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Adiós a Litri, el hombre que siempre estuvo ahí

Francisco Calzado Ferrer, "El Litri". FOTO: ÁLVARO CARMONA

Paco Merino

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El Córdoba pierde a una de sus figuras más emblemáticas, un empleado singular que permaneció fiel al club durante más de medio siglo

A Francisco Calzado Ferrer (Córdoba, 1931-2014) le borró el fútbol el nombre. Gente que compartió con él muchos años en los lugares sagrados -el vestuario, el banquillo, el césped...- ni siquiera sabe en qué día del calendario celebra su onomástica una de las personalidades más singulares que ha parido el cordobesismo. Él era Litri. Lo es ya por siempre. Ha fallecido a los 82 años. Por cierto, el día del Litri es cualquiera en el que haya partido. Este sábado, por ejemplo, ante el Deportivo, se celebrará que alguien como él haya existido. Habrá un minuto de silencio para que todos sepan que hubo alguien que quiso al Córdoba más que a sí mismo. No he hizo falta marcar ningún gol para convertirse en historia del Córdoba, una leyenda ambulante que deja un legado grabado para siempre en el corazón de quienes le conocieron.

Desde hace años, Litri era el encargado de mantener el Museo del Córdoba. Limpiaba y enmarcaba fotografías antiguas, recortes de periódico, material que le llegaba de aquí y de allá. Como un arqueólogo del cordobesismo, recopiló vestigios de una época que fue la suya, aunque realmente la etapa de Litri no es una ni otra. Son todas. Él siempre ha estado ahí. Para lo que gusten mandar, desde 1963. Fue masajista, utilero, conserje y consejero, pero no de los que se sientan en una mesa de caoba para contarle al de enfrente lo bueno que le ha salido el Mercedes, sino de los que ofrecen consejos sinceros. Experiencia le sobró siempre para dar y regalar. Y así lo hizo. “A pesar de todos los malos ratos que uno pueda pasar... Alegría, mucha alegría”, contestó en una entrevista cuando le preguntaron qué era para él el fútbol. Un fenómeno.

Estuvo con el Córdoba en Primera, en Segunda, en Segunda B y en Tercera. A veces arriba y casi siempre abajo. Cuando las cosas se ponían realmente feas -y creánme que lo han estado muchas veces a lo largo de la historia del club-, ahí estaba Litri para soltar un chiste y relativizarlo todo. Siempre tenía en la boca el chascarrillo oportuno, la anécdota que rompía la solemnidad boba que a veces invade el fútbol y lo aleja de sus verdaderos dueños. Gente como Francisco Calzado Ferrer, a quien casi nadie llamaba Paco. El Litri, el hombre que lloraba abrazado a una estatua de San Rafael en los vestuarios de El Alcoraz la última vez que su equipo salió del cenagal de la Segunda B, ya no volverá a abrir el libro de sus sentencias. El Córdoba ya no es lo que era.

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