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La insolidaria Andalucía de un racionero que no es Góngora

Alfonso Alba

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El diario La Vanguardia lo preside el III Conde de Godó, Javier Godó Muntanyola, el mismo Conde de Godó que recibió de manos del rey la “grandeza de España” en julio de 2008. El diario La Vanguardia es el segundo medio más leído en Cataluña y el que más ejemplares gratis reparte (datos de la OJD/Oficina de Justificación de la Difusión). Igualmente es el diario que recibe más subvenciones de la Generalitat de Catalunya. En el primer semestre de 2013 recibió, solo en concepto de subvención de microespacios divulgativos, la cantidad de 3 millones de euros. Durante el año 2011 el denominado Grupo Godó, propietario de La Vanguardia, ingresó 6,3 millones de euros de subvenciones de la Generalitat. En este diario se publicó hace dos días un artículo, aparentemente original (es decir no hay ninguna sospecha de ser un plagio), del ex marido de la doctora Elena Ochoa. El artículo lleva por título “La insolidaria Andalucía”.

En este artículo, firmado por el ex marido de la doctora Elena Ochoa, se cataloga a la presidenta de la Junta de Andalucía como una “personaja improvisada, incompetente e indocumentada”. El ex marido de la doctora Ochoa es muy libre de opinar y utilizar las expresiones que considere más adecuadas para construir su artículo. Por una vez estoy convencido que sus palabras son originales y no el resultado de lo que él denomina “intertextualidad” y que en la mayoría de las veces no es otra cosa que verdadero plagio. El autor del artículo, con trazo grueso, utiliza a la presidenta de la Junta como cebo para hablar de una Andalucía que cultiva un ideal vegetativo. Crítica que la presidenta de la Junta de Andalucía se oponga a los juegos de poder que pretendan coger el atajo de la negociación bilateral Estado-Cataluña. Ridiculiza que la presidenta sugiera que la asimetría en el trato a los territorios y los pueblos pueda devenir en más desigualdad. Le contesta, exhibiendo un apabullante conocimiento de las realidades sociales, que: “no somos iguales por más que se empeñen los buenistas y los interesados. Ni Dios ni Darwin no ha hecho iguales” (su

publicitado cosmopolitismo debe de haberle provocado el olvido del artículo catorce de la Constitución que establece que “los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquiera otra condición o circunstancia personal o social”). Debería de saber el autor que componer un texto no se parece en nada a realizar una componenda. Lo primero es una creación, lo segundo una estafa. Exhibe, y no es lo más grave, una carencia de sentido del ridículo al atribuir un hermoso poema del genial Miguel Hernández al no menos genial Federico García Lorca (sin enviar, al menos, una escueta fe de erratas... para que parezca que es un error tipográfico y no una carencia de...).

El artículo destila, en primer lugar, un odio primario a un partido que gobierna Andalucía desde el inicio de la democracia. No hay un análisis crítico de ese ejercicio de poder. No hay una descripción de los mecanismos utilizados para controlar toda la realidad social, política y cultural de la Comunidad. No hay una denuncia formada de la inexistencia de un modelo propio de desarrollo que pudiera equilibrar la enorme desigualdad que arrastra esta tierra. Lo más es equiparar a los actuales gobernantes con los caciques del siglo XIX.

Habiendo tanto que decir sobre un ejercicio del poder, tan dilatado en el tiempo, se limita a traslucir solo su resentimiento y rencor con quienes posiblemente no le dieron lo que él se merecía.

En segundo lugar, enuncia, ligera en su extensión pero de una formidable tosquedad, la gran diferencia entre la emprendedora Cataluña y la indolente Andalucía. Esta es la consecuencia lógica de una mala lactancia.

Este ligero y fino analista fue candidato, número uno por Girona, a las Elecciones Generales de 1982 por ERC (Esquerra Republicana de Catalunya). Pasado el tiempo, el gobierno de Aznar (2001-2004) lo nombró director de la Biblioteca Nacional (a título meramente anecdótico, dos semanas después de haber ganado José María Aznar las elecciones, por mayoría absoluta, el ex marido de Elena Ochoa publicó en la tercera de ABC un artículo titulado España ya es de Centro). Después vinieron las complicaciones. Una denuncia por plagio sobre su libro “La Atenas de Pericles” (2001). En 2002 la Audiencia de Barcelona ordenó la retirada de su obra “El último cátaro” tras la denuncia de plagio de dos historiadores (esta medida no se pudo ejecutar dado que la Audiencia solicitó a los denunciantes una fianza civil de 30.000€ y estos no disponían de esa cantidad). Sinceramente creo que en el artículo que hoy me llama la atención, y que da título a estas palabras, no hay la más mínima sospecha de plagio. Ni siquiera de la tan socorrida intertextualidad. Es auténtico. Es original. Como su autor. ¡Por cierto!, nuestro mencionado autor acaba de ser nombrado presidente del jurado del premio “Stella Maris de Biografía Histórica” que se fallará en Barcelona el próximo mes de enero. No quiero imaginarme lo que puede salir de ahí.

Nota: algún día hablaremos de la intertextualidad. Ojalá pudiésemos hablar de las influencias de Tagore sobre Neruda. O de Shakespeare sobre Manuel Vázquez Montalbán. O de Faulkner sobre Vargas Llosa. O de Kawataba sobre Gabriel García Márquez. Eso si merecería la pena. Es normal y bueno utilizar materiales propios y ajenos para construir un texto. Se pueden tomar prestadas imágenes e ideas para abrir un sendero. Incluso adoptar marcas lingüísticas presentes en otras obras para con crear. Es necesario citarlas. Es de obligado cumplimiento no borrar las huellas.

Lo contrario sería plagio.

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