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Persépolis

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Alfonso Alba

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Hace siete navidades. En una casa de la calle Juramento reían, bebían y creaban en inglés, francés, persa y andaluz María de Medeiros, Marjane Satrapi y Fernando Vacas. Era una de esas mezclas tan de Vacas que tan bien resumió Marta en la columna que tenía en Diario Córdoba. La llamó Cordópolis. Y tras publicarla me dijo: “No me digas que no es un buen nombre para un periódico digital”. No hubo dudas.

“Que estas dos musas paseen por la ciudad, coman salmorejo en Bodegas Campos, beban champán en el Automático y se inspiren en una casa de la Corredera trabajando con artistas de aquí, ayuda a ponernos la autoestima cultural donde debe”, escribía Marta Jiménez, la única que desde el principio creyó en las verdaderas dimensiones que podría alcanzar lo que en esas navidades era solo un anhelo. “Todo ello me hace sentir que el año ha empezado algo más bonito”, finalizaba.

Hace siete navidades la prensa sufría en sus carnes un cambio de paradigma que arrancó tres años antes. Internet ya estaba en nuestras vidas con fuerza, pero hasta que en 2008 no estalló la crisis económica no se demostró que la prensa de papel tenía un problema: el papel. Y que la crisis del papel iba a traer otro problema peor: los lectores dejarían de pagar por información y los periodistas se quedarían totalmente desamparados. No es una broma: el sector que más despidos ha sufrido en la última década ha sido el de la comunicación. Más que el ladrillo.

Aquellas navidades de 2011 se vivían con la esperanza de que la crisis se estuviera quedando atrás, pero aún tenían que llegar los años más crudos, 2012 y 2013, en los que el paro se disparó. ¿Quién iba a pagar por información si la mayoría de la población sobrevivía para llegar a final de mes?

La semana pasada, siete años y medio después de aquellas navidades, la asociación Córdoba Futura acogió una mesa redonda. El objetivo era hablar sobre los medios de comunicación, su propiedad y la democracia. Son tres asuntos clave. Pregunté: ¿Cuántos de ustedes han comprado hoy el periódico? ¿Cuántos tienen una suscripción de un medio digital? Hagan la prueba. Háganse esa pregunta. Hágansela a su entorno.

Los mayores medios de comunicación de hoy son Facebook y Google. También Twitter. Y todos, ustedes también, trabajamos gratis para ellos. En mayor o menor medida. Pero lo hacemos. Son los únicos que sí que han entendido ese cambio de paradigma, que saben que el papel ha muerto (no es ningún drama, también se extinguió la escritura cuneiforme y la humanidad siguió leyendo solo que en otros formatos) y que entienden la manera de hacer dinero con esto.

En aquella Persépolis de la calle Juramento seguro que no se habló del futuro de la prensa. Ni mucho menos. Pero sí de otra manera de hacer las cosas, de una fusión, de otra manera de entender la cultura en Córdoba. Seguro que ya se empezó a hablar de Spotify, del fin del CD, de que la gente ya no pagaba por escuchar música por culpa de YouTube, y de que al final había que hacer conciertos para ganarse la vida. Vamos, más o menos lo mismo.

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