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Distimia y duelo

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Ángel Ramírez

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Hoy es lunes y tengo un titular, toca Caraba y se me ocurren cosas muy interesantes pero hay dos palabras que no sé porqué no me permiten apartarme de ellas.

-Me dice Rosario que le han diagnosticado distimia y duelo…

No tengo ni idea de lo que es, bueno un poco sí, lo de duelo da alguna pista, pero me parece una maravilla y supongo que esas dos por sí solas me van a llevar a mejor sitio que alguna idea que tengo, unos cuantos buenos temas o un análisis redundante, hay que confiar en las buenas palabras.  Distimia y duelo podría ser una acción inventada por mi amigo Juan Bolaños, una fusión entre gastronomía manchega y japonesa, una banda que se presenta en el Ambigú Axerquía, o una exposición en Combo o en la cajita de El Arsenal.

Busco y veo que distimia es “una forma leve, pero crónica, de depresión, los síntomas de la distimia suelen durar al menos dos años, y muchas veces durante mucho tiempo más que eso”. En cuanto a los síntomas, mirad lo que cuenta la web distimia.org  “con la distimia, se puede perder interés en las actividades diarias normales, sin esperanza, tener una baja autoestima y una falta de productividad. Las personas con distimia a menudo son demasiado críticas, quejándose constantemente y son incapaces de divertirse”.

Supongo que lo normal es que ya no te des cuenta, pasa poco a poco, cada día solo algún grado más oscuro que el anterior, casi imperceptible, como cuando se comienzan a acortar los días en la segunda mitad de agosto y no lo notamos, lo que vivimos nos parece lo de siempre, llega un punto en el que no recuerdas como eran las cosas antes de que se jodiera el Perú, y esta luz es la luz, y esta energía la energía, y eres incapaz de situarte frente o con los demás.

Amigos y amigas, y para no crear alarma, no os preocupéis por mí que cuento todo esto como Cousteau hablaba de los fondos marinos o, para los más jóvenes, la Milá hablaba de los de la casa, y así veo a la ciudad con esa nostalgia gruñona, una falta de tono vital que asumimos como parte de la identidad porque ya no recordamos que se puede ser, y se fue, de otra manera ( no confundir con la bulla que está a punto de iniciarse hasta dentro de un mes aproximadamente). No hace tanto creíamos en la ciudad, en la cultura, en que el futuro podía ser mejor, que nuestros hijos e hijas serían ya como esos profesionales de las películas, dueños de sus vidas, independientes, con carácter. Ahora vemos los cartelitos pegados en los semáforos de cuidadoras de niños, fontaneros, arreglatodos, compitiendo en ser los más baratos, los más serviciales, vemos ofertas de trabajo inaceptables, y a licenciados vivir como estudiantes. Mientras, nuestros políticos nos prometen procesiones para atraer turistas a los que les venderemos cervezas, daremos de comer, lavaremos la ropa de sus camas y limpiaremos sus cuartos de baño.

En cuanto al tratamiento, la web de referencia recomienda medicación y psicoterapia. Córdoba acaba de hacerse un flamenquín tan grande como el estadio de fútbol. Otra manera.

Nota: En la imagen flamenquín más grande del mundo, 110 metros en la plaza de Las Tendillas.

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