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El tambor se marca con el pie izquierdo

Costaleros en Semana Santa.

Manuel J. Albert

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Los costaleros de La Agonía, trasladan el paso a la Mezquita-Catedral desde donde salen hoy Martes Santo

Un costalero no camina ni carga. Un costalero interpreta. Y el tambor siempre se marca con el pie izquierdo. El capataz se lo repite de vez en cuando a los pesados pies que asoman debajo del paso de la hermandad de la Agonía. Pero sobre el mismo no descansa el misterio que marchará el Martes Santo desde la Mezquita. No, porque cuando se escribe este reportaje, quedan todavía diez días para la Semana Santa. Lo que los costaleros trasportan desde su barrio de El Naranjo, en Córdoba, es el paso desnudo, libre de imágenes. Lo llevan a la Catedral, donde Jesús en la cruz y los soldados romanos serán arreglados y vestidos.

La noche es fría y la humedad cala hasta los huesos. Junto al puente de Miraflores, el paso está cubierto por unos plásticos para evitar que el agua afecte a las maderas. Los jóvenes deambulan con el costal en la cabeza, fijado en la frente y protegiendo la nuca. Una prenda que les da un aire oriental que podría resonar un poco a la Palestina del año 0. En las paradas salen de las entrañas de la estructura de metal y madera, fuman un cigarrillo, se ajustan las fajas que protegen sus lumbares y comentan las sensaciones bajo la trabajadera.

A una orden del capataz, la cuadrilla de turno vuelve a desaparecer. Marcados por la igualada -una operación que distribuye a los costaleros en función de su altura- todos se organizan. Fijadores, costeros, corrientes y pateros encajan en su sitio. Escuchan las directrices del capataz y al golpe del llamador, todos hacen la levantá. A pesar de la música que chirría en un viejo radiocasete arrastrado por un carrito de ruedas, dejan oírse los resoplidos de algunos de la treintena de costaleros al hacer el esfuerzo.

La Agonía es una hermandad joven. Nació en 1979 y en 1996 hizo su primera carrera oficial. Nació gracias a la labor de Agustín Molina, el conocido padre Ladrillo, cura que ayudó a mejorar las condiciones sociales de los vecinos de El Naranjo desde los años cincuenta. Los primeros años el paso, muy humilde, recorría las calles del barrio el Lunes Santo. Cuando entró en la carrera oficial, su recorrido era de los más largos de Córdoba. Durante todo el día los costaleros ayudaban a escenificar el misterio por media Córdoba. Pero el lucimiento no era el mismo. El año pasado, la hermandad consiguió permiso para salir de la propia Catedral, acortando a la mitad el recorrido y mejorando su impacto visual.

Han pasado los años y tras numerosas vicisitudes la hermandad de La Agonía ha conseguido hacerse un nombre distinguido dentro de las cofradías cordobesas. Una hermandad cuyos costaleros interpretan. Marcando el tambor con el pie izquierdo.

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