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Rakel Winchester: “Con la música no he ganado dinero. Yo he vivido de las barras”

FOTO: MADERO CUBERO

Redacción Cordópolis

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A pesar de la rotunda declaración que encabeza esta entrevista, lo que sigue es una larga reflexión sobre la vergüenza, la timidez, los pequeños fracasos y los pequeños logros. Rakel Winchester, de 40 años, habla de todo ello con la misma naturalidad e inocencia con la que salpica su desternillante y salvaje sentido del humor. Una personalidad que ha reflejado en sus dos discos, decenas de relatos y miles de horas sobre los escenarios o tras las barras de los bares.

CORDÓPOLIS queda con ella en La Tortuga, donde trabaja su amiga María. Ella será quien les abra el reservado en el que la artista responderá a una hora de preguntas. Pero mientras llega, Rakel se somete a una larga sesión de fotografías sin protestar. “Soy un poco tímida”, dice. Esa confesión puede sorprender al verla. Pelo rojo, labios de carmín a juego, ropa negra ajustada. Y una flor de tela engarzada. En la terraza, nos enseña su último trabajo. No es un disco, sino un libro de relatos que ha publicado gracias a la generosidad desinteresada del crowdfounding. Se titula Desde mi mucha... o poca vergüenza. La vergüenza otra vez. La introversión y la fragilidad sobrevolarán toda la conversación que nos espera. Pero también la esperanza y la alegría catártica de haber superado un profundo bache de rupturas y pérdidas personales.

Y ante tanta franqueza, alguno de los miembros de CORDÓPOLIS se anima a explicar ciertos dones de lo más sorprendentes. “Yo, por donde paso, cierro mis empresas. Trabajé en la Gerencia Municipal de Urbanismo y, al poco, IU perdió las elecciones en Córdoba. Luego me puse a trabajar con Público y chapó la edición de papel”, reconoce Alfonso Alba. “Por donde piso no crece la hierba otra vez”, bromea.

Rakel se ríe. Volverá a reírse muchas veces más. Pero entre medias, suelta frases lapidarias. “Yo odio mi canción El marido de la carnicera. Y cuando me dicen que le debo mucho a esa canción, me cabreo”.

Los redactores de CORDÓPOLIS se miran nerviosos entre ellos. No es para menos. Las primeras preguntas que tienen preparadas pueden mandarlo todo al garete.

O no... En cualquier caso, dentro de La Tortuga, Rakel no puede evitarlo y, antes de sentarse, barre un poco la estancia con escoba y recogedor. Muchos años trabajando en los bares.

PREGUNTA. Está cansada de que la gente le pare por la calle con El marido de la carnicera.

RESPUESTA. Hasta el coño. Directamente. (Risas)

P. Pero, ¿no tiene que agradecerle mucho a esa canción?

R. ¿Qué…? (Risas) Escuchadme: ni había carnicera, ni yo me enrollaba con nadie. Fue un novio que tuve, cuya exnovia había vendido embutido. Y yo me inventé esa historia de la canción. Pero si llego a saber lo que iba a dar de sí, no la hago ni de coña. Y aparte, es que ese disco lo saqué en 2004, pero yo llevaba desde 1998 cantándola. ¡Échale! Llevo toda mi vida con esa canción.

P. ¿Y por qué ese bombazo?

R. La movida fue que a mí me llamaron para hacer un concierto en una casa rural, donde se estaba grabando una especie de Gran Hermano de no sé qué país. Y ellos querían algo de flamenco. Pero yo lo que tenía era un grupo punki. Me dijeron que nos pagaban 80.000 pesetas y nos invitaban a la casa rural durante todo el fin de semana a todos los del grupo. Pero tenía que tocar un concierto flamenco. Así que, literalmente, me lo inventé sobre la marcha. Me acababa de echar un novio gitano y le dije, venga, yo voy a cantar lo mismo, mi canción, pero vosotros tocáis flamenco. Y con ese dinero, grabamos otra maqueta con canciones que no tenían nada que ver con El marido de la carnicera. Lo que pasa es que la discográfica la quiso sacar de single. Y ese fue el tormento. Luego, la discográfica quebró… Porque seguro que tú fuiste a visitarlos (señalando a Alfonso Alba).

Con la música no he ganado dinero. Yo he vivido de las barras… Americanas

P. En este momento, cuando transcribamos la entrevista, pondremos ‘Risas’, entre paréntesis. (Risas).

R. (Risas). Pues sí, la discográfica quebró a los tres meses y solo salió ese single. Y se ha convertido en el gran single que ha sonado toda la vida y que ha hecho creer a la gente que yo no he hecho música y que solo me disfracé para hacer esa canción. Por eso la odio. No tengo nada que agradecerle a esa canción (Risas).

P. ¿Ni siquiera dinero?

R. Ni siquiera dinero. Vamos, con la música no he ganado dinero. Yo he vivido de las barras… Americanas (Risas). Y aunque lo ganáramos, en el grupo íbamos siempre a partes iguales.

P. Cuando empezó usted en la música, ¿creyó que iba, al menos, a ganarse la vida?

R. Yo no he pensado que iba a ganar dinero en la vida con nada de lo que he hecho (Risas). El dinero es una cosa que tengo ahí… Una especie de karma donde pone Gratis, aquí escrito (se señala la frente). Vamos, de hecho, creo que soy la única persona a la que le han ofrecido salir en la portada de Interviú, gratis.

P. ¿De verdad?

R. Fue en una entrevista que me hicieron en esa revista cuando saqué el primer disco. “Y ya de paso, sales en la portada en tetas”, me dijeron. ¡Toma ya!

P. Y usted, ¿qué dijo?

R. Dije que lo de salir en tetas me parecía una horterada. ¿Maquillada y en tetas? No. En tetas en la playa, sólo. Pero, vamos, que esta gente me ofrecía salir en plan… Yo qué sé…

P. En plan, “te vamos a promocionar”.

R. Sí, te vamos a promocionar las tetas.

P. Y mientras, ellos ganan dinero a su costa.

R. Pues sí. Es que de verdad...

Creo que soy la única persona a la que le han ofrecido salir en la portada de Interviú, gratis

P. Y esa forma de hacer las cosas, ¿es la tónica en el mundo del espectáculo o es que ha tenido usted mala suerte?

R. Corre un rumor por el que parece que la gente que hace música es rica. Y la gente que hace música está tiesa. Yo me junto con músicos y están todos tiesos. Entre los superconsagrados, a lo mejor el cabeza de cartel gana dinero. Pero los músicos, en general, tienen un caché bajo. Yo conozco quien lleva 25 años tocando en bandas muy conocidas y que, ahora mismo, cuando el cantante ha decidido tomarse un descanso, está que no sabe qué hacer. Y luego vas al paro y resulta que has cotizado un año, cuando en realidad llevas 25 años tocando.

P. Y se quedan con una mano delante y otra detrás.

R. Hay muchísima gente que está así ahora mismo. Desesperada. Te dan ganas de salir corriendo.

P. Recuerda mucho a lo que era el mundo del flamenco antiguo, cuando los genios no tenían un duro.

R. Hay de todo, tampoco generalicemos, pero los que menos dinero ganan con la música -tal vez porque no se valoran lo suficiente o porque son más humildes o porque forma parte del encanto- suelen ser gente muy, muy buena.

P. Además está ese rollo punki del que usted hablaba antes, un poco anarquista.

R. Yo soy muy buena. Yo no digo tacos.

P. ¿Cómo que no? ¡Si nos ha dicho que estaba hasta el coño de la canción!

R. Pero coño no es un taco. Es algo que tengo (risas). Pero eso no es un taco.

P. Cuando antes decía que hay músicos que no se valoran, imagino que también lo hacía en primera persona…

R. A ver, yo es que estoy bajo tierra. En el rollo de la música estoy en una escala bajísima. Pero es verdad que hay muchísima gente buena que ni se valora ni creen en ellos mismos.

P. Pues usted tiene una entrada en la Wikipedia. ¿Lo sabía?

R. Me lo dijeron, sí. Pero yo creo que la Wikipedia la escribe cualquiera, ¿no?

P. Sí, es abierta. Pero vamos, cualquiera no aparece. Hay que tener un caché. CORDÓPOLIS no está en la Wikipedia. Y Alfonso [Alba], que ya ha cerrado varios medios, tampoco tiene una entrada allí. Y podría tenerla... (Risas).

R. No la tiene porque como entréis en la Wikipedia, se acabó la Wikipedia (Risas).

P. Capaces somos de cerrarla… Pero lo cierto es que ya nadie tiene enciclopedias en casa. Cuando quieres saber quién es alguien, te metes en Internet. Y muchas veces en Wikipedia.

Yo soy muy buena. Yo no digo tacos

R. Sí, pero vamos. Yo he visto lo mío y es todo copiado y pegado. Muchas cosas son mentira y faltan un montón de cosas más que yo he hecho y que no las ponen.

P. Tampoco se nos ocurren muchos artistas actuales cordobeses que tengan una entrada en esa enciclopedia.

R. Pues la mía está desde hace mucho tiempo. Me lo dijo una mexicana. Yo no sabía ni lo que era eso… Pero vamos, sabiendo que lo puede escribir cualquiera, no le veo yo mucho… ¿no? Lo podía haber escrito yo perfectamente. Pero que yo no lo he hecho.

P. Un músico, qué necesita más ¿un buen mánager o un buen abogado?

R. A los dos.

P. ¿Y a usted qué le ha faltado?

R. A mí, todo. A ver, a mí me encantaría poder ganar dinero con la música pero hace mucho tiempo asumí que no lo voy a ganar. Me gusta tocar y de hecho toco. Con mi segundo disco no he cobrado por tocar porque es que tienes que trabajar mucho para faltar luego un día al curro y dedicarlo a un concierto. Además, a mí me gusta que los músicos vayan con su viaje pagado, su hotel pagado y con su caché pagado, por muy amigos del alma que sean míos. Demasiado favor me han hecho grabando y tocando conmigo gratis. Y eso ya no pasa. Lo que te ofrecen es ir a Salamanca, por ejemplo, a una fiesta donde te dicen que te van a dar gloria; donde vas a dormir en casa de la prima de no sé quién y allí mismo te van a dar de comer… Pero nada de un sueldo. Es que vamos. Es que eso sí que es el flamenco a la antigua: por un plato de potaje, te canto. Pues no, porque yo como en mi casa y no necesito una fiesta. Y si quiero hacer una fiesta, la hago con mis colegas. Pero ahora es que no te pagan, no te quieren pagar. Y si hablas de dinero, quedas mal. ¡Pero es que la gente tiene que comer!

A mí me encantaría poder ganar dinero con la música pero hace mucho tiempo asumí que no lo voy a ganar

P. ¿Esa precariedad ha sido siempre así?

R. No. Hubo un momento en que las discográficas ponían mucho dinero para la promoción. En mis únicos tres meses de discográfica lo hicieron. ¿Qué pasa? Que yo no necesito dormir en un hotel de cuatro estrellas ni comer un solomillo. Es que yo prefiero dormir en una pensión, comerme un bocadillo de queso y tener más dinero para seguir haciendo promoción en más sitios. Y no llegar a una ciudad y ver que el que te la lleva, llama a sus 20 colegas y se ponen a gastar un dinero que es tuyo. Han abusado muchísimo del dinero y los artistas son los que menos se han llevado.

P. Han abusado de ustedes.

R. Por supuesto. A fin de cuentas, yo he grabado dos discos, unos casi sin dinero y el otro lo he pagado yo. Y sé lo que cuesta. Y no es esa pasta que dicen por ahí ni tampoco hay que irse a Londres. Yo grabé en una especie de cochera vieja para caballos y entre los mismos músicos y yo, hicimos un estudio de grabación. Y mi segundo disco suena que te cagas.

P. Casi nadie sabe que usted también escribe.

R. Pero si yo lo que peor hago es cantar. Siempre lo he dicho. ¡Cantar! Por favor… ¿Vosotros creéis que si yo cantara bien iba a llevar tanto pego en lo alto? (Se toca el pelo, la ropa). Cuando el de delante ha dejado de mirar la bota, mis rotos y tal, ya se ha acabado la canción. Y no se ha enterado de si canto bien o no.

No necesito dormir en un hotel de cuatro estrellas ni comer un solomillo. Es que yo prefiero dormir en una pensión y comerme un bocadillo de queso

P. ¿Se disfraza para que la gente no lo sepa?

R. No, me disfrazo porque no puedo evitarlo. Yo voy así. Pero que yo cantar… De hecho, mi profesión frustrada es pintar. Eso es en realidad lo que a mí me gusta.

P. Su libro lo ha publicado con crowdfounding.

R. Yo he estado muy metida en el tema de los fanzines. Colaboraba en Cretino. Hacía textos y Molina, uno del Cretino que es genial, los ilustraba. Porque es que a mí, lo de dibujar, entre comiqueros hombres me daba vergüenza porque eran todo muy machos, la verdad. Así que una vez le conté que tenía muchas cosas escritas, él se puso a hablar con un montón de dibujantes de ahora, muy potentes y los eligió para que cada uno ilustrase un capítulo. Los que eran así más marranos pues ya sabía él a qué dibujante le venía mejor… Y todos dijeron que sí. Tenía muy buen rollo con Encarna Revuelta, la mujer de Azagra (Carlos, autor de tebeos como Pedro Pico y Pico Vena), y ella dijo que lo coloreaba todo. Por otro lado, barajamos lo de las editoriales. Pero os voy a decir la verdad: lo mandé a unas cuantas y no me dijeron ni hola ni adiós, en la mayoría. Y en otra, importante que cagas, me contestó un señor entrado en edad que me mandó un día un mensaje rollo: “Vamos a hablar del libro. ¿Qué prefieres, una cena romántica con velas o no sé qué…?”. Mira no, 60 años no. Yo, para velas, 45, 50… con 60, como que no. Entonces, Molina me dijo lo del crowdfunding y contactamos con Verkami. Porque yo quería tener el libro para tocarlo, para regalarlo, porque te ríes. Y nada, Molina lo gestionó él todo, lo anunciamos por Facebook y a los tres días conseguimos la pasta. He mirado la lista de la gente que lo ha comprado y es de Valencia, Madrid, Barcelona… De un montón de sitios. Y es gente que no conozco de nada. Veréis, ¡que eran 15 euros! Y de 15 en 15 hasta llegar a los 2.400 euros que ha costado… Mucho es.

¿Vosotros creéis que si yo cantara bien iba a llevar tanto pego en lo alto?

P. Sin duda, para recaudar dinero para el proyecto, es usted única. ¿Y para promocionarlo?

R. Repartimos los libros entre los que lo compraron de entrada. Hemos vendido algunos. Pero bueno, Molina y yo podemos tener unos 200, todavía.

P. ¿No se ha interesado ninguna editorial, aunque sea pequeña?

R. Es que las editoriales no son Rappel. Si no se lo explicas…

P. Pero ya lo tienen delante.

R. Sí, pero no lo saben. Lo estáis viendo vosotros. ¿Sois una editorial?

P. Bueno, en el futuro, ¿quién sabe?

R. (Risas) No sé, a mí me encantaría, pero para eso tengo que venderlo, explicarlo, contarlo… Y tampoco yo soy muy…

P. Si no se gana dinero con la música. Con la literatura, parece que tampoco.

R. Yo con esto qué voy a ganar (Ríe mientras señala el libro)

P. ¿Con qué gana dinero?

R. Pues ya os digo, lo he ganado en la barras de los bares toda la vida. Ahora mismo, que estoy así como estoy, me sale algún trabajillo de… yo qué sé, cosas de publicidad.

P. (Habla Manuel Albert) Es verdad, yo hice un curso de Photoshop con usted. Hace mucho ya…

R. Exactamente. Es que yo hice Artes y Oficios por Publicidad, los cinco años. Y luego hice el curso ese. Pero vamos, ahí me quedé. Aunque de vez en cuando, me sale algún trabajito. Y si le tengo que planchar ropa a alguien, pues le plancho, también. Lo que sea. Yo hago lo que me digan, me da igual.

P. Antes de la entrevista nos comentaba que una canción suya llegó a salir en una película.

R. XXL.

P. Ni idea…

R. De un tío que tenía un dese que… En fin, que fue a por una habilidad y volvió con un pollón (Risas) A mí me llaman para todas esas cosas.

P. Encasillada.

R. Totalmente.

P. ¿Qué canción era?

R. Yo tengo un novio que es gitano.

P. Y qué tal la película, ¿le gustó?

R. Pfffff….

P. Puede decirlo, a nosotros tampoco nos lee mucha gente.

R. No era una película… No había beso de amor ni nada que me interesara a mí. En fin, yo qué sé… (Carcajada). Es que el argumento de la película, de verdad…

P. Y en los conciertos que da usted ahora, ¿sus temas son nuevos?

R. Bueno, sí, pero es que mi segundo disco, ¿quién lo ha escuchado? Mi madre, mi abuela y poco más.

P. ¿Y qué tal las críticas de su madre y su abuela?

R. Oye, pues mi abuela -que tiene noventa y pico años- siempre dice que hago algo distinto.

P. Eso está bien.

R. Tiene ella ojo... Mi madre, pues en fin... (Risas) No, bien. Mi familia bien. Estoy haciendo cosas nuevas. Y estoy componiendo. Lo que pasa es que me salen cosas muy serias. Y a mí no me hace gracia porque son serias, claro. Escribir letras serias, como que no… Me da risa (Risas). También es que he tenido un par de años un poco duros y un poco heavies de trastornos de muchos tipos y cambios de muchos tipos. Muertes… En fin, de todo. Y todo lo que he escrito pues ha sido así, un poco más serio. Pero bueno…

P. (Habla Rafa Madero, redactor gráfico de CORDÓPOLIS) Antes, mientras le estaba haciendo las fotos, me decía que quería darle un cambio a todo. También a su música…

R. Sí. Mira, es que mi primer grupo era superpunki. Bueno, al margen de El txotxo de la Bernarda o Mi vida en rojo, que eran rockeros. Pero el flamenco- me tiene encasillada en la rumbita. Y cada vez que oigo la palabra rumbita me toca… las narices. A mí me gusta hacer otras muchas cosas. De hecho, yo he escuchado mucho flamenco pero, ahora mismo, tengo como un corte terrible con él. Y he vuelto otra vez a Rosendo y a Los Ramones. Estoy volviendo atrás, a lo que escuchaba al principio y me apetece hacer otras cosas. Ahora mismo estoy haciendo una cosita acústica con uno de mis guitarristas -que es el segundo guitarrista de Vicente Amigo- y, bueno, sí que me apetece hacer cosas, sí... Pero para eso tengo que decirlo, proponerlo…

P. Y no lo dice usted mucho. Es usted tímida, como nos decía antes con las fotos.

R. No te creas, he hecho una cosa con Inma Serrano. ¿Sabéis quién es?

P. (Silencio)

R. Una cantautora que salió a la vez que Rosana. Que cantaba ‘Cantos de sirena’. Pues me llamó un día para hacer una canción. Yo, claro, pavísima. Porque con la voz que yo tengo... A ver, si me ponen una banda detrás súpertal puedo parecer algo. Pero si me ponen una historia suave, parezco Antonio y Carmen cantando Sopa de amor. El caso es que ella tiene mis letras nuevas y me ha propuesto, de aquí a ni se sabe, que hagamos algo. Y en fin, yo estoy abierta a hacer lo que me digan.

Escribir letras serias, como que no… Me da risa

P. El otro día, hablando con Fernando Vacas, nos dijo que se iba a México con Prin’ La Lá.

R. Con Fernando Vacas también me apetece hacer algo, por ejemplo. Él era mi bajista al principio.

P. Él ha conseguido vivir de la música. O sobrevivir.

R. Sobrevive más bien, exactamente.

P. Y también de un bar.

R. Con un bar hoy en día, cuando te pones a pagar, no te salen las cuentas.

P. Pues mire que los bares están llenos con la crisis y todo.

R. Pero os lo digo yo, que he tenido un bar y os puedo asegurar que por muy lleno que esté, te pones a pagar y no te lo crees. Es imposible pagar tantas cosas.

P. ¿Y pagar la comida de 10 animales en su casa?

R. Llevo en paro unos meses y tengo 10 animales. Pero también tengo la suerte de que la gente que me rodea es amante de los animales. Así que a mí no me regalan flores, me regalan sacos de pienso. El último, de 20 kilos, de verdad. Tengo dos perros, dos gatas, cuatro chinchillas, una tortuga y un galápago. Y puede parecer mentira, pero todos comen.

P. ¿Qué son las chinchillas?

R. Como el ratón gordo que salen en la peli de La Cenicienta. Tienen así como una cola de ardilla. Son como ratones pero inteligentes, entienden su nombre, vienen a ti cuando los llamas.

P. ¿Inspiran para escribir?

R. Para cantar solo me inspiran los novios. Nada más. No hay ni una sola canción que no hable de parejas. Todas lo hacen.

P. ¿Con besos de amor al final, como las películas que le gustan?

R. No, no. De trastorno, divorcio, tortura… Pero bueno, ya llegarán. Espero.

P. ¿Esas son las canciones tan serias que está escribiendo?

R. Sí, más de lo mismo.

A mí no me regalan flores, me regalan sacos de pienso para mis 10 animales. El último, de 20 kilos

P. Decía usted antes que está escuchando otra vez la misma música que cuando era más joven.

R. Llevaba mucho tiempo metida en el flamenco, que me encanta. Todo mi entorno está metido en eso y he tenido la oportunidad de conocer muchas cosas. Pero tenía muy abandonado lo demás. Ahora estoy todo el día escuchando música y volviendo cada vez más atrás y más atrás. Volviendo al rock antiguo.

P. ¿Pero no hay nada entre lo nuevo que le inspire?

R. No hay pero están de camino… Aunque en realidad sí que hay cosas nuevas muy chulas. La suerte de Internet es que puedes conocer cosas nuevas que no se difunden y son cosas muy buenas. Mogollón de grupos instrumentales. Y grupos como O'funk'illo, Raimundo (Amador). El hijo de Rosendo (Rodrigo Mercado) va a sacar un disco y de ese hay que estar al loro porque tiene muy buena pinta. Y otro de los discazos que va a salir este año es el de un grupo de Madrid que se llama Scopitones. Y todos esos músicos de todas esas bandas de esa época tienen bandas nuevas que también van a sacar cosas.

P. ¿Se imagina a Rosendo dentro de 15 o 20 años encima de un escenario, tocando y cantando? ¿Hay una edad límite?

R. Claro que me lo imagino porque él sigue innovando sigue haciendo cosas en su estilo, que es la madre del cordero. Yo he escuchado por ahí eso que dicen de que quien no ha escuchado a Leño es que no quiere a su madre.

P. ¿Se imagina usted con 60 o 70 años en directo cantando?

R. A mí me basta verme con 40, que no me he quitado la flor todavía del pelo. Ya mismo voy a ser la majareta. Porque siendo joven, puedes tener tu florecita, tu pelo rojo, tus 10 animales. Pero cuando cumples 70 años, pasas a ser una loca. Me falta el carrito de la compra, vamos.

Yo he escuchado por ahí eso que dicen de que quien no ha escuchado a Leño es que no quiere a su madre

P. La loca de los gatos.

R. A veces me miro al espejo y me digo: “Tengo ya el paso ese a ser majareta…”.

P. Tal vez es que esa imagen se tiene más aquí en Córdoba que fuera. Porque uno viaja y ve a mujeres mayores con el pelo rojo y a nadie le escandaliza.

R. Con mi pelo me ha pasado una cosa curiosa. He empezado a hacer un voluntariado con niños enfermos en el hospital. El otro día me dice uno: “Tú para ser cantante, se te ve muy estropeada de pelo”. “¿Por qué?”, le pregunté. Y me dice: “Sí porque yo te he visto y he dicho, esta tendrá a alguien malito aquí y por eso no se lo ha pintado de negro”. ¿Pintado de negro? “Pero, ¡si este rojo es pintado!”, le dije. Y es que él pensaba que eran mis canas. El niño pensaba que a mí me habían ido creciendo las canas rojas hasta que me había convertido en una vieja de pelo rojo.

A veces me miro al espejo y me digo: "Tengo ya el paso ese a ser majareta…"

P. Cuéntenos lo del voluntariado en el hospital.

R. Paso un día a la semana. Y estoy allí con niños que están malitos. Todo esto me ha venido a partir de aquel concierto que hicimos, Sonrisas de Lunares. Fue por una amiga que estaba malita y lo hicimos para conseguir dinero para una operación. Me fui introduciendo en todo ese mundo porque todos eran voluntarios de la Asociación Española Contra el Cáncer y al final, pues mira: ese ha sido uno de los cambios de mi vida. A partir de ese concierto me ha cambiado mucho la manera de pensar y de todo. Y he acabado con mi bata y con los niños.

P. ¿Qué le aporta?

R. Pues mira, salgo de mi casa diciendo, uffff. Porque no dejas de estar con niños que están malitos. Pero llego allí con mi bata, toda llena de tatuajes, con los pelos así, con las botas… Que no pego ni con cola, vamos. Y yo llego y les hablo de pintauñas, de novios, de tonterías. Y me lo paso… Salgo de allí con una sonrisa. No puedes ir pensando que están malos. Tienes que estar por encima de eso. Así que tienes que intentar que se olviden del hospital un rato. Nos ponemos a pintar...

P. Porque con la pintura es con lo que se siente más identificada.

R. En realidad, con todo lo que sea creativo pero, sí, yo iba para pintar. Lo que pasa es que no tengo medios porque, como siempre he sido una tiesa, pues no puedo decir: voy a preparar una exposición. Me encantaría hacer una que fuese de artistas de Córdoba. Pero pintándolos como yo pinto, que tampoco soy una retratista de pastel para nada. En Sevilla decoré las paredes de un centro comercial, lo que pasa es que como después no firmo nada porque me da vergüenza, nadie sabe que lo he hecho yo. Pero lo he hecho yo. Y en la sala de lactancia de Los Arcos, también en Sevilla, todos los animales los he pintado yo.

De voluntaria, llego al hospital con mi bata, llena de tatuajes, con los pelos así, con las botas… Que no pego ni con cola, vamos. Y yo llego y les hablo a los niños de pintauñas, de novios, de tonterías. Y me lo paso… Salgo de allí con una sonrisa

P. ¿Pero por qué no los firma?

R. Porque me da corte, no sé.

P. ¿Pero por qué?

R. Mira, por ejemplo, saqué el libro con Verkami. Y me dicen que saque un disco también igual, por el mismo sistema. Pues no, porque creo que van a pensar que tengo mucha cara. Saco El marido de la carnicera que fue un coñazo pero también un pelotazo. Vale, pues podía haber hecho como muchos, que sacan un tema que pega y luego 40 iguales. Pero yo no. Es como que quiero hacer siempre algo nuevo. Tengo una paranoia con eso…

P. Excepto Queco, que se promociona perfectamente y lo conoce todo el mundo, creo que hay mucha gente muy interesante que ha surgido en Córdoba pero que no se ha dado a conocer. No sé si por timidez, como usted o…

R. O por falta de apoyo, también. Queco consiguió un pelotazo con el Aserejé pero es que llevaba muchísimos años currando. Pero ¿quién ha salido de Córdoba con un pelotazo así de potente? Nadie.

P. Vicente Amigo.

R. Otro que va a sacar un discazo.

P. Pero incluso para hablar con él, para que se promocione él mismo, cuesta… También es una persona muy tímida.

R. Sí, es introvertido.

P. ¿Hay algo en Córdoba que hace a los artistas un poco más retraídos?

R. La gente en Córdoba… No sé… No voy a decir que no se valore mucho el arte en Córdoba, porque entre los artistas sí se valora. Pero es verdad que quienes mueven los hilos, que al final son los que meten la pata en todo… ¿Qué os voy a decir? Y luego está la SGAE que parece que se les ha olvidado que eran músicos y que han pasado hambre. El dinero es una mierda. Y ese es el gran problema: en cuanto ves cantidad, ya se te va la olla.

P. ¿Y en Córdoba?

R. Pues que no se apoya mucho a la gente y se vuelve más introvertida para evitar la crítica. Córdoba apoya muy poquito. Hay un montón de festivales y de historias que podrían tirar de gente de aquí y no tiran. Prefieren tirarse el rollo con gente de por ahí. Siempre me dicen que no diga estas cosas porque me perjudica pero a mí me la chufla. ¿No podían habernos metido a nosotros en algo? No sé, en un escenario chiquito de una Noche Blanca del Flamenco, en un Eutopía de esos… No sé, algo. Jamás. Una vez toqué en la Corredera y fue porque me encontré la noche de antes a un colega que era amigo del que organizaba todo y así de fácil fue. Solo te sirve estar en el momento adecuado para que alguien lo sople. Lo mismo pasaba con la Muestra, eran los mismos cuatro grupos para ganar siempre los mismos.

P. ¿Nunca ha pensado en marcharse? Irse a Madrid o a Barcelona…

R. Me da mucho coraje porque yo tengo mi vida, mi pasado y mis traumas aquí. Necesito echar raíces, tener mi casa, aunque sea de alquiler. Sé que si me voy a Madrid podría estar tocando en bares pero me pesa más mi rollo emocional. Lo he pensado muchas veces. ¡Y mi padre vive en Madrid! Pero incluso en los momentos en que he trabajado más en la música, seguía viviendo en Córdoba. Es que a mí me gusta Córdoba. Mis amigos están aquí, coño. ¿Por qué me voy a ir?

Córdoba apoya muy poquito. Hay un montón de festivales y de historias que podrían tirar de gente de aquí y no tiran. Prefieren tirarse el rollo con gente de por ahí

P. Es como que nos empujan a eso, ¿no?

R. Claro, pero para mí es más importante sentirme bien a nivel afectivo que en todo lo demás. Porque si no, no funciono en todo lo demás. Quiero estar aquí con mi gente, en esta ciudad que es superbonita y ves el cielo; con mis animales. Además, con mis 10 animales, ¿a dónde me voy a ir?

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