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Historias de una piscina 1

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Ángel Ramírez

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El niño entraba y salía una y otra vez del agua de la piscina como si fuera su medio natural, como si fuera un anfibio, llega un momento en que el cuerpo aprende las distancias, los volúmenes, y lo hace todo sin pensar, la escalera, el bordillo, la profundidad. Lo miraba y pensaba en la facilidad con la que aprendemos cuando estamos cambiando y como nos aferramos a las pequeñas rutinas cuando dudamos de nosotros.

De pronto el niño se volvió y de la nariz le colgaba un moco como la soga de un pozo, una liana que amenazaba por expandirse por su pequeño cuerpo. De primeras tienes la reacción del Homo Solterus que todos fuimos alguna vez y escaneas mentalmente el entorno por si pudiera haber kleenex, toallas o papel higiénico, pero el niño se sigue acercando como un endemoniado de esos de las películas, la liana le llega ya por el ombligo y entiendes que no hay tiempo para nada. Así que con los pocos escrúpulos que nos quedan a los padres coges los mocos con tus manos antes de que tomen vida propia y no puedas con ellos, y ahí que te ves con un manojo de mocos dispuesto a hacerte preguntas.

Llega la segunda parte de la operación ¿qué hace uno con eso? Hay que tener en cuenta que además de la evacuación del residuo hay que cumplir al menos con dos objetivos. El primero el pedagógico, no puedes hacer delante de tu hijo de cuatro años nada de lo que puedas avergonzarte, que lo de esconder los mocos o incluso comértelos es una mala forma de empezar cualquier educación moral. Así que nada de agitar descuidadamente la mano en el agua de la piscina, ni frotarla por el bañador mientras inicias distraído una conversación sobre lo bien que nos lo estamos pasando con las nuevas pistolas de agua compradas en el chino.

Segunda consideración, la cuestión ambiental. ¿Qué es lo correcto desde la perspectiva de la sostenibilidad? Conocemos lo de las alas de mariposas y todas esas cosas, y a saber si ese manojo de mocos no puede romper algún equilibrio ecosistémico. Me paro a pensar – todo esto pasa en fracciones de segundo- recuerdo los folletos que distribuye SADECO, y me doy cuenta de que esto es orgánico, así que la mejor respuesta es el contenedor verde. Como no hay ninguno opto por pasearme delante del seto que rodea la piscina mientras acaricio sus hojas mimosamente, así llego hasta la ducha y me enjuago.

Ahora, para salir del impasse,  toca conversación.

-          ¿Sabes que el sábado iremos a ver a la Orquesta Ciudad de Granada que actúa en el pueblo?

-          ¿Si?  ¿y eso qué es?

-          Es una orquesta muy grande que hace una música muy chula

-          Como una procesión pero sin nazarenos, ¿no?

-          Más o menos

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