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Aleluya, cata y poesía.

Redacción Cordópolis

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El pasado lunes se presentó en sociedad el vino nuevo de la Denominación de Origen Montilla-Moriles. El acto formal repleto de autoridades, presidentes, presidentas, delegados, subdelegados..., se completó con una cata de 24 vinos y un foro de discusión donde se abordaron en una rica y constructiva conversación, los lastres y potencialidades de las bodegas, los vinos y la Denominación de Origen en su conjunto.

Pero a mi lo que me gustó fue el vino.

Dicho así, puede sonar poco glamouroso, pero es que hay que decirlo, el vino nuevo de nuestra tierra está riquísimo. Me enfrentaba a mi primera cata, que además no era una cata dirigida si no profesional, es decir, no hay un señor o señora enóloga dirigiendo la cata, desbrozando el camino y ayudando a desentrañar los secretos que se esconden en el líquido vertido en los catavinos, no. Solo ante la inmensidad de matices y características que se despliegan ante los ojos, la nariz y el paladar de uno.  Tuvimos suerte los primerizos que ocupábamos nuestra mesa, pues en la misma nos acompañaban Bernardo Lucena, enólogo de Bodegas Alvear e Isabel López, enóloga, técnica del IFAPA y profesora de la licenciatura de enología de la UCO, su experiencia y amabilidad fueron una guía imprescindible en este laberinto de sensaciones.

Poesía. Es lo primero que me vino a la mente cuando leí los epígrafes de las notas de cata, pura poesía para describir un vino en tres fases: La fase visual, donde se valora la limpidez y el color; fase olfativa, en la que puntuamos su olor en cuanto a intensidad, franqueza y calidad; la fase gustativa donde calibraremos la intensidad,  la franqueza, la calidad y la persistencia de su sabor; y por último una nota que redondea y resume todas las anteriores, la armonía del vino que catamos.

Franqueza, calidad, intensidad, persistencia, armonía... Si esta hoja de cata la utilizáramos para seleccionar a nuestros políticos, otro gallo cantaría.

De la palidez al caoba, del aroma a frutas tropicales al olor a torrefacto; de los sabores secos y ligeros de los jóvenes, a los dulces, untuosos, con recuerdo a dátil o a miel de los PX. Diez vinos de tinaja, nueve vinos jóvenes y cinco vinos Pedro Ximénez. Veinticuatro poemas para cantar el Aleluya del vino nuevo de Montilla-Moriles.

Salud!!

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