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La nueva ley mordaza: miedo a la calle

Alfonso Alba

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Si usted conduce drogado, la Guardia Civil le puede multar con 5oo euros. También le quitarán algún punto del carnet de conducir, que recuperará, si tiene dinero, pagando en cualquier autoescuela autorizada. Sin embargo, si usted está indignado y le da por manifestarse sin permiso ante el Ayuntamiento de su ciudad y el agente competente considera que está ultrajando a España (por cagarse, pongamos por caso, en alguno de sus más altos representantes) le pueden cascar 30.000 euros.

El calificativo antidemocrático se queda corto para denominar la que ya se empieza a conocer como la nueva Ley Mordaza con la que el Gobierno demuestra que le tiene auténtico pánico a lo que pueda pasar en la calle.

Imaginen que en Córdoba, en los últimos tres años en los que se han multiplicado las protestas, a Stop Desahucios (medalla de oro de la ciudad concedida por el Ayuntamiento) le hubiesen ido cascando multas de 30.000 euros en 30.000 euros por cada protesta que han protagonizado. Imaginen a los policías locales y bomberos que cada viernes pitaban a las puertas del Ayuntamiento y cortaban la calle Capitulares perdiendo sueldos enteros casi de por vida para pagar sus multas.  Y sobre todo, imaginen a los policías y guardias civiles encargados de imponer esas sanciones cada vez que a alguien, indignado o desesperado, le da por levantar la voz: ¿Hay suficientes agentes?

El Gobierno, en uno de esos eufemismos con los que se trata como tontos a los españoles, ha bautizado a la Ley mordaza como Ley de Seguridad Ciudadana. La propia vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría dijo que era una norma para garantizar las libertades públicas. Doble combo.

El Gobierno demuestra que tiene miedo a la calle. La calle, de momento, tiene miedo a muchas cosas: a perder lo poco que tienen, a ser detenidos, a ser multados, a ser ultrajados. Pero puede que algún día, la calle deje de tener miedo. Y eso no hay ley democrática que lo contenga.

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