me han dado ha sido tan profunda y tan clave que por eso me he convertido en un músico de los poetas malditos.

Estoy componiendo otra vez y he vuelto a mi mundo, a viajar entre Madrid y Córdoba y a pensar en si me marcho a vivir allí

P. ¿Tienes la sensación de haber tenido una infancia muy distinta a la del resto?

R. Sí, un poco sí. Yo tenía el pelo largo ya en aquellos momentos, en los que nadie tenía el pelo largo, y me preguntaban si era un niño o una niña. Yo se lo decía a mi padre y él me decía “¿Sabes por qué te preguntan eso? Porque eres muy guapo y se creen que eres una niña” (risas). Yo no me quería cortar el pelo y los niños, bueno, pues éramos niños. Luego me echaron del coro del colegio porque la profesora me decía que no gesticulaba y que tenía que mover las manos al cantar, cosa que yo no entendí. Y más tarde, tuve mi época del Conservatorio, que me frustró mucho. Hice solfeo y después empecé con piano y solo duré un año, porque tenías que esperar una cola de niños solo para que el profesor te corrigiera con un lápiz encima de tus dedos y delante de todo el mundo. Así que lo pasaba fatal y comencé a faltar para irme al Corte Inglés a robar videojuegos (risas). [Rafa Madero, el fotógrafo que nos acompaña y retrata la entrevista, fue compañero de Manu en el Instituto Ángel de Saavedra, en el módulo de FP de Imagen y Sonido, y apunta que lo recuerda “gamberrete pero no de los chungos, sino de los buenos”. Ambos no pueden evitar recordar y preguntarse por compañeros de entonces: Moisés, el Menacho, los hermanos Abella, Jesús Osuna...]

P. ¿Fuiste buen estudiante?

R. Buf, me lo tomaba todo a coña, tía [Madero le recuerda aquí alguna anécdota de las clases de física y ambos estallan en risas]. Ese ha sido mi problema, que mis padres han sido muy hippies, y de repente, cuando un profesor me decía que tenía que estudiar para aprobar, pues sacaba un diez. Pero en el fondo me la sudaba, así que solo era buen estudiante con presión. Tampoco me arrepiento de haber sido mal estudiante porque al final he sido lo que he tenido que ser, un músico, indisciplinado un poco...

Una vez que te ingresan, todo es magnífico, pero hasta que das ese paso, todo es muy complicad (...) Me he sentido muy descuidado

P. ¿Y cómo reaccionaron tus padres con aquello de “quiero ser rockero”?

R. Pues fue poco a poco, pero lo estaban esperando así que fue estupendo. Mi padre fue la mejor sopresa que tuvo, porque a mí solo me había interesado el fútbol durante una época. Yo en mi casa nunca tuve una guitarra ni un piano ni nada, fíjate que raro. Y te digo una cosa, solo teníamos un tocadiscos antiguo y solo escuchaba música en el cassette del coche de mi padre, que ponía a  Jimmi Hendrix y Pink Floyd, pero no teníamos equipo de música que eso sí que es raro. En casa del herrero, cuchillo de palo total, total. Ya te digo, muy hippy. Yo lo primero que empecé a escuchar fue Parchís y Botones, que me encantaba. Luego me dio por Michael Jackson con el Thriller y pero, sobre todo, con Bad, que me pareció impresionante. Y un buen día mi padre me dijo que me iba a llevar a un concierto y me llevó a ver a Prince, que yo no sabía quien era, y él me dijo “el mejor espectáculo del mundo”. Así que fuimos al Vicente Calderón y mi vida cambió de una forma impresionante. Me volvió loco y cantó canciones que conocía como Kiss, que yo creía que era de Tom Jones. Era la gira de Graffiti Bridge en el 90 ó 91 y aún hoy para mí Prince es lo más grande que hay. Músico a unos niveles máximos, que toca treintaytantos instrumentos a la perfección, el piano que es una maravilla, la guitarra que podría ser Jimmi Hendrix o Santana, y yo escucho mucha música pero como él, nadie. Me ha llenado mucho y he aprendido mucho, mucho de él, aunque no se note mucho.

P. ¿Ha sido complicado desligarte del cordón umbilical rockero del patriarca?

R. Mi padre no se ha querido meter nunca en lo mío. Ni involucrarse ni participar... me ha dado rienda suelta para que yo siga mi camino. Yo estoy viendo situaciones similares, padres músicos con hijos que quieren ser músicos y que se están metiendo tanto en la historia, en cómo tienen que hacer su vida, que está siendo peor el consejo que haberlos dejado solos. Te tienen que dejar caer y levantarte, cometer errores, aunque está bien que te digan no tires por ahí, porque hay muchos que quieren aprovecharse en este mundo, o el tema de las drogas, algo que yo he tenido muy claro y soy muy consciente de que no quiero saber nada con ciertas drogas. Esos han sido sus consejos y es más, creo que yo me he metido más en su vida musical que él en la mía, que siempre estoy detrás de él.

No sé si he nacido así o es que la cultura que me han dado ha sido tan profunda y tan clave que por eso me he convertido en un músico de los poetas malditos

P. De hecho, has producido discos de Medina Azahara

R. Sí, ya he  hecho un par de ellos. El primero fue solo las mezclas y no me quedé contento, pero del último lo he hecho todo, grabarles, mezclarles, producirles, todo

P. ¿No será que eres menos hippy que tu padre?

R. Sí, soy muy alemán. Yo en mi grupo compongo, produzco y al final he sido así porque no ha habido más remedio. Al no haber dinero hemos tenido que hacerlo todo nosotros.¡

P. Tu padre nos contó en una entrevista (realizada en diciembre de 2013), hablando de la Córdoba rockera, que aquí solo conoce dos bandas que vayan de cara: Medina Azahara y Estirpe

R. Qué bueno. Él tiene la parte paternal ¿sabes? pero no es tonto, y sabe que lo que hacemos tiene un mínimo de calidad. Él lo conoce y lo vive de primera y tengo amigos de muy buenas bandas que nos consideran como algo de lo más grande que hay en este país, los rockeros malditos que van haciendo cosas y que algunos servimos de inspiración.

P. Tenéis esa imagen de banda paciente, currante, hormiguita y que está donde quiere

R. La música que hacemos es flexible y en cada disco, aunque sea rock, hacemos algo distinto y eso nos mantiene frescos y vivos. Es un punto a nuestro favor y el modo de no aburrirnos. Hay quien encuentra una fórmula y de ahí no sale pero para mí eso es ser un poco esclavo de la música y yo quiero ser libre y mis discos hablan de eso, de la dinámica. En los discos todo es distinto, ninguna canción se parece a otra porque nos gusta que fluya la creatividad. Eso es lo que me da vida y los fans se hacen muy fieles porque encuentran un mundo en el que quedarse. Pero también es complicado porque con nuestra música no hay mucha gente que se quede a la primera. El otro día en La Magdalena, con el concierto acústico, hubo magia y yo así lo sentí. Aunque los medios no están por apoyarnos porque no cumplimos muchos de sus cánones y si lo hicieran, a lo mejor seríamos una banda importante.

Un buen día mi padre me llevó a ver a Prince, que yo no sabía quien era, (...) y mi vida cambió de una forma impresionante

P. ¿Pero ese modelo de la industria y de la difusión de la música no está cambiando?

R. Pues no sé. Internet ayuda pero los medios que funcionan son, sobre todo, la radio que tiene el poder junto con la televisión. Hay artistas a los que les dan un programa y suben como la espuma.

P. ¿Has logrado vivir de la música?

R. Pues yo es de lo único que puedo vivir. Bueno, vivir, sobrevivir, mantenerme. Tengo mi estudio, también, donde produzco y donde he sido autodidacta y sigo aprendiendo. Es difícil vivir de la música hoy porque todo lo que ganas con tu grupo es para un fondo común y para gastos y hay muchos grupos cuyos componentes tienen que tener un trabajo aparte y flexible que les permita vivir y poder moverse con su banda. Yo lo he puesto ahí todo en la sartén y quería la libertad de ser mi propio jefe y si me quiero ir a México dos meses poder hacerlo. Así que sí, vivo de la música.

Yo quiero ser libre y mis discos hablan de eso, de la dinámica

P. Neurasia, vuestro séptimo y último disco, está lleno de cosas que se han ido pegando a vuestra mochila

R. Es nuestro mejor disco. Lo grabamos en Las Jaras, en casa de Víctor (su manager) que está situada en el lago y es preciosa. A raíz de ahí nos enamoramos de él y él de nosotros. Loren y yo cargamos con todo. Dani se fue en 2010, después se fue Javi, más tarde el bajista, José Miguel Panadero... es que nosotros exigíamos mucho, en realidad lo que el grupo se merece. Queríamos estar dos meses en México, los que trabajaban no podían y te chocas con la realidad y la pregunta de ¿tú quieres ser músico o tener una nómina a fin de mes?. El que pensase que puede mantener un grupo solo tocando los fines de semana, pues eso es un lujo y si lo consigues, un éxito. Pero cuando te enfrentas a las cosas seriamente cada uno se pone en su sitio y se ve lo que cada cual quiere ser. Fue un disco en el que nos encontramos Loren y yo solos y dijimos que tenía que ser el mejor. Nos repartimos el trabajo, él nunca había hecho letras, yo casi tampoco y nos hemos sorprendido mutuamente. No creía que Loren era tan listo (risas), hay temas como Infinito, suyo, que es el que más me gusta del disco. Lo quiero y lo admiro. Es como un hermano, es súper fiel, súper llano y es bestial. Se hace querer y es un nervio. Hemos vivido muchas cosas y lleva ese sello. Luego ha tocado el bajo Pepe Bao, de O'funk'illo y que también fue bajista de Medina. También ha colaborado un saxofonista con Grammy, Adrian Terrazas González, de Mars Volta, una de las bandas más impresionantes de las últimas que han salido. Hemos grabado un vídeo en Los Ángeles, que saldrá cuando me ponga bueno y volvamos a activar la gira, de la canción En tus ojos.

P. Neurasia, aunque sea una palabra inventadatiene nombre de enfermedad

R. ¡Ja!, es que es una enfermedad. Se me vino a la cabeza leyendo 1984 de George Orwell, que habla de Eurasia, el continente geográfico de Europa y Asia. Reflexionando un poco de cómo está el mundo, del caos europeo, de cómo China es una de las grandes potencias y era algo neurótico. Se me ocurrió por ese momento que vivimos en esta parte del mundo. España, en lo que se está convirtiendo...

¿Tú quieres ser músico o tener una nómina a fin de mes? (...) cuando te enfrentas a las cosas seriamente cada uno se pone en su sitio y se ve lo que cada cual quiere ser

P. Hablando de España ¿qué te parecen las nuevas corrientes políticas emergente, herederas del 15M?

R. Esperanzadoras. Lo veo como la mayoría, los políticos llevándose cosas, ellos que deben dar ejemplo. Me hierve la sangre. Y a los demás exigiéndonos, imagínate yo que soy autónomo, que al final de pagar impuestos te quedas sin nada. Invitan a plantearse a la gente hacer las cosas en B, porque hay quien no se puede permitir hacerlo legalmente. Con respecto a Pablo Iglesias, que hay quien lo compara con Felipe González cuando empezó,  creo que está dando ejemplo de muchas cosas. Aunque hay otras que no me gustan, que las veo muy utópicas como lo de la renta básica, que habrá que ver si se puede o no, habrá que leer la letra pequeña. Es un tío más joven que yo que está superpreparado. Ha estudiado ciencias políticas, tiene matrículas de honor... Yo no veo a un político mejor preparado y lo veo lo más fiable por su juventud, por venir de la universidad, por su historia familiar y porque le está haciendo apretar el cinturón a muchos. Ya se ha demostrado lo que hay y no confío en ello.

P. ¿Y Córdoba, qué me dices de Córdoba?

R. Hemos sabido buscarnos aquí la vida y cómo gestionar nuestra banda. Y siempre se han portado bien. El Gran Teatro, por ejemplo siempre nos ha tratado muy bien. Aunque la gente no es muy consciente de lo que hacemos y de la proyección que le damos al rock hecho aquí. Pero yo estoy enamorado de Córdoba, la necesito. Perderte por la Judería, por la Mezquita me encanta. Luego he estado en pueblos perdidos de México y he flipado mucho, pero claro, la seguridad de aquí se valora mucho allí. Me gusta también mucho Cantabria y Asturias pero ese clima, vale que aquí hace mucho calor, pero somos unos privilegiados. El problema que le veo a Córdoba es que es clásica. Estamos acomodados y la gente no es muy consciente de lo que tiene la ciudad. El sevillano, por ejemplo, defiende lo suyo como nadie. Aquí, “sí hay un grupo que se llama Medina Azahara, son vecinos de toda la vida”, y luego nunca van a verlos. O se hace un festival benéfico y se llena la mitad o lo de la Orquesta, que sí que fue gente a las Tendillas pero más gente fue cuando ascendió el Córdoba y eso no puede ser porque la Orquesta va a descender.

Con respecto a Pablo Iglesias creo que está dando ejemplo de muchas cosas (...) Yo no veo a un político mejor preparado

P. ¿Qué planes tienes para cuando acabe esta travesía por el desierto?

R. La semana que viene me hacen un TAC y me dirán cuando me operan otra vez, así que sabré plazos. Pero yo a mi manager ya le he dicho que vaya cerrando cosas y espero subir a un escenario en marzo 2015. Si me operan en diciembre, un mes de recuperación, la quimio y a empezar. Mi grupo lo primero. Y si en medio me puedo ir de vacaciones, una vez que haya terminado mis sesiones de quimio y aunque sea una semana, bienvenidas porque me las merezco.

P. ¿Y el pelo lo dejarás crecer otra vez?

R. Sí, sí, sí, pero antes voy a aprovechar esta etapa y me lo voy a rapar entero. A saco.

El problema que le veo a Córdoba es que es clásica. Estamos acomodados y la gente no es muy consciente de lo que tiene la ciudad

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