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La ciudad que viene (y que llegará antes de que nos demos cuenta)

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Alfonso Alba

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Hace un par de semanas, el portavoz del PP en el Ayuntamiento, José María Bellido, le dijo al Ayuntamiento que si quería luchar contra el cambio climático tenía que fomentar el coche autónomo en la ciudad. Quizás se adelantó y quizás la lucha contra el cambio climático tiene muchos más matices, pero desde luego los tiros del futuro van por ahí.

Antes de que nos demos cuenta llegará primero al mercado americano, después a Europa, a España y a Córdoba el coche autónomo. Lo hará como ocurrió con internet o los teléfonos móviles. Tardará más o menos, pero llegará y se generalizará. Antes de que nos demos cuenta, estaremos usando una tecnología que lo cambiará todo.

No, no es Blade Runner. El coche autónomo cambiará nuestras vidas. Imagine que a través del teléfono móvil solicita un coche para ir a Sevilla. En el viaje, podrá sentarse en el asiento del piloto en el que no habrá volante ni pedales. Allí, o aprovechará para dormir, para ver una serie o para trabajar. Podrá compartir viaje con otros usuarios, para abaratarlo. Y desde luego el coche no será suyo. Todos serán de alquiler, de grandes compañías que ya se están pegando codazos entre ellas para tener el monopolio. Es probable que una vez que el coche autónomo se generalice decida vender su viejo coche, el que tenía que conducir. O si lo mantiene será algo puramente sentimental.

El coche autónomo llegará. En cinco o diez años veremos la ciudad llena de vehículos de cuatro ruedas sin conductor. Imaginen la flota de Aucorsa. El conductor se convertirá en revisor. Más que pendiente del tráfico lo estará de la atención a los pasajeros. Imaginen la flota de taxis. Desde su casa podrá pedir a una hora concreta que en la puerta le espere un taxi autónomo sin conductor. Ganará una plaza y podrán viajar hasta cinco personas. Podrá elegir la emisora de radio que desee (broma) y desde luego el pago será cargado a su tarjeta. Además, gracias a que la ciudad estará llena de algoritmos, podrá calcular exactamente el tiempo de su viaje.

El futuro va por ahí. Antes, la ciudad se tiene que preparar. Se tiene que llenar de sensores (algo que el Ayuntamiento acabará haciendo o permitiendo le guste o no) y de conductores ociosos. Ya no harán falta. Así que mientras antes se vayan haciendo a la idea, sabiendo cómo adaptarse a esta llegada, mejor. La ciudad va a cambiar radicalmente por una nueva revolución. Y llegará antes de que nos queramos dar cuenta.

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