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El Tesoro

Alfonso Alba

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Empecemos por el final. Creer en la existencia de la iglesia de San Vicente bajo los cimientos de la actual Mezquita Catedral es como hacerlo en Dios. Es un dogma. No hay pruebas de su existencia. Tampoco de que no exista. Depende de ustedes.

Desde hace más de una década, el Cabildo, en un intento por cristianizar un monumento que además de Mezquita ya es Catedral, está buscando un tesoro: la iglesia de San Vicente. Se trata de un supuesto templo que según textos posteriores a la construcción de la Mezquita (se escribieron tres siglos después de que se pusiera su primera piedra) fue comprado por los árabes que invadieron la Península a los cristianos cordobeses que malvivían en la ciudad. Si entran en la Mezquita, se encontrarán en el Patio de los Naranjos un cartel que señala que aquello que van a contemplar fue antes una iglesia. Dentro del monumento, bajo un metacrilato iluminado se ven unos restos arqueológicos que sin ningún género de duda se atribuyen a esa primitiva iglesia. Al fondo, la Mezquita contiene un museo arqueológico donde se priorizan los restos visigodos y de esa supuesta iglesia sobre otros.

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Esta semana, el Cabildo ha mostrado los resultados arqueológicos de la excavación que ha estado obligado a financiar tras retirar la celosía de Rafael de la Hoz, exigencia para que la carrera oficial de la Semana Santa pudiera trasladarse a la Mezquita Catedral. Los arqueólogos han hecho un extraordinario trabajo y por mucho que han buscado no han encontrado prueba alguna de la famosa iglesia de San Vicente. Al contrario, han corroborado lo que los arqueólogos más importantes del país empiezan a afirmar con rotundidad: que bajo la Mezquita lo que en verdad existió es un complejo episcopal tardorromano de grandes dimensiones.

¿Y qué es un Episcopio en la Córdoba visigótica previa al siglo VIII? Pues nada más y nada menos que un centro de poder, donde el líder político de la ciudad (o del país) era también el espiritual. Aún hoy, la Reina de Inglaterra es la jefa del Estado y de la Iglesia Anglicana.

A más, la supuesta iglesia de San Vicente, de la que no hay rastro alguno (prueben a mirar los mosaicos que se muestran dentro de la Mezquita a ver si encuentran rastro religioso alguno en ellos), tendría un culto que la propia Iglesia Católica no considera muy cristiano. En la Córdoba previa a la invasión árabe, el culto cristiano dominante era el arriano. Los arrianos niegan la existencia de la Santísima Trinidad, un dogma de fe clave para el catolicismo. Es más, muchos historiadores creen que el Islam penetró con tanta fuerza en la Península precisamente gracias al arrianismo, pues este culto se parece mucho más al de los musulmanes que al de los propios católicos (recordemos que para el Islam Jesús es un mensajero de Dios y por tanto debe ser respetado y admirado).

El tesoro de la iglesia de San Vicente es clave para el Cabildo. Sin una iglesia previa, la Historia asumiría que la Mezquita se construyó sobre un centro de poder político de la ciudad de Córdoba. Es decir, que siempre fue un lugar sagrado y de culto, pero construido y gestionado por el estado (por muy incipiente o difuso que fuera en época preislámica). Que después llegó el emir y el califa, que construyeron y ampliaron la Mezquita, hasta que Fernando III tomó la ciudad en el siglo XIII y, por tanto, el edificio de la Mezquita. En su interior se enterraron reyes cristianos e incluso en el siglo XVI hubo que pedirle permiso a un emperador, Carlos V, para construir en su interior una Catedral. En resumen, que la Mezquita Catedral es de los cordobeses y no del Estado Vaticano.

En pleno siglo XXI, las competencias culturales están delegadas en la Junta de Andalucía. Es el gobierno autonómico el que tiene que velar por la cultura y porque lo que se cuente a los turistas sea lo más ajustado a la verdad científica posible. Pero imagino que quizás será más fácil seguir mirando para otro lado y asumir que los dos millones de personas que cada año entran en la Mezquita Catedral se vayan a su casa pensando que la iglesia de San Vicente existió.

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